Debemos comenzar por hacer un reconocimiento al Estado por el gran esfuerzo económico- financiero que está realizando, a pesar de las grandes dificultades presupuestarias, producto del criminal bloqueo y saboteo internacional, para que el comienzo del nuevo año escolar 2019-2020, sea lo menos traumática posible, y que se convierta en un momento estelar para la ciudadanía, en la que quede materializada y concretada, una educación incluyente, gratuita y de calidad, como un derecho humano fundamental y un servicio público…
La información gubernamental es la altísima inversión en reparación y mantenimiento de la planta física y la inauguración de nuevas instituciones educativas, la preparación de millones de morrales escolares con útiles y libros, además de uniformes y zapatos, incluyendo las canaimitas…todo eso está bien, pero observo con muchísima preocupación e indignación, que se siga manteniendo una “negativa costumbre” de que las y los docentes en Venezuela, siempre han estado entre las profesiones peor pagadas del país, y por ende de la menos reconocidas y respetadas, cuando en otras partes del mundo, se considera a la docencia, como una profesión clave y estratégica para el desarrollo de valores y conocimiento, que saben su importancia para vislumbrar un mejor futuro y son bien remuneradas…
¿Por qué hay países que la profesión docente la tienen entre las mejores pagadas?...el ejemplo más cercano, es que muchos países vecinos suramericanos pagan mejores salarios a los docentes, que en Venezuela…y vuelve la pregunta clave: ¿Por qué las y los docentes venezolanos tienen un salario de hambre? y de esta pregunta, se derivan otras: ¿Cómo hace para comer, vestirse y pagar pasajes para trasladase a sus centros de trabajo?...¿cómo hace cuando se enferma?...¿cuándo fue la última vez que un docente o una docente se pudo comprar un libro?...
