“Eminencias universitarias”, del mundo de la ciencia, extinguiéndose sin pena ni gloria…

  1. Ayer salí a dar una caminata, y cogí mi gorra, mi bastón de palo de café y emprendí la marcha. Con mi viejo morral azul emprendí una caminata desde la Pedregosa Sur hasta el Viaducto Miranda. Me encuentro en el camino con un colega de la Facultad de Ciencias y me dice: "¿Sabía que se murió Daniel Morales?"
  2. Indagué sobre la muerte de este distinguido profesor, y sólo supe que Daniel, de unos sesenta y cinco años, se había ido hace poco para Cumaná y que por allá murió. Sus amigos no quieren especular sobre lo que le pudo haber sucedido. Daniel, puedo decirlo, era realmente una EMINENCIA, con un Ph.D en Química, y con enormes conocimientos de matemática pura; llegó a dictar durante muchos semestres la cátedra de filosofía para estudiantes de ciencia. En alguna ocasión tuve oportunidad de trabajar con él y con los profesores José Chacón y Genaro González temas de Teoría Combinatoria. Sus conocimientos eran profundos, sólidos y variados.
  3. Daniel era un hombre solitario, siempre como embebido en complejidades extremas sobre aspectos de la investigación científica. Tenía ese aspecto noble y callado, apartado y sereno de quien no quiere "perder el tiempo" sino tratar sobre el infinito de los vericuetos ocultos en las teorías matemáticas relacionadas con la química.
  4. Un día dejamos de reunirnos para estudiar Teoría de Representación de Grupos, y hasta dejamos de tratarnos. Probablemente él llegó a verme como una persona incómoda por mi manera de pensar y de ver el mundo. Pero igual, el respeto con que nos tratábamos siguió siendo el mismo. Hace poco, Mérida ardía en guarimbas y no había transporte, y nos encontramos por el centro y estuvimos conversando un rato sobre viejos trabajos y amigos. Fue la última vez que lo vi.
  5. Recordé que nuestra Facultad de Ciencia era semillero de EMINENCIAS CIENTÍFICAS graduadas en Estados Unidos y Europa. Cada año en esta Facultad se batía récord con las publicaciones de trabajo en química, matemáticas, física y biología; docenas de paper aparecían de nuestros colegas en reconocidas revistas, indexadas. Aquello podía decirse que era un lujo de Facultad que muy difícilmente podía encontrarse en países de Latinoamérica, a no ser en Argentina, Brasil, Chile o México. Se hacían en esta Facultad, regularmente eventos, encuentros científicos a los que llegaron a asistir, hasta connotados premios Nobel dirigieron tesis, que fueron tutores de algunos de nuestros colegas. ¡Qué orgullo, caramba!
  6. A raíz de la muerte de Chávez se produjo una pavorosa diáspora de estas eminencias hacia Colombia y Ecuador, porque estos países pagaban en dólares. La Facultad de Ciencias entonces quedó desolada. Daniel Morales no se fue.
  7. Al principio, esta actitud me produjo una honda indignación, porque Venezuela les había dado todo para que se prepararan en las mejores universidades del mundo, siempre les había tratado con delicadeza, con largueza en cuanto requerían, necesitaban, iban por el mundo dando conferencias con dólares preferenciales; cada siete años gozaban del inmenso privilegio de poder irse de Sabático por un año con pagos en dólares (cosa que no hace casi ninguna universidad en el mundo). Sus requerimientos para dotar sus laboratorios, con el último grito de la tecnología, eran acogidos con presteza y harta generosidad. Eran, ciertamente unos elegidos, unos elevadísimos aristócratas del intelecto nacional, en el mejor sentido de la palabra.
  8. Un elevadísimo número de estos colegas, por estética, odiaban a Chávez, imbuidos como vivían y habían vivido todas sus vidas, en lo que llamamos el PENSAMIENTO DOMINANTE. Para ellos no existe otro modelo a seguir, ninguna otra civilización que los países poderosos del primer mundo. Para esta clase, todo lo demás es puro MOJÓN DE PERRO sobre la tierra. Y Venezuela, por fuerza, con Chávez, pasó a ser el mayor mojón de perro del universo.
  9. Por cierto, que es a lo que voy, yo, que fui otro Ph.D que acabó en la anomia y en la nada, he acabado por entender y por ver que esa tan elocuente generación de EMINENCIAS, no acabó por elevar a casi nadie en un ápice ni en el conocimiento ni en la moral, ni en la educación, ni en los valores esenciales de nuestra identidad nacional. ¡Cómo podía suceder eso, si jamás en ningún momento de ese largo acontecer desde 1830, para ellos, hemos dejado de ser extraordinarios mojones de perro y de eso tenían plena conciencia en cada instante¡
  10. Y fue por eso, como digo, que entonces, a partir del 2014 comenzó a producirse esa espantosa estampida, sin que ellos hubiesen podido dejado atrás algo que realmente valiera la pena.
  11. En el fondo, lo digo con toda franqueza, en verdad que para nosotros, para el país, todo ese conocimiento que adquirimos afuera no nos servía para nada. Eso le servía y le sirve a las llamadas naciones del primer mundo, no a nosotros. Eso servía y le sirve para elevar el ego de aquellos que publicaban en las sublimes revistas indexadas para luego poder viajar por el mundo y también, así, cobrar un bono extra mediante el PEI (Programa de Estímulo al Investigador).
  12. Jamás estos colegas les insuflaron a sus estudiantes el amor por el país, y más bien los alentaban para que se fueran y esto siguiera siendo, insisto, el mojón de perro que era y sería siempre. Y enormes masas de jóvenes universitarios, médicos, bionalistas, matemáticos, físicos, químicos, biólogos, ingenieros, arquitectos, farmaceutas, historiadores, … corrieron a servir a países que nos hacen la carantoñas, pero que en el fondo nos odian y nos desprecian.
  13. Y debo decir para finalizar, que todo eso que aprendimos afuera fue como una excrecencia, como una rareza que nunca podía prosperar entre nosotros, una simple adherencia que al primer soplo habría de desaparecer, y así ha sucedido. Horrible, lástima,… qué más…


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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