O la importancia de "mirar por el retrovisor"

Volviendo al archivo petrolero

La sensación de que he esgrimido los mismos argumentos en oportunidades anteriores me llevó a revisar los artículos insertos en mi libro "Crítica Petrolera Contemporánea" ¿Predicando en el desierto? Crónicas Disidentes Sobre la Apertura y el Poder Petrolero (1996-1999, CDCH UCV) con el propósito de incorporar argumentos madurados por el tiempo a los debates contemporáneos.

Vistos a la distancia y aun considerando el cambio de algunas circunstancias, reconozco que en esos trabajos se encuentra la esencia de mis planeamientos actuales, razón por la cual publiqué hace una semana dos artículos de enero de 1997 y enero de 1998, agrupados como "Viejos argumentos para un debate permanente".

Quienes desprecian la historia consideran que no hay nada que buscar en las lecciones del pasado y que ellas no sirven para construir el futuro. Desde luego que no comparto esas "modernas ideas" del polemista que ha atacado recurrentemente y ad hominem mis artículos en Aporrea. Alguien que desdeña tanto al pasado que ignora que el segundo apellido de Pérez Alfonzo se escribe con "z".

En esta oportunidad y sin más, ofrezco dos muestras sucesivas, de la misma fuente y que datan del 7 y 16 de junio de 1997, respectivamente.

En ellos me llamó la atención el hecho de que ya entonces hice referencia al hundimiento del Titanic, con cuyos músicos titulé el trabajo del 20 de mayo pasado, sin suponer, desde luego, que hubiera algún lector desconocedor de esa historia y que necesitara traducción del símil. Y mucho menos, como se evidencia del escrito polémico al que aludo, que tuviera que apelar a Wikipedia para enterarse de los detalles.

Pero estaba equivocado y debo decir, en honor a ese lector ignorante, que el sentido de esa referencia no es sólo al naufragio, que también valdría, dadas las circunstancias actuales, sino al hecho de que nadie escucha, ocupados en sobrevivir. Y, en verdad, tiene mucho que ver con el subtítulo general de mi libro de 1999, tal como cito al inicio de estas líneas: "Predicando en el desierto". Lo cierto es que con esas citas quiero expresar que, de alguna manera, no me abandona la amarga percepción de la tragedia, que entonces se gestaba y en la que ahora estamos inmersos. Y trato de dilucidar la evolución de procesos que se iniciaron hace más de cuatro décadas, de revelar sus causas, multifactoriales, por más que algunos acudan, sin un asomo de espíritu autocrítico, al consuelo onanista de atribuir todas las causas de esa catástrofe a los enemigos de la patria y a los ignorantes desconocedores de las complejidades técnicas, como el suscrito.

Debo hacer una advertencia de estilo:

Como se puede observar en los textos transcritos, en otros tiempos acostumbraba a usar el "nosotros" y el "nuestros" mayestáticos para referirme a mí mismo y a mis propios planteamientos, pero he debido abandonar esos giros discursivos petulantes, dadas las sospechas que levanté en el polemista ignorante, quien, a falta de otros argumentos, inquirió, al más puro estilo del espía ruso margariteño, sobre quiénes serían mis cómplices, lo cual "pronto sería revelado".

 

"Tercera Ronda", otra vuelta del camino... hacia la desnacionalización

FUNDAPATRIA 7 de junio de 1997

Esta vez debemos comenzar con un referencia personal, que viene al caso cuando alguna gente pregunta ¿Y con este éxito, van Uds. a seguir negando los logros de la apertura? Porque, en verdad, sostener posiciones críticas o disidentes en materia petrolera no es nada cómodo. Nadie gusta de Casandras, ni de profetas del desastre, y mucho menos, a las puertas del cielo de un nuevo "boom" petrolero. La magnitud del poder petrolero es, en todos los sentidos, aplastante. Y muchas veces nos asalta la sensación de estar queriendo secar un lago con una con una cucharilla... o achicando al Titanic. Desde luego, no faltan las dudas sobre la utilidad real de estas disquisiciones y la certeza de su fundamentación.

Pero cuando contemplamos espectáculos como los de la Tercera Ronda de licitación de convenios de operación de campos "marginales" y la euforia del mundo político nacional por los dos millardos de dólares recolectados, la adrenalina nos compele a reasumir el papel de aguafiestas.

Lo primero que viene a nuestra mente al observar el acompasado "paso de vencedores" con el cual entraron a Miraflores el Ministro Arrieta y el Presidente de PDVSA Giusti para presentar el parte de la batalla ante el Jefe Supremo, es aquella rueda de prensa desde Nueva York con la cual el Ministro de Hacienda de la administración Lusinchi anunciara al país la firma "del mejor refinanciamiento del mundo".

Y es que nuevamente nos encontramos ante una presentación edulcorada, una utilización de toda la técnica de George Lucas y Steven Spielberg para presentarnos como gloriosa una vergonzosa jornada: la continuación del desmantelamiento de PDVSA, de nuestra empresa petrolera, a precios de gallina flaca.

Pero si la técnica de fabricar mundos fantásticos es el principal instrumento de esta añagaza, la condición necesaria de su éxito es la ignorancia generalizada y el desinterés de la dirigencia política nacional, que reiteradamente hemos denunciado y constituyen razón de ser de estos "Apuntes...". Sin olvidar el alto grado de responsabilidad de los cómplices, aquéllos que no siendo ignorantes en la materia, prefieren callar y participar del festín.

Para ponerle pruebas al canto debemos pedir la anuencia del lector para exponer algunos abstrusos elementos de la ciencia infusa de los petroleros y la manera como la están manejando en el caso que nos ocupa.

En primer lugar, sobre el concepto de "campo marginal" o inactivo. Estos fueron campos que por diversas circunstancias fueron cerrados en la era de las concesiones.

La causa principal fue la conveniencia de las concesionarias, las cuales disponían entonces de campos mucho más productivos y cuyo interés era maximizar la eficiencia de su inversión. Ello se intensificó después de oficializarse y adquirir rango constitucional la política de "no más concesiones" de J.P. Pérez Alfonzo, ante la cual la respuesta de las concesionarias fue forzar la producción en los campos más prolíficos, para extraer la mayor cantidad posible de petróleo antes del término del lapso concesionario -término que se iniciaba en 1983.

Otra causa fue la acción -o reacción- del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, que ordenaba cerrar aquellos campos que estaban siendo producidos en condiciones lesivas para la recuperación a largo plazo del yacimiento, en particular, por la violación de la relación gas/petróleo, supremo indicador de la explotación eficiente de un campo.

Pero ninguna de estas dos causas decretaba la inutilidad definitiva de los campos en cuestión, y mucho menos, a la luz de los desarrollos tecnológicos producidos en los más de 20 años transcurridos desde el momento en que tales campos fueron cerrados. De hecho, en el transcurso de esas dos décadas, que son las de la nacionalización, el país hubo de correr con todos los costos de "recuperación secundaria": inyección de vapor o gas, reparación y reacondicionamiento de casi dos decenas de miles de pozos en un centenar de campos. Y ha sido de esa costosa "vigorización" -que precisamente querían eludir las transnacionales- más que de los nuevos descubrimientos del Norte de Monagas y otros sitios, de donde ha salido el grueso del incremento de la producción venezolana, que pasó de un piso de 1 millón 800 mil barriles diarios de principios de los años 80 hasta los 3 millones trescientos mil b/d alcanzados desde los meses finales del año pasado.

De tal manera que si en sus tiempos las concesionarias cerraron campos productores de miles de barriles diarios, fue para concentrarse en aquellos que producían decenas miles. Esos campos productores de miles de barriles entran perfectamente dentro del rango promedio de nuestra producción contemporánea y para nada son "marginales".

Así se comenzó a comprobar con los campos de la primera ronda de convenios operativos y, de manera destacada, con los resultados obtenidos por British Petroleum en el campo "marginal" de Pedernales, donde la producción actual sobrepasa los 40.000 barriles diarios y las expectativas -anunciadas inicialmente pero luego acalladas- son de alcanzar, en ese sólo campo, una producción similar a la de Ecuador, antiguo miembro de la OPEP, superior a los 200.000 barriles diarios.

Desde entonces se ha impuesto la discreta denominación de "maduros o inactivos" para sustituir a la evidentemente impropia de "marginales".

Y así lo confirman públicamente y después de haber "hecho la gracia" los propios "cálculos conservadores de PDVSA" sobre una producción de 350 mil barriles diarios dentro de cinco años en los campos de esta tercera ronda. (El Universal, 8/6/97, pág. 1-2)

Los funcionarios de las empresas ganadoras de las licitaciones estiman, por el contrario, que la producción podría llegar a 650 mil barriles diarios en tres o cuatro años (El Nacional, 8/6/97, pág. E-12)

Si aceptamos que esos niveles se alcanzarán a partir del quinto año y que se mantendrán constantes durante los restantes quince años del convenio, se puede estimar que los consorcios ganadores obtuvieron acceso a esas reservas a un costo que va desde 61 centavos de dólar por barril hasta 1,13 $/bl.

Por otro lado, si al total de 2.171,6 millones de dólares del "Factor de Valorización" le sumamos el estimado de inversiones que hace PDVSA de 5 mil millones de dólares y ese total lo dividimos por el también estimado preliminar de 4 mil millones de barriles de reservas recuperables, tendremos un indicador del costo unitario promedio de la conversión de esas reservas en capacidad potencial de producción : 1,79 $/bl.

Estos cálculos preliminares y las posibilidades de hacerlos más atractivos mencionadas por los propios inversionistas, explican el entusiasmo de éstos a la hora de ofrecer unos aparentemente "exagerados" bonos para ganar las licitaciones de los contratos operativos de esta "Tercera Ronda", los cuales fueron presentados a los venezolanos, al igual que las asociaciones estratégicas y los convenios para la explotación bajo el esquema de ganancias compartidas, como instrumentos para atraer al renuente capital petrolero internacional para que "compartiera el alto riesgo" de nuestros campos petroleros.

Por el contrario, se ha materializado una vez más la voluntad de liquidación de PDVSA como concepto: la conversión de nuestra empresa estatal en oficina consular para facilitar el ingreso del capital extranjero y dar paso, nuevamente, al control privado sobre los recursos hidrocarburíferos de la Nación.

Mientras esto sucede en el mundo real, los próceres de la politiquería nacional han comenzado la rebatiña de las migajas, peleando entre ellos por el destino de esos pírricos dos mil millones... La cúpula PDVSA, ha enfriado esos arrestos distributivos al establecer su tajada, dictaminando que esos recursos no pasaran al Fisco directamente, sino que serán declarados como ingresos operativos para pagar solamente el 66,67% correspondiente al Impuesto Sobre la Renta.

Otras consideraciones que nos merece esta auténtica noche de los cuchillos largos de las transnacionales -y sus cónsules criollos- sobre el petróleo venezolano, alcanzan para llenar otro "Apunte..." y así lo haremos para no atosigar a nuestros lectores.

 

A propósito de una polémica sobre los conceptos "entrega" y "desnacionalización"

FUNDAPATRIA 16 de junio de 1997

En nuestro anterior "Apuntes..." anunciábamos que continuaríamos la reláfica sobre el desmantelamiento de PDVSA y su capítulo más reciente, que no el último, la Tercera Ronda de Convenios Operativos, abundando en otros detalles sobre ese proceso. Pero... la ocasión la pintan calva, la "Tercera Ronda" ha producido distintas expresiones, que van desde la euforia y el triunfalismo, hasta la crítica y condena por su carácter desnacionalizador, y nosotros nos sentimos compelidos a aprovechar la más provocativa de esas reacciones:

A Alberto Quirós Corradi no le gusta que se califique como "entrega" a un proceso no tiene otro nombre: la entrega de los campos maduros licitados en la Tercera Ronda para su operación por compañías extranjeras. Y por ese disgusto cubre de calificativos ignominiosos -entre ellos el de ignorantes- al Dr. Ernesto Mayz Vallenilla... y a "los que piensan como él". El Dr. Mayz no tiene por qué rebajarse a "casar" esta pelea callejera; en fin de cuentas, "el águila no caza moscas". Pero nosotros, que estamos en la calle del debate petrolero y que nos sentimos aludidos cuando Quirós menciona a "los que piensan como él" debemos decir algunas cosas.

Quirós confunde -a propósito y haciéndose el inocente- "entrega" con traspaso de propiedad. Y pretende olvidar que el concepto entrega, pertinentemente aplicado en éste y en todas las demás manifestaciones de la "apertura petrolera", tiene otras connotaciones fundamentales, que se relacionan con el desmantelamiento de la capacidad de control y fiscalización del Estado venezolano sobre sus recursos de hidrocarburos, al liquidarse el Ministerio de Energía y Minas. Que tienen que ver con la eliminación del Valor Fiscal de Exportación y el envilecimiento y práctica anulación de la Regalía en los contratos con compañías extranjeras. Es decir, con la minimización de los principales instrumentos del Estado para hacer valer su condición de propietario.

Quirós olvida que nunca, ni siquiera en la época de las concesiones, el petróleo perdió su condición de propiedad nacional. Al otorgar concesiones se establecieron condiciones que materializaban -mal que bien- una remuneración a la Nación por la liquidación de un patrimonio suyo: tal es la naturaleza de la Regalía. Esa remuneración del Estado por ceder la propiedad de los hidrocarburos extraídos, que no de los yacimientos, creció desde 1920 hasta 1975, año en el cual el Valor Fiscal de Exportación alcanzó el 30%, el Impuesto Sobre la Renta al 70% y el Ministerio de Minas e Hidrocarburos era un formidable aparato de control del patrimonio colectivo, contando en su nómina con varios centenares de técnicos y profesionales de alto nivel, especializados en esa actividad.

En ningún momento de este siglo se planteó conceder la titularidad de la propiedad de los yacimientos a individuos o compañías privadas, como si se pretende ahora, cuando Quirós propone "repartir" el capital accionario de PDVSA entre cada uno de sus propietarios -los venezolanos- quienes ejercen hoy esa propiedad a título colectivo a través del Estado. Quirós arguye, para fundamentar su propuesta, la falacia de que sólo así podrán los venezolanos ejercer su derecho de propiedad individual... sobre todo su derecho a canjear esas acciones por los víveres, automóviles, viviendas y electrodomésticos de los cuales carecen, y su derecho a desheredar a sus descendientes.

Las condiciones políticas actuales, y los restos de dignidad que aún quedan en algunas colectividades políticas, han impedido que prospere esta propuesta de "entrega" accionaria, que concluiría, en breve plazo, con el traspaso del control absoluto sobre los yacimientos petroleros venezolanos a manos de las transnacionales del ramo.

Pero "la entrega" sigue planteada y se propone y ejecuta todos los días, paso a paso pero con un rumbo seguro : la desnacionalización de nuestro principal patrimonio colectivo y la liquidación de PDVSA en tanto que empresa estatal hasta convertirla en consulado de los grandes intereses petroleros internacionales : Esa es la ruta de la "internacionalización", el "outsorcing", el Proyecto Cristóbal Colón, la asociaciones estratégicas, los convenios de asociación para la producción bajo el esquema de ganancias compartidas y los convenios operativos, tal como han sido diseñados por la cúpula antiestatal de PDVSA, con la omisión cómplice de los Poderes Ejecutivo y Legislativo.

En general, de lo que se trata es de que hemos abierto las puertas de la industria petrolera en inmejorables condiciones para el capital extranjero. Condiciones que no se ofrecen en ningún otro país del mundo petrolero y por esa razón centenares de empresas se vuelcan sobre Venezuela tratando por todos los medios, lícitos o no, de obtener una participación en esta barata.

Y no se trata solamente del bajo costo de adquisición de reservas probadas, probables o posibles, sino también, y como decíamos al principio de estas líneas, de la liquidación de todo el sistema de control y fiscalización de las actividades de hidrocarburos instaurado desde hace 77 años en el país.

Nunca es ocioso insistir a este respecto: la conversión del Ministerio de Energía y Minas en un cascarón vacío, con un Ministro que actúa como muñeco de ventrílocuo de PDVSA, ha dejado al país desguarnecido de lo que fue un ejercicio permanente de soberanía sobre nuestros recursos de hidrocarburos.

La eliminación de un instrumento como los Valores Fiscales de Exportación, diseñado para garantizar un adecuado nivel de Impuesto Sobre la Renta y contrarrestar las maniobras contables de los consorcios extranjeros, sobre todo en la manipulación de los costos, comporta un sacrificio fiscal de varias decenas de miles de millones de dólares en los próximos 5 años y lo que es peor aún, los beneficiarios de ese sacrificio van a ser, fundamentalmente, las corporaciones extranjeras invitadas a la nueva "danza de las concesiones" petroleras.

La minimización del pago de la Regalía, reducida hasta un 1% cuando los "operadores" declaren que su Tasa Interna de Retorno es inferior a 12%, -resultado que será el más probable, desde luego, así está planificado, si se consideran las depreciaciones aceleradas y los inflados gastos de exploración y desarrollo que se les reconocerán- no es otra cosa que la liquidación del último baluarte de nuestra condición de Nación propietaria de los hidrocarburos.

Se trata, precisamente, de que se quiere convertir al petróleo en un bien mostrenco, de libre aprovechamiento; es decir, cambiar la naturaleza jurídica de lo que hoy es propiedad colectiva, para hacerla propiedad de nadie, "res nullius", porque así lo exigen las fuerzas que dominan el mercado globalizado contemporáneo.

Por esto es por lo que sostenemos que si tiene razón Mayz Vallenilla cuando dice que "es triste e indignante el proceder de PDVSA"... aunque debamos aclarar que no se trata de PDVSA como un todo, sino de su cúpula gerencial, de quienes ejercen la representación pública de la empresa, aquellos antiguos Creole-men y Shell-men que exigen y devengan sueldos de gerentes de empresa transnacional y se ofenden cuando se les etiqueta como funcionarios públicos.

Es en verdad indigno el comportamiento de un funcionario público que utiliza esa posición para promover el negocio privado en detrimento de los intereses colectivos. Para exigir rebajas de impuestos en nombre de la autonomía operativa y el flujo de caja. Para promover políticas contrarias a las formal y oficialmente aceptadas: forzar la producción para romper a la OPEP, abandonando la política de defensa de los precios y vendiendo un inviable escenario de "conquista de mercados". Gerentes de mentalidad privatista a la cabeza de una empresa pública, que engatusan al Congreso, liquidan al Ministerio que los fiscaliza, eluden las inspecciones de la Contraloría General, pero no tienen secretos para Ven-Am-Cham y FEDECAMARAS.



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Carlos Mendoza Potellá

Economista. Investigador Petrolero. Docente. Blog: http://petroleovenezolano.blogspot.com

 cmendop@gmail.com      @cmendop

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