Ante la crisis ¿Para qué Constituyente?

Es cierto, el estado debe actuar con contundencia en la solución del grave problema de desabastecimiento de alimentos y medicinas, así como desmontar la estructura clientelar y las redes de corrupción que se apropian, de manera criminal, de las riquezas del pueblo.

Pero también es cierto que la dinámica económica, según la actual Constitución, es responsabilidad de la iniciativa privada con el apoyo del estado venezolano, lo que ha congelado la siguiente imagen: Un estado generando dólares con la actividad petrolera, obligado constitucionalmente a darle todo el apoyo a un sector privado eminentemente comercial, que parasita de esta riqueza para dedicarse a la fuga de capital, a través de las importaciones, y sumir aún más en el atraso y la devaluación al minúsculo aparato industrial que nunca se ha desarrollado.

Entonces ¿qué rol podría jugar en la dinámica económica, la propiedad social sobre los medios de producción, junto al estado y a la iniciativa privada? Es decir, ¿qué pasaría si la clase trabajadora, junto al poder popular, ejercen la propiedad social sobre empresas estratégicas de alimentos y medicinas y producen para satisfacer las necesidades del pueblo y socializar la riqueza?

Entonces la imagen en movimiento sería la siguiente: Un estado generando dólares con la actividad petrolera y de minería en general, preservando nuestra soberanía, obligado constitucionalmente a apoyar a un pueblo trabajador, que ejerce el control estratégico sobre los medios de producción de alimentos y medicinas para satisfacer sus propias necesidades; y una empresa privada, adaptándose a la dinámica económica de competitividad y precios justos que generarían el poder popular en acción.

Si el estado se ve en la obligación constitucional de transferir las divisas, que produce por la vía de la explotación de los recursos energéticos, a quienes ejercen la propiedad social sobre los medios de producción para desarrollar un nuevo aparato industrial, se erradicaría el robo indiscriminado con empresas de maletín y empresarios fantasmas. Esta es una verdad el tamaño del mar Caribe y es posible demostrarla.

La invisibilizada eficiencia del poder popular

La experiencia de transferir recursos al poder popular para el desarrollo de la infraestructura de sus barrios o de programas sociales o el financiamiento de proyectos socio productivos ha demostrado la enorme capacidad administrativa y de gestión del pueblo organizado, trabajando para su bienestar, con el fin supremo de alcanzar un nivel de vida justo.

En Yaracuy, por ejemplo, cada consejo comunal y comuna ha tenido en sus manos la posibilidad de ejecutar proyectos, financiados por el estado desde diversas vías, y los niveles de efectividad se palpan con tan solo caminar por comunidades donde ellos mismos han construido decenas de miles de viviendas, han canalizado quebradas, sustituido techos de asbesto, mejorado las fachadas de sus casas, instalado sistemas de televigilancia, construido centros culturales, impulsado programas de siembra de maíz y otros rubros, así como iniciativas modestas de producción familiar, entre tantas otras iniciativas. Otro ejemplo palpable es el altísimo nivel de eficacia y honestidad con el que se distribuye la comida por medio de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción en contraste con las mafias de distribución que maneja la oligarquía desde donde se genera el bachaqueo y el contrabando de extracción.

Entonces, ¿Por qué no poner en manos de ese mismo pueblo trabajador, organizado y consciente, los medios estratégicos de producción para satisfacer las necesidades elementales de toda la sociedad?

El mito de la eficiencia del sector privado

Mucho se dice en las universidades, en los medios de comunicación y en tantos foros sobre la eficacia de la empresa privada venezolana, ante lo cual toca preguntarse ¿Si son tan eficientes, cómo es que no han logrado, en más de un siglo, desarrollar un poderoso aparato industrial que permita producir todo lo que el pueblo necesita? ¿Por qué se han quedado en el atraso tecnológico, frente a otros países vecinos? ¿Por qué no se han hecho competitivos en los mercados internacionales, para exportar sus productos y generar sus propias divisas?

No negaremos, en esta fase del proceso de cambios que experimenta el país, el rol positivo que podría jugar una burguesía nacionalista que aspire generar riquezas respetando al pueblo, al estado y al medio ambiente, y que se deslinde de la práctica parasitaria de clavarle los colmillos a las venas de la patria para acumular un capital que protegerá en el extranjero, en paraísos fiscales.

Esa burguesía nacerá al calor de un nuevo estado y un nuevo entramado social, donde las relaciones de producción favorezcan al pueblo trabajador y a la sociedad en general; sería el gran salto del modelo rentista a un modelo productivo, con participación protagónica del pueblo.

Entonces, ¿para qué constituyente? Entre otras cosas, para darle rango constitucional a la Propiedad Social sobre los Medios Estratégicos de Producción y superar la crisis que nos abate.


@paradaliteraria

paradacreativa@gmail.com


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