Segunda dialéctica del petróleo: fin del rentismo, el cambio generacional global

El petróleo es un producto flexible. En la primera dialéctica del petróleo fuimos engañados por 100 años. Se nos hizo creer en el cantico de sirena que el petróleo era un producto no producido, y aun el mundo económico colonial sigue entrabado en esa negación.

Dejando atrás la forma de dominación, proyectemos la observación hacia el futuro. El agotamiento de la ideología neoliberal es inexorable, evidencia de tal afirmación se fundamenta en la crisis estructural del capitalismo como metabolismo del pensamiento neoliberal, metabolismo que vamos a develar aquí.

En esta segunda historia del petróleo, producto flexible, las reservas probadas y no probadas, así como los inventarios son los motores del decurso. Entraremos en una pugna por la certificación de reservas a escala global. Lo que significa la agonía del petróleo como fuente energética fósil por excelencia. Así fue el caso del carbón cuando llegó el polifacético petróleo, polifacético por su valor de uso.

Así mismo, las nuevas formas tecnológicas de extracción de crudo son más eficaces, y las formas alternativas de generación enérgica limpia manifiestan una relación costo – beneficio más favorable. En esto Venezuela anda muy rezagada con costos de producción relativamente altos para los niveles de precios en el mediano plazo. Por el contrario, el reino saudí se esfuerza en la actualización tecnológica mediante una audaz estrategia para superar su rentismo, y retraso tecnológico.

A todo este proceso de cambios hay que agregar el cambio en la conciencia consumidora de los grandes centros de la demanda energética mundial. A causa del poder adquisitivo real en las naciones industrializadas la ambición se ha ido auto regularizando, así como cierto interés por la defensa del clima aparece, aunado al pánico por otra crisis financiera, la cual está allí latente. La prudencia categórica ha ido ganándole el terreno a la codicia, como voluntad de poder consumir más.

El elemento impulsor del progreso en las naciones industrializadas se ha ido estancando: ya la codicia no es tan fácilmente exaltada por la publicidad lujuriosa en los medios de comunicación y producciones cinematográficas. La codicia expresada como consumo interno y su relación con el producto interno bruto, es decir, el crecimiento infinito (opulencia) ya no es infinito. Este es el metabolismo capitalista. Ya sólo se acumula dinero sobre dinero (avaricia), y como diría Robert Kurz: "el dinero se volvió desempleado", es decir, perezoso.

La crisis del capitalismo no es sólo estructural, entendida por los gigas-monopolios, reyes de la globalización, sino también funcional hacia lo interno de su creador: el ser humano. Acudimos a un cambio generacional global.

En este momento crucial de la historia humana se encuentra Venezuela, inmersa en un proyecto que si algo bueno y nuevo nos ha traído es la necesidad de un cambio en nuestra conciencia.

Pero muchos de nosotros no alcanzamos a observar la película del pasado y futuro. Queremos un cambio de circunstancias pero no necesariamente de mentalidad, y menos de conciencia. Queremos a la vieja Venezuela, la engañada de siempre, como hoy aun es por medio del proyecto corrompido. La Venezuela rentista se agotó hace tiempo. Hay que crear nuevas políticas y audaces estrategias.

"Sólo el pueblo virtuoso se salva"



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Edwin Medina


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