Deserción estudiantil obstáculo para la felicidad paradójica

La felicidad paradójica se trata de la sociedad de hiperconsumo, con este neologismo Lipovetsky se refiere a los fenómenos que engloban la etapa actual del capitalismo. En el siglo XXI mediante el individuo se apropia de la información, paulatinamente desarrolla nuevos hábitos de consumo. El hiperconsumista ha personalizado y psicologizado su consumo, reflexiona activamente frente al producto, elige con conciencia ecológica, social, económica, política, etc. Este "consumismo profesional" es generado por las condiciones económicas de las sociedades democráticas avanzadas (Educación, manejo libre de información, nuevas tecnologías, etc.).

Existen una serie de contradicciones insalvables, hechos sociales que tropiezan con el imaginario de sociedades plenas y felices. La paradoja aparece en las nuevas formas de exclusión, en las frustraciones provocadas por la publicidad, en la pérdida de la identidad central de individuos y sociedades, en el abuso de drogas validado por la búsqueda del placer, etc. He aquí la paradoja del hiperconsumo que, como fenómeno social y dinámico, se ha emancipado del mero mercado y ha permeado todas las demás esferas del ser y el hacer humano.

El consumismo se transformó en la filosofía oficial de nuestra sociedad. La vida de consumo nos exige ser alguien más (más novedoso y por tanto deseable en cuanto producto) ya que en esta forma de vida todos somos productos en una temporalidad que encierra la irritante tendencia a convertirse en pasado. Ahora bien ¿Qué nos puede salvar de este nuevo malestar de la cultura? Entre diferentes soluciones al problema, se plantea que, estimular la creatividad (poesis) puede liberar a las sociedades futuras del mundo de las compras.

El ingreso a la sociedad de la información y el conocimiento el ingreso se han generado en economías globalizadas, como las actuales, no solo exigen una formación de calidad sino un alto nivel educativo de la población y, en este contexto, el abandono incide significativamente en el rezago económico y social. La promoción de la permanencia académica se constituye en uno de los grandes retos del el sistema educativo. Las políticas para intervenir la deserción y aumentar la permanencia, en consonancia con la tendencia mundial, hacen parte de los grandes esfuerzos de los Estado latinoamericano por aumentar la cobertura de la educación superior y asegurar el incremento de ciudadanos vinculados a las universidades públicas y privadas, y a los institutos de educación técnica y tecnológica.

Del tema se han ocupado diversos autores que han generado modelos de intervención en promoción de la permanencia, que tienen en cuenta una perspectiva multiaxial y compleja del fenómeno, modelos de tipo: psicológico, sociológico, económico, organizacional, y de interacción. Lo anterior se fundamenta en un tránsito de enfoques, desde la prevención de la deserción y mortalidad académica, a la promoción de la permanencia desde la retención (capacidad institucional de generar un contexto que permita que el estudiante se mantenga) y la persistencia (condición motivacional del estudiante), basada en enfoques centrados en la interacción del estudiante con el contexto y actores institucionales.

Desde la perspectiva de la promoción de la permanencia basada en la retención y persistencia del estudiante, el análisis de la motivación y su influencia se constituye en una condición fundamental para el mejoramiento de las acciones de investigación en el establecimiento de estrategias de abordaje de factores de riesgo personal en la prevención de la deserción y la promoción de la permanencia académica, la necesidad de repensar los modelos de retención con fines prospectivos, en especial al incorporar variables referidas a la motivación de los participantes, dimensión escasamente cubierta.

Con la entrada en vigencia de modelos interaccionales basados en la integración de factores institucionales y motivacionales de los estudiantes se introducen los términos de retención y persistencia estudiantil en las universidades, como conceptos complementarios que complejizan el estudio, la prevención y la intervención del fenómeno. El término permanencia académica asocia y describe el efecto de lo que en literatura se denomina retención estudiantil, o retención de estudiantes. Por su parte, la retención estudiantil se asocia a otro término: persistencia estudiantil. La persistencia, efecto del beneficio percibido por el estudiante, sumado al rendimiento académico y a la integración social, serán los elementos que desde el modelo de Tinto favorecerán la permanencia académica y disminuirán las probabilidades de deserción.

En tal sentido, el discurso universitario, que tradicionalmente tenía al saber por agente y al deseo de saber cómo motor, y donde las universidades operaban como concentraciones de saber (Miller, también ha caído presa del discurso capitalista. La educación superior contemporánea y el imperativo categórico de la sociedad del conocimiento: educarse para ser competitivo, como criterios de calidad de vida, se insertarían también en el lugar de objeto de mercado, producto de consumo masivo y en serie. Las instituciones educativas en su homogenización en torno a certificaciones ISO de calidad, formación en competencias y acreditaciones institucionales, se ordenan como una producción en serie de objetos de satisfacción, donde no hay puntos ni de imposibilidad ni de diferenciación; la deserción sería uno de estos puntos de imposibilidad que no se admiten.

El discurso capitalista, que sirve de contexto al discurso universitario contemporáneo, niega, excluye todo punto de imposibilidad en el logro de la ilusión de satisfacción de la división subjetiva. El fracaso académico y la imposibilidad de satisfacción que este implica, se constituye en un motivo real que dificulta el lazo social de la universidad contemporánea, y que se intenta erradicar a toda costa por las políticas de promoción de la cobertura y el imperativo profesionalizante del acceso a la educación superior. En cual se convierte en un obstáculo para aquel estudiante, deseoso de incursionar en esta nueva modernidad, que los arropa desde su contexto social en que habitan.

Ahora bien, esta nueva modernidad ha trastocado los estilos de vida y las costumbres, ha puesto en marcha una nueva jerarquía de objetivos y una nueva forma de relacionarse con las cosas y con el tiempo, con uno mismo y con los demás. La vida en presente ha reemplazado a las expectativas del futuro histórico y el hedonismo a las militancias políticas; la fiebre del confort ha sustituido a las pasiones nacionalistas y las diversiones a la revolución. Se ha puesto en marcha una nueva fase del capitalismo de consumo, la sociedad de hiperconsumo.

La civilización consumista se distingue por el lugar central que ocupan los deseos de bienestar y la búsqueda de una vida mejor para uno mismo y los suyos. La gente se declara mayoritariamente feliz pero las inquietudes, las decepciones, las inseguridades sociales y personales aumentan. Son estos aspectos los que convierten la sociedad de hiperconsumo en la civilización de la felicidad paradójica. Como dice Sophie Péters, en Les Echos, "lejos de ser la fuente de todos nuestros males, la sociedad de consumo sería más bien la consecuencia de nuestras decepciones… Somos cada día más felices y tenemos todo lo que necesitamos, pero cada vez estamos menos satisfechos de nuestras vidas". Hemos pasado de una economía orientada hacia la oferta a una economía orientada hacia la demanda. Política de marca, "creación de valor para el cliente", hay en marcha una revolución copernicana que reemplaza la empresa "orientada al producto" por la empresa orientada al mercado y al consumidor.

Condición profundamente paradójica del hiperconsumidor. Por un lado se afirma como "consumactor", informado y "libre", que ve ampliarse su abanico de opciones, que consulta portales y comparadores de costes, aprovecha las ocasiones de comprar barato, se preocupa por optimizar la relación calidad-precio. Por el otro, los estilos de vida, los placeres y los gustos se muestran cada vez más dependientes del sistema comercial.

El hiperconsumidor ya no está sólo deseoso de bienestar material: aparece como demandante exponencial de confort psíquico, de armonía interior y plenitud subjetiva y de ello dan fe el florecimiento de las técnicas derivadas del Desarrollo Personal y el éxito de las doctrinas orientales, las nuevas espiritualidades, las guías de felicidad y la sabiduría. El materialismo de la primera sociedad de consumo ha pasado de moda: actualmente asistimos a la expansión del mercado del alma y su transformación, del equilibrio y la autoestima, mientras proliferan las farmacopeas de la felicidad. En una época en que el sufrimiento carece totalmente de sentido, la cuestión de la felicidad interior vuelve a estar "sobre el tapete".

Delibero y pienso, la deserción estudiantil se ha convertido en un obstáculo para el estudiante, deseoso de pertenecer a la comunidad hiperconsumista, en busca de su felicidad paradójica, haciendo que busque otras vías más rápidas que lo sumerja en el mundo del confort, que tanto anhela esta sociedad capitalista del siglo XXI. Se vive más tiempo, en mejor forma y gozando de mejores condiciones materiales. Cada cual es dueño y señor de su comportamiento; se eligen los nacimientos; la conducta sexual se deja a la libre elección de hombres y mujeres. El tiempo y el dinero que se dedican al ocio están en alza continua. No es ya la época en que Freud podía decir que "la felicidad no es un valor cultural": la felicidad triunfa en el presente, en el reino de los ideales superiores.

jackenap@gmail.com

 


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