El apagón a propósito de Corpoelec

Por paradoja los apagones han arrojado buena luz sobre la importancia estratégica de CORPOELEC y la clase obrera. El gobierno bolivariano de Maduro, pero también la opinión pública, reconocen la de los trabajadores eléctricos. Una verdad que no es nueva basta ver por el retrovisor del tiempo algo de nuestra historia reciente para constatar la importancia no sólo teórica sino literalmente práctica que juega el movimiento proletario en el desarrollo de las fuerzas productivas del siglo 21, en particular, dentro del proceso revolucionario venezolano.

Al decir esto no pensamos solamente en la famosa huelga petrolera del 36, sino en hechos más reciente como el salvamento de la producción petrolera de PDVSA, durante el gobierno bolivariano del presidente Chávez a raíz del golpe del 11 de abril acaudillado por el neofascista Carmona Estanga dirigente de FEDECAMARAS-VENAMCHAM, cuyos tentáculos alcanzaron el paro bancario, las guarimbas, la huelga indefinida decretada por los adecos Ortega-Cova y el paro petrolero del 2003 promovido por el agente imperialista de Estados Unidos Luis Guiusti. La poderosa contra ofensiva popular del 13 de abril salvó al proceso revolucionario venezolano del exterminio físico. Esta secuencia de acciones reaccionarias del capital monopolista venezolano fueron derrotadas una atrás otra por la clase trabajadora y las masas.

Como estos hechos existen muchos grandes y pequeños actos heroicos de nuestra clase obrera, por ejemplo, las aproximadamente 500 y tantas empresas tomadas por los obreros y puestas en producción del entre ellas grandes empresas como Lácteos los Andes o Válvula, Agro-patria y otras no menos importante, en las que, a pesar del saboteo interno, la burocracia y la falta de planificación integral del Estado, los trabajadores han logrado mantener e incluso en algunos casos superar la quiebra forzada de dichas empresas producto de un capital privado o público ineficiente y en decadencia, cuyos dueños y gerentes han dejado el pelero estafando a trabajadores al gobierno mismo, largándose al exterior con los fondos sociales de sus obreros. El sistema bancario es proverbial en esto de desfalcar a sus trabajadores y usuarios.

De sólo considerar esta capacidad político-económica de clase obrera venezolana, demostrada en cada coyuntura provocada por la derecha, sería una gran lección y prueba en del nivel alcanzado por la lucha política de clases en Venezuela, así como la madurez de dirección y planificación lograda por nuestro proletariado obrero-campesino.

En función de todo esto hay preguntas derivadas: ¿Qué impide que la clase trabajadora, hoy explotada y esquilmada por un capitalismo ineficiente, anárquico, en decadencia general conduzca las ramas estratégicas de la producción en Venezuela? Si esa misma capacidad obrera yace en PDVSA, las empresas básicas de Guayana, en el campo agroindustrial venezolano y otras ramas de la economía ¿Por qué no dirige la clase proletaria? ¿Quién va a creer el viejo cuento gomecista de que la clase trabajadora no entiende nada de planificación y dirección de empresas, que su papel es la del burro de carga? ¿Quedará satisfecho el proletariado con vacuos reconocimientos honoríficos, migajas compensatorias, cuando tiene ante sí la posibilidad de dirigir desde el poder popular obrero-campesino-comunal la política venezolana? Seguramente no.

Toda ayuda estatal es bienvenida, claro, pero no hablamos de eso, hablamos del objetivo histórico del proletariado en la formación del Estado-gobierno y la economía. Hablamos del poder proletario y sus aliados campesinos y comunales, de su capacidad de dirección demostrada, de que siendo la clase obrera con su fuerza de trabajo quien produce, planifica, distribuye la producción del país, debe dirigir y está en capacidad de hacerlo. De eso hablamos, si realmente queremos dar un vuelco a la peligrosa situación política actual, motorizada por un imperialismo y una derecha dispuesta a todo por echarle mano a los recursos naturales de Venezuela.

El caso concreto de los trabajadores de Corpoelec es otro buen ejemplo. No sólo la situación política del gobierno bolivariano de Maduro ante el sabotaje eléctrico organizado por los imperialistas y sus socios, sino que también salvaron la economía. Lo hicieron, así como ayer durante el sabotaje petrolero o el paro bancario, lo hizo la clase obrera petrolera, la del gas, al frente de campesinos, comuneros y soldados, convertidos en los grandes actores de la victoria, hoy son los obreros eléctricos los héroes de las jornadas antiimperialistas por el socialismo.

Ahora bien, los trabajadores de CORPOELEC, sus sindicatos, por lo menos desde el 2014, vienen denunciando los problemas políticos, organizativos y técnicos por los que atraviesas la estratégica compañía estatal, consecuencia, en general, de las ineficientes gerencias civiles y militares que la han dirigido hasta el presente.

Por lo menos un abultado dossier de investigaciones y propuestas para el correcto manejo de dicha empresa han presentado en todos los niveles del gobierno a través de la dirección Sindical de CADAFE y la Federación Eléctrica, sin que haya habido por simple educación una respuesta oficial al proyecto obrero presentado; mucho menos un plan práctico ante las demandas no sólo técnicas sino también de reivindicaciones laborales que inevitablemente afectan la productividad de la empresa eléctrica, desde los despidos injustificados, jubilaciones forzadas y contratación colectiva inconclusa, hasta reducción de personal calificado, bajos salarios, jubilaciones forzadas, violación del fuero sindical y amenazas privatizadoras por parte de los sectores neoliberales que dan vuelta alrededor de CORPOELEC.

A raíz del reciente sabotaje conocido como "el apagón", el sindicato CADAFE hizo pública nuevas propuestas para superar la crisis y estabilizar la red eléctrica nacional. Son 11 propuestas técnico-laborales de alta calificación, en las que sobresalen las ideas, los el razonamientos científico-técnicos y políticos, del por qué los trabajadores y las directivas sindicales, están en perfecta condición y disposición de dirigir solos o en sociedad con el Estado, la estratégica empresa, hoy amenazada seriamente por los planes anexionistas de Washington y sus socios monopolistas locales.

Definitivamente, el gobierno bolivariano esta frente a una gran oportunidad para demostrar con hechos irrebatibles lo que nacionalistas y socialistas declaran a diario sobre el poder popular, el nuevo Estado, el poder obrero-campesino-comunal y otras importantes consignas de lucha revolucionaria. El gobierno del presidente Maduro puede y esta en la obligación de darle un giro a la situación política. El pueblo vota y se moviliza en las calles del país por un cambio de fondo no de formas. La clase obrera como clase autónoma debe estar al frente de ese cambio anticapitalista.

Igual que en otras empresas estratégicas, PDVSA, SIDOR, FETRATEL, CORPOELEC, SIDOR etc. la clase obrera, sus técnicos, administradores, las masas comunales urbanas y rurales, han demostrado sin lugar a dudas y a pesar de las falsificaciones que sobre el control obrero y la capacidad obrera hacen a diario los medios burgueses, su indeclinable conducta de clase revolucionaria en marcha con el actual proceso revolucionario, su capacidad, su experiencia para dirigir la producción y controlar las empresas estratégicas públicas o privadas, constituyendo la garantía de que el saboteo, la anarquía de precios, el boicot del transporte y las corruptelas no pasaran si la clase proletaria esta al frente de dichas empresas. El proletariado debe dirigir, está en capacidad de hacerlo. Esa, no otra, es la solución histórica ante el caos de la crisis capitalista y los fracasos políticos del reformismo en la lucha de clases venezolana.

¿Por qué entonces el gobierno bolivariano no da una respuesta indiscutible de cambio rompiendo con el método de dirección burocrático individualista, que tan pésimo ha resultado dentro del estado nacionalista? Como dice el pueblo no es justo acordarse de Santa Bárbara sólo cuando truena.



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