Filosofía y formación docente, 56 años en la UPEL IPB

Parece que no todos en la UPEL-IPB comprender la importancia del Departamento de Formación Docente y sus tres áreas de formación general y pedagógica, Teoría Educativa, Ciencias de la Conducta y Tecnología Educativa; pero viejos maestros ya jubilados o que han trascendido, lo han tenido como el eje ordenador de las diversas careras de pedagogía.

En ese sentido, nos pareció muy reveladora para la valoración integral del mismo la Tesis Doctoral en Educación, desarrollada en el Programa Interinstitucional de Doctorado UCLA, UNEXPO, UPEL (PIDE), cuyo propósito fue textualmente "interpretar el sentido" que profesores y alumnos asignan a la unidad curricular Filosofía (Introducción a la filosofía, Filosofía de la educación, Epistemología y Educación, Ética y docencia … diseño 1996), administrada por el Departamento de Formación Docente en su área Teoría Educativa, del Instituto Pedagógico de Barquisimeto, núcleo en centro occidente de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, en el tiempo contemporáneo; el principal propósito de la disertación doctoral presentada en 207 por la Profesora, Magister y ahora flamante Dra. Ruth Pérez.

Lo recordamos nuevamente a propósito del LVI Aniversario del referido departamento, pues es un documento presentado públicamente en el aforo académico regional y local que puede tener una amplia pertinencia en la actualidad y cambios de los sistemas educativos y modelos de enseñanza, llamado bimodales, semipresenciales o asistidos tecnológicamente con mecanismos electrónicos, etc. Así, la apreciada profesora Pérez señala que seleccionó intencionalmente a las personas entrevistadas, académicos y estudiantes.

Aquellos que por cercanía profesional y afecto estuvieron dispuestos a exponer sus impresiones, de acuerdo al paradigma interpretativo-vivencial, siguiendo la metodología fenomenología-hermenéutica, ya que se trata de interpretar flujos de conciencia sobre dimensiones de un tópico teórico (la enseñanza-aprendizaje de la Filosofía) en tanto que recurso intelectual necesario con fines de alcanzar una más adecuada formación teórica-práctica del componente de pensamiento crítico, la autonomía moral y el espíritu racional-científico; ello frente a tanta bagatela ideológica-política que ofrece la quincalla de la actual "Cultura del espectáculo", como lo sugiere en libro reciente el nobel de literatura y pensador liberal don Mario Vargas Llosa; que, en síntesis, representa un estado de cosas definido en una palabra: superficialidad.

En función de lo anterior, la Doctora Ruth Pérez, comenta que realizó "entrevistas en profundidad" y recogió testimonios en "grupos focales", siendo la orientación teórica el "interaccionismo simbólico" y el lenguaje, mediante lo cual los actores sociales involucrados construyeron "su" realidad, en tanto que profesores de Filosofía en diversas especialidades de la carrera docente, evidenciada en la técnica de triangulación y categorización; de allí emergieron las lógicas de sentido: "saber trascendental en la UPEL-IPB; Elevar el espíritu educador; El arte de filosofar"; también las dicotomías entre la "Didáctica General" y la "Didáctica de la Especialidad"; lo que, a su vez, remite a una cierta "Problemática Curricular en torno a la Filosofía en la formación docente de la UPEL-IPB", entendida como "Desafío", pues, como ya se ha dicho en este texto, la referida tradición de pensamiento occidental propende a la experiencia de ser docentes reflexivos y críticos.

Veamos a continuación algunos testimoniales y reflexiones de la Dra. Pérez, en una tesis doctoral que tiene la rara virtud de "ser leíble", no aburre, sino que avanza amablemente sus preguntas y argumentaciones:

"La formación filosófica constituye parte del ideal de la educación que los diseñadores del currículo de la UPEL-IPB concibieron para la preparación de los futuros docentes de las diferentes especialidades en los distintos niveles y modalidades del sistema educativo venezolano. De ahí que la malla curricular del plan de estudios vigente incluye los cursos Introducción a la Filosofía y Filosofía de la Educación, cuyo propósito apunta a la consolidación del pensamiento reflexivo y crítico de los participantes, de modo que al egresar de la UPEL-IPB, gracias a la formación filosófica recibida, logren ser buenos maestros, aunque no sean filósofos de carrera".

"Tal como lo concibe en sus documentos fundacionales y sus instrumentos curriculares (programas de curso) y en correspondencia con ese ideal propuesto, la UPEL-IPB se esfuerza por ofrecer la enseñanza de nociones básicas de filosofía como un espacio para ayudar a pensar, conocer y hacer la educación. De acuerdo con la fundamentación del Programa de Introducción a la Filosofía (UPEL-IPB, 2010) se trata de construir un escenario de aprendizaje constante, de pensamiento crítico, de modo que el futuro docente asuma su responsabilidad intelectual con sentido académico en la búsqueda de soluciones y respuestas a los asuntos principales que le atañen. Precisamente, desde ese escenario, indagué acerca de las percepciones y visiones que han venido construyendo docentes y estudiantes sobre la filosofía y el sentido que tiene ésta la tarea de filosofar, para un docente".

"De cara a esa teleología, entendida como los propósitos perseguidos en este estudio, entrevisté a algunos estudiantes y facilitadores de nuestra universidad, a quienes escogí intencionalmente en razón de lo mucho que tenían por decir sobre el aporte que ofrecen los cursos de Filosofía contemplados en la malla curricular de la UPEL-IPB para la formación de los futuros profesionales de la docencia. En los testimonios recabados, los facilitadores de los cursos dieron relevancia a una apropiada formación filosófica para los egresados, mientras que los participantes expresaron opiniones controvertidas. Uno de estos, Anderson, fue muy elocuente al comentar":

Preguntarse hoy día quién soy, para nosotros, jóvenes, es una tontería saberlo. Porque, "¿qué me importa o qué le importa a alguien quién sea yo? Lo que importa es que yo tenga dinero, o sea, es adaptarme a la realidad social, al contexto que tengo". Por eso, en esos inicios de la carrera, la filosofía se toma como que: "no me sirve para nada", o "voy a hacer un ensayo, un escrito porque me lo está pidiendo el profesor". Es como decir "apruébame y ya está. ¿Para qué quiero ahora profundizar más en la filosofía?". Entonces, el que se dedica a la filosofía ya es otro tipo de persona diferente a mí; "él es el intelectual, el que va más a lo profundo, y a mí como no me importa ir a lo profundo, sino graduarme rápido, ¿para qué voy a profundizar?"

"Este testimonio refleja la inconformidad que algunos de los estudiantes sienten respecto a la ubicación del curso Introducción a la Filosofía al inicio de la carrera, dado que en esa fase tan temprana de la carrera aún no le encuentran sentido ni a la filosofía y mucho menos a filosofar, dado que los objetivos aquí planteados no entran en la gama de sus intereses cognitivos, ni personales, de ahí que la suelen menospreciar Su percepción es que el filósofo es un intelectual, mientras que el estudiante responde a las exigencias básicas de su entorno social. Surgió una primera gran inquietud sobre la cual comentaron casi todos los actores sociales: ¿Qué sentido tiene la enseñanza de la Filosofía para los estudiantes en tanto futuros docentes y para los facilitadores que administran tales cursos orientados a enseñarles a filosofar?"

"" Otro asunto que inquieta a Anderson es la escasa alineación de la evaluación de los contenidos de los cursos de Filosofía con los propósitos del correspondiente Programa Analítico. Sus aseveraciones coinciden con las de Edward, quien en el siguiente relato cuenta su experiencia personal":

Considero que la formación fue muy superficial, porque no hubo una profundidad en la información. Recuerdo muy pocas cosas del curso Introducción a la Filosofía, sobre todo, el tratamiento que se le da a las corrientes filosóficas. Se usa mucha guía y mucha lectura de textos en físico; se trabaja en glosarios de términos. Esto es fundamental, pero a veces no es significativo. ¿Qué hago yo con elaborar un glosario con 100, 200 palabras? Aún en la universidad uno se sigue preguntando para qué nos sirve esta asignatura al final. Cuando la gente no le consigue el sentido, pareciera que le da igual, que no le interesa si aprende o no aprende, y no le importa que luego pudiera necesitar esos conocimientos para hacer estudios filosóficos a profundidad.

"Este actor social, en coincidencia con Anderson, reiteró la pregunta acerca del fin último de la filosofía para los estudiantes de la UPEL. Además, apuntó a la poca efectividad de las estrategias didácticas, en el logro de la difícil tarea planteada en el Programa Analítico del curso. Por tal razón, creí prudente ahondar en el propósito y contenido del curso, en las estrategias didácticas y de evaluación y en la profundidad de los contenidos de los programas de Filosofía de cara al futuro ejercicio profesional de los estudiantes, porque de acuerdo con los testimonios de los actores sociales, ya avizoraba en ellos algunas posibles categorías de esta investigación".

"La inquietud que sentí a raíz de los planteamientos de los estudiantes Anderson y Edward, en cuanto al aporte de los cursos de Filosofía para los futuros docentes me llevó a conversar con el profesor Giovanny, un docente de esta área, quien comentó lo siguiente":

Todo el andamiaje que se ha construido en la sociedad occidental y el andamiaje de las instituciones, costumbres y tradiciones que intenta construir la moral occidental, tienen un trasfondo filosófico y no se soportarían sin él. La única forma de cambiar las cosas es cambiando ese trasfondo filosófico. En la medida en que el futuro docente aprende Filosofía, va adquiriendo esa herramienta primaria, esa luz especial que le permite ver las bases e ir a los fundamentos. Quien no tenga esos conocimientos, siempre estará en la superficie, en lo inmediato y la visión que tenga, las soluciones y las propuestas, siempre se ubicarán en lo superficial y no irá al fondo. Creo que eso es lo vital y lo aporta la filosofía. Estoy convencido de que si algo lleva al ser humano a la trascendencia como ser humano es el conocimiento filosófico.

"La postura del profesor Giovanny apuntó a la valoración del sentido de los cursos de Filosofía para los futuros profesionales de la docencia, y a la necesidad de invitar al participante a buscar los elementos que amerita para reflexionar sobre el fondo de las cosas, y dejar de actuar de manera operativa. En ello escasamente coincidió con Anderson y Edward, quienes señalan que algunos estudiantes de los primeros semestres restan relevancia al conocimiento filosófico para el ejercicio de la profesión docente; inclusive hay otros estudiantes que aducen que hay médicos, ingenieros, políticos, entre otros, que no poseen formación filosófica formal y no por ello dejan de ser profesionalmente exitosos".

"¿Cabría la posibilidad de que los profesionales distintos a los docentes hayan aprendido a filosofar de forma autogestionaria o hayan aprendido a vivir sin interrogarse sobre el sentido que tiene lo que hacen? ¿Hasta qué punto podría compararse la delicada misión de los educadores con cualquier otro oficio, por relevante que éste sea? En la fase de acopio de información, emergió repetidamente lo atinente a la trascendencia o no de la formación filosófica de cara al ejercicio de la docencia. Al respecto, la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, a través del Doctorado en Educación, se dispone a generar conocimiento teórico-interpretativo, para dar respuestas orientadas al mejoramiento de la calidad de la educación, en todas sus aristas y desde la complejidad que esta encierra".

"La manera como algunos docentes enseñan Filosofía, por ejemplo, es parte de esa complejidad y preocupa tanto a estudiantes como a docentes. En una de nuestras acostumbradas conversaciones, el profesor Giovanny destacó lo siguiente":

Aquí se le da muy poca importancia a lo didáctico. El escaso manejo del contenido filosófico se une a una especie de desprecio hacia lo didáctico, lo cual genera una situación muy compleja. Y mi respuesta siempre ha sido leer mucha filosofía y a la par buscar respuestas a esta situación.

"Surge nuevamente la didáctica, esta vez imbricada con la falta de formación filosófica por parte de ciertos docentes del área, realmente poco duchos en los contenidos de los Programas que deben administrar. Fallar en el cómo de la enseñanza no estar preparados para el qué son circunstancias que no pasan desapercibidas por los estudiantes, sea cual sea su condición intelectual. El profesor Giovanny confiesa haber buscado alternativas para la enseñanza de la filosofía, que lucen interesantes de compartir":

Hablando en términos de investigación, mi hipótesis ha sido que una forma eficiente de lograr una enseñanza de la filosofía que cumpla con lo que te he nombrado es mediante la construcción de textos de filosofía dirigidos específicamente a los futuros docentes. Desde mi experiencia, yo trato de llevar esos contenidos a un lenguaje claro, donde no se pierda el sentido filosófico y que sea accesible a los estudiantes. Eso me ha dado mucha satisfacción.

Es notable que el informante clave se esfuerza por la producción propia de textos filosóficos contextualizados en el quehacer docente, a fin de que el estudiante de la UPEL-IPB encuentre en tales textos específicamente aquello que, según los Programas de Curso, la filosofía ha de aportarle a su formación profesional. La elaboración de textos de filosofía dirigidos a la formación docente constituye así un aporte sustantivo en la enseñanza del filosofar dirigida al docente en formación, por cuanto reduce la muy reiterada desorientación, incertidumbre e imprecisión que padecen los estudiantes cuando se les solicita indagar en la bibliografía y en los portales web sugeridos para la obtención de la información.

Esa loable contribución dada por el precitado actor social, supone un arduo trabajo, ya que exige una detenida reflexión teleológica, didáctica y pedagógica. Asimismo, el aporte del profesor citado nos remite a reflexionar sobre una realidad que los autores han denominado escritura epistémica. Entre los estudiosos del tema se encuentra Castelló (2005), quien asegura que es importante atender al contexto social y cultural en el que un texto se elabora; así mismo es imperante a atender al móvil personal y a las actitudes vinculadas con el proceso de escritura, por cuanto son elementos constituyentes y determinantes presentes en el proceso cognitivo implícito en la escritura.

Al ser así, todo texto producido está contenido en una esfera social, cultural, política y, en el caso que nos ocupa, pedagógica y educativa. En ese sentido, la producción de texto para la formación filosófica de los potenciales docentes está enfocada en un ámbito singular, propio de quien irrenunciablemente ha de recibir conocimientos de filosofía que susciten en él la capacidad crítica y reflexiva necesaria en todo educador. Asimismo, tales textos requieren estar adheridos a las características propias del modelo de formación docente adoptado por la Universidad, así como a los rasgos particulares (sociales, morales, culturales) de la juvenil población que se forma en nuestra Alma Mater.

En otro orden, el ejercicio de filosofar, sobre todo para las mentes más juveniles, pareciera resultar oficio fútil reservado para sujetos de alta talla académica, de cabello encanecido y piel curtida por los años, grupo al cual aquéllos aún no pertenecen. Conquistar ese rebelde, ingenioso y resistente espíritu joven que no se anima a filosofar implica una ardua tarea de enamoramiento por parte del docente. Dentro de esas mismas conversaciones con los estudiantes emerge frecuentemente la tendencia del docente de imponer su perspectiva, sin dar oportunidad a que el estudiante haga, aunque sea el "amago" de pensar por sí mismo. Anderson lo expuso en los siguientes términos:

Tuve la oportunidad de ver Filosofía con una profesora cristiana. Su modo de ver la filosofía es como que la religión o su creencia también va implicada en la enseñanza de la filosofía. También vi esa materia con un profesor totalmente ateo. Entonces son dos mundos distintos, dos experiencias distintas de ver la disciplina. Sin embargo, sacando tanto el aspecto político como el religioso vemos que, ciertamente, la filosofía va ligadísima a la educación, igual que la Psicología y otras ramas.

Al leer este fragmento, interpreto que el participante se percata de las orientaciones ideológicas de sus profesores de Filosofía por la forma en que éstos conducen los cursos y porque tratan de imponerle una dirección de pensamiento específica, que es precisamente la suya. Encontrar cierta apertura hacia la cuestión filosófica en el grupo es una oportunidad que valdría la pena aprovechar, en aras de su formación para el ejercicio profesional.

Me he preguntado insistentemente, ¿qué le hace pensar al docente de Filosofía que el mundo es como él lo concibe y que quienes le escuchan, sin duda, estarán de acuerdo con él? Pareciera ser que, en lugar de plantearse una interacción dialógica productiva, iluminadora, entre filósofos formados y "filósofos silvestres" (no duchos teóricamente, sino en la experiencia del diario vivir), se tratara de una demostración de erudición por parte del docente. Mi intuición inicial apunta a que lejos de ser un divo, el facilitador es un baquiano que anima y acompaña al pensador novel a recorrer el camino hacia el saber con júbilo y gozo, lo cual guarda consistencia con la preocupación expresada en varios de los testimonios recabados.

Me permito volver al relato de Anderson, quien sí valora la preparación filosófica para la formación del profesional egresado de la UPEL, aun cuando a veces le asalten ciertas dudas, tales como éstas:

El grueso de la gente cree que el filósofo es un loco que anda pensando en por qué se cayó la hoja del árbol y por qué cayó así y no cayó asao. Entonces, como al inicio de la carrera uno trae la mentalidad escolar, de liceo, prácticamente está saliendo de la adolescencia y entrando a la juventud, al enfrentarse con los cursos de Filosofía, los toma como un juego, como algo tonto. Entonces ahí se menosprecia la relación que hay entre la filosofía y la educación, pero sí van de la mano. Claro, pensamos que la filosofía es hacer preguntas tontas, que en este siglo no son válidas, que no sirven para nada. Por ejemplo, para nosotros, jóvenes, la pregunta ¿quién soy? hoy día es una tontería saberlo.

Un ejercicio hermenéutico acerca de este segmento refleja que Anderson, al igual que otros estudiantes, posiblemente no le encuentran significado a las conversaciones sobre filosofía y parecieran asumir que el docente de esta disciplina es un ser un tanto extraño, mientras que él es "muy normal". La cuestión relativa a la normalidad o la no normalidad del hombre, por ejemplo, podría ser un tema propicio para un debate que pocos se atreverían a abrir en clase, por la profundidad que requiere una discusión de tal naturaleza. Al respecto, quiero traer a colación un extracto de texto donde Savater (1999, p. 265) ilustra cómo son vistos los filósofos por los hombres del sentido común:

Tan antigua como la filosofía es la costumbre de reírse de los filósofos. Del primero de ellos, Tales de Mileto, conoceremos la anécdota de que se cayó de un pozo por ir mirando al firmamento, lo que provocó las carcajadas de dos sirvientas que pasaban por allí. Tampoco los humoristas han desaprovechado a unos personajes tan espontáneamente cómicos. En Las Nubes, Aristófanes se burla con desvergonzada crueldad de su contemporáneo Sócrates: parodia su talante intelectual hasta el galimatías y le presenta en una escena de la comedia colgando de una cesta bien alto para que estudie mejor las estrellas.

En mi caso personal, lo más grave que me ha ocurrido ha sido gracias a mi pequeña figura: El primer día de clases suelo llegar más temprano de lo usual al ambiente de aprendizaje y me siento en cualquier pupitre, para así confundirme con los participantes. Ellos, no advertidos de mi presencia, se expresan con libertad, porque asumen que "la vieja de Filosofía no ha llegado". Entonces, deliberadamente, aprovecho ese momento para conocer sus más íntimas expectativas y visiones sobre el curso. Claro, cuando me identifico surgen aclaratorias no solicitadas, tales como: ¿Ud. es la profesora de Filosofía? ¡No puede ser! Bueno, lo que dije fue echando bromas. Seguro que aquí voy a aprender a querer esta materia. Como docente de Filosofía, esa perspectiva indeseable me ha venido causando preocupación, sobre todo por lo reiterativa.

¿Qué hacer para calar en los intereses de los estudiantes? Considero que la enseñanza de la filosofía resulta sutilmente compleja si partimos del principio de que éste ha de ser un espacio para el debate, la confrontación de ideas, la refutación argumentada, el diálogo constructivo que coadyuve a la formación del pensamiento crítico del estudiante. ¿Es este el escenario que vivimos docentes y estudiantes a propósito de esta disciplina? Sobre este particular, Frassineti y otros (2000, p. 146) refirieron que:

…en el caso particular de la filosofía, se presenta una dificultad adicional. No ha habido ni hay, al menos hasta aquí, acuerdo acerca de la naturaleza y práctica de la filosofía. Qué conocimientos queremos que nuestros estudiantes construyan, qué pretendemos que adquieran en el proceso de enseñanza y aprendizaje y, eventualmente, qué tipo de profesionales queremos formar, todo esto estará teñido por una particular concepción de la filosofía y del quehacer filosófico.

Aunado a lo anterior y en beneficio del futuro egresado de la UPEL, a veces me pregunto: ¿Conviene enseñar la historia de la Filosofía o enseñar a filosofar? ¿Conviene mirar al mundo desde el Olimpo y así hacerse inaccesibles al hombre del sentido común?. Leí a Marinoff (2004, p. 25), un filósofo no catalogado como clásico, que ha atendido a la naturaleza práctica de la filosofía y de su trabajo rescato estas ideas:

Aunque filosofía y práctica son dos palabras que la mayor parte de la gente no suele relacionar, lo cierto es que la filosofía siempre ha proporcionado herramientas que las personas puedan usar en la vida cotidiana". Tanto Sócrates, que se pasaba el día debatiendo cuestiones de gran importancia en el ágora, como Laozi, que recopiló sus consejos sobre cómo seguir el camino del éxito evitando todo tipo de prejuicio, querían que sus ideas fuesen de utilidad.

Elucubraciones derivadas de la lectura del fragmento anterior me lleva a pensar que el estudiante que no se interesa por el pensamiento trascendental quizá se desenvuelve dentro de la acepción técnica de la vida cotidiana. y solo le ve sentido al modo activo/práctico de su cotidianeidad. El docente de Filosofía tiene en sus hombros una titánica tarea: Acercar al estudiante a una intencionalidad pasivo/reflexiva del mundo de vida.

Posturas disímiles son bienvenidas, en tanto complejizan y profundizan el debate. Los siguientes planteamientos del profesor Francisco difieren ampliamente de las posturas anteriores:

La filosofía es construcción de conceptos con los cuales se plantean problemas, no se van a solucionar problemas. ¿Qué se espera del común, del conocimiento doxológico de un alumno que tiene fallas, deficiencias, límites? ¿De qué manera la Filosofía o el filosofar tienen que ver con esta instrumentalización del saber, esta estimulación del saber de ese alumno con deficiencias para que él busque saber por sí mismo? Tú nunca le vas a decir, ni lo va a entender: Piensa de esta manera, escoge esta corriente, trabaja con este autor, construye esta categoría, plantea problemas pedagógicos vigentes y los va a solucionar. Si lo haces, estás haciendo otra cosa, pero no filosofía. Desde el punto de vista individual, la filosofía, en sí misma, filosofa. Ahora, el filosofar implica un proceso de enseñanza que la filosofía no se la da a sí misma. Ella se piensa, una condición connatural, está implícita, no por voluntad externa, sino desde el punto de vista epistemológico.

Como una manera de enriquecer las perspectivas sobre filosofía y filosofar, que en muchos casos son disímiles por humanas, regresé a la conversación que venía manteniendo con el profesor Giovanny, quien aseveró:

Toda enseñanza de la filosofía o toda apropiación de contenido filosófico requieren los dos elementos de manera equitativa. Tiene que saber filosofía y saber filosofar. Superar ese ejercicio de apropiación cultural de unos contenidos filosóficos se logra mediante la siguiente dimensión que es filosofar: la vinculación que permite esa dinámica cuando uno tiene conocimientos filosóficos, pero además tiene los elementos de la actividad propia del filosofar. Para mí, eso se logra contextualizando los contenidos filosóficos. Lo que yo hago es que escribo ese texto y desarrollo mis clases de Filosofía sobre la base de las dimensiones de la cultura. Lo primero que les digo a los estudiantes es que la filosofía no es un invento de los filósofos, sino una necesidad de todo ser humano. Todo ser humano que quiera vivir diferente a cualquier vegetal o a cualquier otra de las especies animales, todo ser humano que se quiere apropiar de su condición humana, crítica, libre y libertaria requiere de la filosofía. Hay que recordar que los problemas no los inventaron los filósofos, los problemas filosóficos tienen que ver con los problemas más acuciantes que ha vivido la humanidad en cada época.

Los dos últimos testimonios referidos a la Filosofía o al filosofar en el marco de los cursos de Introducción a la Filosofía y Filosofía de la Educación provienen de docentes de probada experiencia académica que, en efecto, no coinciden totalmente en sus puntos de vista. Ello luce interesante por cuanto apunta a la apertura de un debate cuyo fruto nutrirá el pensamiento de los noveles caminantes de la ruta hacia su formación docente.

Filosofía o filosofar, el significado de los cursos de Filosofía, la didáctica de enseñanza y la evaluación a que son sometidos los estudiantes, el asunto comunicacional, los modos de ser de los facilitadores y participantes se asoman como tesoros escondidos en el terreno fértil que empiezo a escudriñar, con propósitos de investigación. De acuerdo con los testimonios de los actores sociales, el aporte de los referentes teóricos y mis lentes fenomenológico-hermenéuticos, lució conveniente el desarrollo de la temática relacionada con el sentido de la filosofía para la formación docente como coconstrucción social de sus actores sociales, con miras a producir conocimiento idiográfico que ahora presento como tesis doctoral.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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