La batalla se decide en lo ideológico

Con disimulo, la batalla principal entre Revolución y contrarrevolución se desarrolla en lo ideológico. Es allí que se deciden las acciones que determinarán el futuro. Las dos corrientes en pugna esgrimen sus argumentos.

La restauración, de adentro y de afuera, cada día con más descaro, ganando más cómplices, más preparada, con más fuerza, ya que posee todo un aparataje propagandístico, los medios a su servicio, con voceros allá y acá, despliega sus armas de convencimiento. Crea una realidad, y sobre ella ofrece la "solución", que en boca oligarca. significa seguir por el camino de la conciliación que tanto ha debilitado al gobierno: consagrar la entrega de la Revolución.

La contrarrevolución hace un astuto montaje con programas de televisión, encuestas, opiniones, titulares de periódicos, para cercar con sus ideas a las altas esferas del gobierno y a la masa chavista, para colonizarlos, para afianzar sus valores, sus principios. Presenta encuestas hechas a la medida, de su lectura desprende con facilidad sus proposiciones. No obstante, no puede ocultar que hay malestar, eufemismo para decir que hay descontento, peligro de estampida, tristeza, confusión, en las filas revolucionarias.

Persigue a la disidencia, la censura, la ataca con bajeza, esquiva el combate ideológico, donde, sin dudas, sufriría derrotas, quedaría al descubierto.

La Revolución tiene un gran aliado: la realidad. Ésta insiste en señalar que el camino de la conciliación no funciona, que el maridaje con el capitalismo rentista no arranca, que su principal fruto es la desmoralización de la base chavista, cubrir al país con la lógica del capital, de la que tanto nos advirtió Chávez y su Plan de la Patria.

La realidad tiene la última palabra, podrán los burgueses de lado y lado hablar, argumentar, abundar, con llamados al diálogo, a la conciliación, con pedidos de una democracia idílica donde la lucha de clases sea coqueteo de clases, los desposeídos se humillen frente a los poseedores, y la miseria espiritual y material no entre en las vitrinas de la oligarquía. Podrán construir toda clase de espejismos, pero siempre la realidad les tocará la puerta anunciando conflictos, tensiones sociales, el fracaso de sus ejercicios de fantasías.

Es así, en la Revolución chavista se enfrentan dos corrientes ideológicas principales:

Una, la capitalista cuyo centro ideológico más visible es el cedice, sus principios son guía para sectores del gobierno y para la oposición. Promociona la propiedad egoísta de los medios de producción, las salidas individuales, la fragmentación de la sociedad y del humano. Sobre esos valores fundamenta su sistema de explotación. Asombrosamente, en la práctica, esos valores los promueve el gobierno al estimular al sector egoísta, capitalista, que con vergüenza llaman “productivo”.

La corriente capitalista también se alimenta de la tradición capitalista mundial y se justifica en las traiciones a la Revolución mundial, como China, Rusia. La deserción, la restauración, en el continente también viene a contribuir con el capitalismo local. No es casualidad que el renegado lula llame a conciliación, que mercosur intervenga, monitoree, que el capitalismo venezolano goce de buena salud. No es azar que el vaticano mande a su segundo hombre, que los chinos estén cada vez más presentes. Es el capitalismo cuidando sus intereses.

La otra corriente en batalla, la revolucionaria, debe prestigiar las soluciones sociales, la propiedad social de los medios de producción, la planificación centralizada de la economía, la elevación de la conciencia del deber social. Esta corriente es muy atacada, diez mil inventos se usan para desprestigiarla. Pero el Socialismo no tiene otro camino.

El Revolución comete errores, se equivoca, es verdad, de ella se podrá decir muchas cosas, pero nunca dudar de su sentido humanista y naturalista. La Revolución siempre será mejor, menos perjudicial para la sociedad, que el capitalismo.

La batalla se decide en lo ideológico, de allí que, sin tener claridad en la teoría, sin saber para dónde se dirige la Revolución, no hay victoria posible. No es azar que los intentos de educación, de formación, que hizo la Revolución, que propuso el Comandante, fueron saboteados por quienes ahora pretenden entregar la Revolución. Preparaban el terreno para contrabandear su ideología. Ya lo decía el Libertador: “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”.

Es hora de dar la batalla ideológica.

 

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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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