Saludando el debate que propone Aporrea

Nuestro proceso sufre graves problemas no solo de orden económico sino de recursos físicos, tecnológicos, institucionales, sociales, y aun psicológico-individuales. Pocos análisis que valgan la pena se han hecho desde nuestra óptica por estudiar la revolución desde una perspectiva integral que reconozca la realidad del país.

El debate no puede ser ignorado por el pueblo, la clase media ni por el gobierno que lleva 8 años ignorándonos a propósito, tampoco puede quedar plasmado en el clásico norte-sur, ricos-pobres, la responsabilidad del debate requiere una especial concientización de todos para aceptar la dependencia uno del otro y la necesidad de cooperación y no de confrontación entre los chavistas y los que no en la resolución de la crisis.

El peligro no solo está en el imperio, el mayor peligro esta ante nuestros ojos, en la cotidianidad de las misiones, en el metro, en los tramites públicos, en la indiferencia ideológica, en la escasa convicción, en la ignorancia, en el sectarismo del PSUV y del Buro, en las constantes R, en la demagogia del gobierno y en el cansancio de la gente que recurre únicamente a la fe para cambiar la inflación y mejorar la violencia.

La gente no come dólares ni petróleo. Se trata que el debate resuelva las dudas en cuanto a los recursos económicos, físicos, incluido la infraestructura industrial y su grado de producción, en otros casos su porcentaje de desarrollo para el apoyo disponible a la economía, debe ser un análisis reviviendo la contraloría social en una reingeniería económica y revolucionaria.

El debate debe ser realista hacia la radicalización para salir del invernadero, para determinar qué cantidad de alimentos se requiere, que cantidad de acero, cemento, hierro, para no seguir con la manipulación política referente a la vivienda y a la alimentación, porque, son requerimientos para el desarrollo de la población en los diferentes estados.

Aporrea no puede prestarse para un debate que no contemple realidades técnicas, hay que considerar la economía, la agroindustria, el desarrollo de la población, la ecología, el apoyo revolucionario actual y su proyección socio-política, el surgimiento de un nuevo partido integrado y nacional de bases con un nuevo Buro, 50-50 pueblo-ejecutivo, para establecer los sacrificios requeridos y para proteger las generaciones futuras en contra de las crisis revolucionarias en un debate realista con la situación mundial.

Este debate en la situación actual de peligro inminente para la revolución no puede ser considerado a la ligera sin tomar en cuenta a profundidad las áreas económicas atrasadas por la falta de industrialización, y continuar como cómplices de la más extensa etapa de dominación del mundo en América Latina.

La revolución bolivariana y su gente presentamos la más variada práctica de costumbres y pensamientos arraigados profundamente en los estamentos de la sociedad relacionado con el subdesarrollo cultural que trata de sustituir el fraternal ismo por el paternalismo centralizado que, sin la debida transformación político-industrial no transforma los cambios sociales radicales, solo alteramos la democracia a conveniencia.

Acontecimientos burocráticos diarios frenan la agilidad en la planificación del gobierno y, el periodo de gobierno de un solo hombre en una nueva clase que surgió amparados en múltiples elecciones debe terminar, ese, es otro punto del debate a considerar haciendo hincapié que el poder electoral está en el pueblo ante su nula participación en las decisiones administrativas del país, en donde las revocatorias son solo adornos constitucionales.

El gobierno debe plantearse una fecha para que las bases en porcentajes periódicos asuman la administración de la nación empezando por las alcaldías, gobernaciones, por el partido y el Buro para no perder el proceso, ante el fracaso y direccionismo de los consejos comunales, sería bastante más que limitarse a seguir con el eterno conformismo masivo, otra característica cultural que sostiene el ejecutivo por conveniencia política.

El poder del gobierno no puede seguir amparado en el ejército. Si los militares tienen nuevas armas y su salario siempre está en aumento entonces el proceso está bien, así, los militares se transforman en árbitros dejando al pueblo atrás en su proyección política.

Este es un factor que debilita la revolución, y es que este sentimiento que las fuerzas armadas están bastante ligadas a los grupos que forman la flor y nata de la dirección no al pueblo, no ha cambiado con el proceso. Ecuador, nos demostró el poder de los militares en la revuelta policial, el comunicado del comando conjunto de las fuerzas armadas y su “lealtad” al gobierno siempre y cuando se revise la ley de servicios públicos es un hecho que no podemos subestimar.

La revolución no es solo salud y educación gratuita en una representatividad bien disimulada que aleja a la masa de la corriente principal de la nación. En ocasiones, la independencia se consigue fácilmente, pero, cuando se mescla con la revolución social se convulsiona por décadas transformándose en interés político de los eternos caudillos que históricamente han desfilado en Venezuela.

Antagonismos y diferencias sociales son de vieja data, y el léxico revolucionario, justicia social, independencia, soberanía, autonomía económica, antiimperialismo, se los lleva el viento por no tener el acento practico ni ser permeables para todos los estratos de la población.

Un debate profundo sin romanticismos basados en la realidad de Venezuela, se impone. Si es profundo, técnico y revolucionario conducido por Aporrea, lo saludo y apoyo por el bien de un cambio de sistema.


rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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