La revolución francesa no ha terminado

Se preguntaba en 1790 Jean Paul Marat, editor de uno de los periódicos mas críticos de la época Lami du peuple, “el amigo del pueblo” si la revolución francesa políticamente había terminado. “Se puede hablar del estilo de la revolución de 1743, esta revolución a pesar de las apariencias era mas política que económica, porque consistió en sustituir una clase política por otra” escribía Marat, escritor y abogado, uno de los revolucionarios franceses mas radicales con ideas muy avanzadas para la época, calaron en los mas pobres de Paris, este grupo de miserables siguió las incendiarias proclamas del “amigo del pueblo” hacia un llamado a la violencia.

Marat, nació en Suiza, el 24 de mayo de 1743, fue asesinado el 13 de julio de 1793 por Carlotte Corday, aristócrata que supuso que su muerte pararía el baño de sangre que consumía a Francia, esa muerte no paro los ajusticiamientos que la masa cometía contra todos los que Marat, citaba en su periódico. “El poder establecido, celoso por su propia conservación impedirá cualquier equilibrio” alcanzó a escribir antes de morir.

La revolución francesa del 14 de julio de 1789, fue el cambio político más importante que sufrió Europa, altero todo el siglo XVIII. Durante el reinado de Luis XIV (1643-1715) Francia, era gobernada por una monarquía absolutista, solo el rey y la nobleza eran pos pilares de ese régimen, pero el Estado, económicamente languidecía. Luis XV bisnieto de Luis XIV, por su mal gobierno agravo la situación, hasta el estallido social en el reinado de Luis XVI.

La guillotina, era el elemento mas reconocido de la revolución francesa, el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta, partidarios y defensores del antiguo régimen, revolucionarios con ideas diferentes a los gobernantes de cada periodo fueron sus victimas.

En esos periodos de los luises, Francia, era un polvorín, los nobles sufrían dramas financieros, la Iglesia no recibía los diezmos del pueblo, la burguesía quería acceder a cargos públicos y los campesinos estaban hartos del poder feudal. Así, maduro la revolución francesa, un hecho complejo de mucho tiempo que obedecía a dificultades muy arraigadas, una conflictividad social exacerbada en las monarquías. Prácticamente, el mismo drama que hoy sufren los pueblos en vías de desarrollo con los capitalismos del imperialismo.

Las revoluciones de los últimos siglos han triunfado políticamente como decía Jean Paul Marat, no a pesar, sino porque eran superficiales con relación a la técnica y a la economía. Un proceso contra la economía sin desarrollar la industria y la soberanía alimentaria esta destinada a quedarse en lo superficial y patológico, justamente porque quiere atacar las leyes físicas y matemáticas solo con ideología, ningún hombre o mujer puede lograr una transformación de tal magnitud social solo con ideas. Las matemáticas no se desarrollan así.

La gente puede transformarse psíquicamente por las revoluciones culturales, o biológicamente por la ciencia actual, pero siempre tendrá que sostener la conservación de la energía que son los modos de la empresa planetaria, cuyas formas y modelos están matemáticamente y físicamente determinadas por el petróleo, como las formas de equilibrio desiguales, para poder hablar de una cristalización social sin desarrollar la economía sin la industria.

Las revoluciones clásicas empiezan la destrucción sistemática del capitalismo conduciéndolas hacia el capitalismo de Estado. Las revoluciones contra todo capitalismo, incluso el capitalismo de Estado, y contra toda sociedad económica conduciría a una civilización completamente nueva, en la cual la economía estaría no solo canalizada sino absorbida en un tipo de relaciones políticas y culturales enteramente original.

Una revolución social sin una revolución económica es una revolución imposible. La clave no esta en la abolición de todo lo que huele a capitalismo, sino en el perfeccionamiento de la sociedad industrial como base del desarrollo económico, no se puede tratar como aficionado en una revolución, a toda la producción industrial, o a la distribución comercial o a la organización administrativa, porque, la humanidad es un concesionario general del planeta, la vida social forma una naturaleza técnica-científica. Las revoluciones deben ser científicas desde su proceso.

Las revoluciones contra la sociedad económica no pueden triunfar, como ocurre en la actualidad, sino pueden llegar rápidamente a sustituirlas por una sociedad dedicada más a la producción económica desarrollando la industria y el mercado interno, base fundamental del socialismo científico, pensar lo contrario es conservarse eternamente en la pubertad revolucionaria.

Cierto es, que no se puede estar seguro de nada, pero la revolución francesa permitió que en todo el siglo XX, las revoluciones sociales sean volcanes en erupción. Las revoluciones del siglo XXI deben ser cordilleras en erupción por las revoluciones económicas que se requiere para poder construir los socialismos científicos, es la necesidad de la época actual.

Una revolución pacifica o armada que no produzca cambios sustanciales, con un proceso vago que parece ser simplemente la idea de un animador de la Casa de la Cultura, que quiere trasponer en la sociedad real la hazaña, a veces exitosa, consiste en arreglárselas sin el pesado socio capitalista, para producir con bajo presupuesto una obra personal.

rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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