11 cosas para pensar

No hay que disfrazar la realidad, lo que hay es que asumirla

  1. Un 40 % de la población venezolana ha manifestado en reiteradas oportunidades su rechazo al proyecto político del presidente Chávez. En 11 años esta correlación de fuerzas no ha cambiado y es absurdo argumentar que este 40% son burgueses u oligarcas, al contrario un gran porcentaje de este grupo son parte de las clases pobres del país. Es  necesario replantear las estrategias y acciones políticas para gobernar en una realidad con estas características.
 
  1. No es posible seguir apoyando individuos que han ejercido cargos público y de elección popular  de una manera ineficiente, y luego pretenden ser salvadores de la revolución, cuando su paso por el gobierno, gobernaciones  o alcaldías ha sido tan nefastos.  Es necesario, dar paso a nuevos cuadros y líderes, que por el hecho de que no salgan en TV no quiere decir que no existen.
 
  1. Si bien es cierto que hemos avanzado significativamente en aspectos estructurales (reducción de pobreza, acceso a la salud, educación, etc), también es cierto que los detalles están erosionando este proceso. Hay estados cuyos gobernadores y alcaldes han sido “afectos al gobierno” y aun mantienen los mismos problemas de hace 11 años, y en algunos casos se han agudizado. Ejemplos sobran al respecto.
 
  1. El presidente tiene que entender que su discurso antiimperialista sigue vigente, pero ya está más que  agotada la estrategia verbalizada usada en cada alusión presidencial. La mejor manera de combatir el imperialismo es a través de obras y hechos concretos, que el país funcione, que la administración pública se depure, que dejemos el “adequismo” incrustado aun en el PSUV y el gobierno. Contra eso no hay arma nuclear que valga.
 
  1. No es posible que quienes realmente son “perros de la guerra” empleen un discurso de paz para promover conflictos, y nosotros hagamos todo lo contrario. No se puede hablar de paz usando un lenguaje bélico, eso desvirtúa la naturaleza de cualquier proyecto político y además da armas a quienes no las tienen para atacar al proceso. A esta altura del proceso ya nuestra estrategia discursiva tiene que ser otra, sin que por esto pierda la fuerza liberadora y transformadora con que fue concebida.
 
  1. No se entiende como aun no contamos con una estrategia comunicacional cónsona con el tiempo que vivimos. Los programas que transmiten los canales y emisoras afines al gobierno, con minúsculas excepciones, no aportan ningún tipo de valor agregado al proceso. ¿Quién dijo que entre más chabacano es el programa implica mayor compromiso revolucionario? La falta de propuestas creativas y pedagógicas son las características fundamentales de lo que hoy tenemos en la TV que esperamos sea alternativa de verdad.
 
  1. La falta de seguimiento y monitoreo de las grandes, medianas  y pequeñas obras es un aspecto débil en el proceso en muchos casos. Después que el presidente, gobernador, o alcalde inauguran una obra, a los poco meses ya esta inoperativa o en extremo descuidada. Los cuadros medios no tienen conciencia de obras a largo plazo, sino de obras que le den dividendos  personales a corto plazo.
 
  1. No se debe, porque de que se puede se puede, tener un discurso socialista y un modo de vida burgués. Ni la tos ni el dinero se pueden ocultar, y ya uno ha perdido la capacidad de asombro ante la opulencia  en que viven servidores públicos, que hace unos años llegaron al gobierno con una mano adelante y otra detrás. Así como no todo el que dice “Señor, señor entrará en el reino de los cielos”, no todo el que dice “Patria, socialista o muerte”, es un defensor de los pobres.
 
  1. Ha sido un error ofrecer productos a bajo costos, y después  no se ha podido satisfacer la demanda, lo cual ha creado mucho malestar en la población: los carros de Venirauto y los celulares, entre otros. Es más saludable hablar claro a la gente y no crear expectativas que no van a ser satisfechas ni a corto ni a mediano plazo.
 
  1. No se puede condenar a quienes desde adentro se atreven a criticar al proceso, catalogándolos de “apátridas”, “pitiyanquis”, o que  reciben apoyo de los EE.UU.  Cada vez que el gobierno se ha hecho la vista gorda de las críticas sinceras que se hacen desde la base y desde quienes están comprometidos con los más pobres, los resultados han corroborado dichas críticas. Hay que admitir que nos equivocamos y que somos capaces de rectificar.
 
  1. Por último,  sería oportuno retomar las tres “R”, las cuales nunca se aplicaron y  tomarlas en serio de una vez por todas, comenzando desde nuestra propia experiencia individual, y luego en los espacios donde nos movemos  y hacemos vida en este proceso.


  2. cesolka@gmail.com


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Cesar Henríquez


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