Uno que ha sido testigo excepcional, viendo que hemos pasado las de Caín con apenas una sola revolución que propuso Hugo Chávez en 1998, entonces, después de todo ese berenjenal transitado en quince años, no es obligatorio preguntarse: ¿Cuál será el tamaño del milagro que tendremos que hacer para salir airosos con cinco revoluciones simultáneas y de un solo trancazo? Y si buscamos culpables a tanta improvisación, también deberíamos reconocer que el menos responsable en todo esto ha sido el Presidente Maduro, lamentablemente víctima de unos cuantos sesudos asesores, quienes maquiavélicamente se han encargado de empujarlo a tomar decisiones que no lo favorecen para nada. Primero, abusando de su buena fe como Jefe de Estado, a los asesores se les ocurrió improvisar un conjunto de medidas económicas, que supuestamente reanimarían el aparato productivo, y a la final resultó que hasta el BCV ha tenido que mantener en reserva las cifras para evitar mayores escándalos. Y no conforme con que esa equivocación que se tradujo en un balde de agua fría contra la opinión pública, también a estos “expertos geniecillos se les ocurrió sugerir la renuncia colectiva del gabinete, generando grandes expectativas, pero que terminó teniendo rostro de enrosque gatopardiano, generando más decepciones, que satisfacciones en la colectividad.
Los venezolanos que la revolución nos enseñó a leer y escribir, y por lo tanto no tenemos de tonto un pelo, ahora esta situación comenzó a inquietarnos pues cada vez luce más insólita. Incluso, sobran razones para creer que existen infiltrados quintacolumnistas, quienes llevan tiempo haciendo su trabajo sucio, y con ello desestabilizando el nuevo proyecto histórico. Por ejemplo, preocupa saber que son repetidas las veces que el Presidente Maduro intenta tender un puente para aplacar los brollos, pero de repente no faltan uno que otros voceros oficiales tratando de alborotar la cacurera con declaraciones incendiarias, además de imprudentes desde todo punto de vista.
Por lo pronto, calma y cordura, mientras logramos que la Republica vaya a consultarse con un especialista en vías digestivas, porque tantas revoluciones a la vez, también nos indigestan en estos momentos de alta conflictividad, pudiendo ocasionarnos un paro estomacal. ¡Verdad que parecen locos!
Por suerte, el Presidente Maduro, discípulo aventajado de Chávez y experimentado en grandes plazas, tiene pillado a los hipócritas que se la pasan invocando a Chávez, pero que, como podemos observar, no pierden ocasión para valerse del menor descuido para asentar la puñalada trapera. Y conste que nos es la primera vez que con patadas históricas, se torció el rumbo en la vida de los pueblos por andar inventando a última hora.
