La dogmática elevación de las fuerzas productivas

La historia es muy clara, la contrarrevolución, el contrasocialismo encuentra excusas para no avanzar,  mil evasivas esgrimen para frenar la posibilidad revolucionaria.

El Che hablaba del 26 de Julio como rebelión contra los dogmas y las oligarquías. Los dogmas eran las excusas de la socialdemocracia que aducía la cercanía del imperio, el poco desarrollo de esa sociedad, y mil pretextos más. Los reformistas fueron capaces de transformar a El Capital de Carlos Marx en instrumento reaccionario, inventaron el etapismo y condenaron a la Revolución a esperar, como en la cola de un cine, que la revolución se diera después del desarrollo pleno del capitalismo y la tensión máxima de las contradicciones sociales en los países más avanzados.

Según estos dogmáticos la Revolución Soviética no era posible, tampoco la China, menos la Cubana. Debían esperar la Revolución en Inglaterra, o Francia.

Gramsci decía un poco con burla que la Revolución Soviética había sido una Revolución contra "El Capital”… Se refería a la lectura interesada de los socialdemócratas. Cabe traer un párrafo del pensamiento de Gramsci:

“La revolución de los bolcheviques se ha insertado definitivamente en la revolución general del pueblo ruso. Los maximalistas, que hasta hace dos meses fueron el fermento necesario para que los acontecimientos no se detuvieran, para que la marcha hacia el futuro no concluyera, dando lugar a una forma definitiva de aposentamiento -que habría sido un aposentamiento burgués- se han adueñado del poder, han establecido su dictadura y están elaborando las formas socialistas en las que la revolución tendrá finalmente que hacer un alto para continuar desarrollándose armónicamente, sin exceso de grandes choques, a partir de las grandes conquistas ya realizadas.

La revolución de los bolcheviques se compone más de ideologías que de hechos. (Por eso, en el fondo, nos importa poco saber más de cuanto ya sabemos). Es la revolución contra El Capital de Carlos Marx. El Capital de Marx era, en Rusia, el libro de los burgueses más que el de los proletarios. Era la demostración crítica de la necesidad ineluctable de que en Rusia se formase una burguesía, se iniciase una era capitalista, se instaurase una civilización de tipo occidental, antes de que el proletariado pudiera siquiera pensar en su insurrección, en sus reivindicaciones de clase, en su revolución. Los hechos han superado las ideologías. Los hechos han reventado los esquemas críticos según los cuales la historia de Rusia hubiera debido desarrollarse según los cánones del materialismo histórico. Los bolcheviques reniegan de Carlos Marx al afirmar, con el testimonio de la acción desarrollada, de las conquistas obtenidas, que los cánones del materialismo histórico no son tan férreos como se pudiera pensar y se ha pensado.

No obstante hay una ineluctabilidad incluso en estos acontecimientos, y si los bolcheviques reniegan de algunas afirmaciones de El Capital, no reniegan el pensamiento inmanente, vivificador. No son marxistas, eso es todo; no han compilado en las obras del Maestro una doctrina exterior de afirmaciones dogmáticas e indiscutibles.”

Es apropiado recordar esta polémica que ya alcanza al siglo, porque los socialdemócratas, los reformistas, los antisocialistas, la esgrimen aún como excusa para no avanzar hacia el socialismo.

Es necesario derrotar estas falsas teorías revolucionarias, estos contrabandos, para poder hacer la Revolución. Deslastrarse de estos fraudes es condición previa sin la cual la revolución es derrotada desde adentro.

 

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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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