La Especulación parte de la fábrica

Debe revisarse y hasta reprogramarse cualquier supervisión de costes y precios que emprenda el Estado a fin de detectar irregularidades en la fábrica que pudieran trasladarse contablemente al comercio, además de los sobreprecios indebidos que suele aplicar el comerciante.

La concepción marxista de la economía gira sobre el origen y fuente de la riqueza, más allá del trabajo. A diferencia de Adam Smith, Carlos Marx demostró de manera contundente e irrebatible en cualquier plano científico que si nos acogemos al concepto smithiano no debería haber ningún pobre sobre el planeta, salvo que se trate de personas no trabajadoras y sin la herencia proveniente de quien hay hecho algún patrimonio en vida con cargo a su trabajo personal.

Sabemos que en las sociedades clasistas, los llamados ricos son personas que en principio no trabajan porque no tienen necesidad alguna de “trabajar para vivir”, y frecuentemente son más bien empleadores o compradores de mano de obra.

En la sociedad capitalista, el rico se convierte en capitalista porque dispone de medios de producción y de dinero con qué convertir al trabajador en empleado suyo bajo condiciones de asalariado, y tautológicamente, éste se convierte en asalariado por  carecer de aquellos medios.

Cuando examinamos los libros contables de cualesquiera empresas fabriles capitalistas, podemos apreciar que sus contables identifican algunas  inversiones de producción, inclusivos de depreciaciones y otros cargos   por concepto de medios de producción (de explotación), con costes de producción y como tales imputables al precio de venta. Mediante este artilugio capitalista, los compradores tanto de bienes intermedios como finales se ven obligados a reponer con sus peculio un capital constante  ajeno a las materias primas que pertenece al fabricante y que éste necesita para poder disfrutar oligopólicamente de un proletariado asalariable carente de esos medios de trabajo.

Es que mediante la plusvalía, el asalariado no sólo va reintegrándole al capitalista el monto de su inversión por concepto de mano de obra y de materias primas, sino que también, en el comercio, cuando ese asalariado funge de consumidor, le reintegra, pues, el valor de sus máquinas y demás medios de trabajo que como consumidor no recibe.

En la literatura marxista de bajo perfil científico suele afirmare que el argumento esgrimido por el capitalista, acerca de que debe ganar porque invierte capital propi, se cae porque a la alarga el trabajador le devuelve mediante ganancias toda su inversión y sólo queda el derecho virtual de propietario de un capital que ya le canceló el proletariado.

Sin embrago, si precisamos esas afirmaciones, caeremos en cuenta de que se trata de un mal manejo propio de la contabilidad burguesa y de una crasa especulación practicada por el capitalista fabricante, habida cuenta de que es posible que el plusvalor por sí mismo no cubra el reintegro del capital de trabajo, pero mediante el cargo de las depreciaciones y afines,  ciertamente hoy por hoy y a nivel mundial ningún capitalista puede seguir manejando ese criterio de propietario de unos medios que ya le fueron cancelado con “elevadas” creces.

Por esa razón, podemos deducir que la especulación que tanto se atribuye a los comerciantes nace en las propia fábricas antes de ser trasladada a la esfera del mercado. En los siguientes vínculos  podrán conocer los detalles:

http://aporrea.org/ideologia/a125977.html

http://www.aporrea.org/ideologia/a126091.html

http://www.aporrea.org/actualidad/a126130.html

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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