Universidad y Esperanza

Las universidades venezolanas presentan un estado impresionante. Como el país mismo. Aun así, permanecen con las puertas abiertas o semis abiertas y han venido enfrentando ingentes dificultades, aunque no sin dejar de mostrar heridas semejantes a esos inmensos cetáceos encallados.

Dificultades, claro, de diverso tenor. Unas inducidas desde el exterior y otras generadas por actores sociales internos adherentes a bloques económico-políticos que, en sí, son los propiciadores principales del caos; de tal suerte que como señala Balmes (1970) en su muy conocido y añejo opúsculo "El Criterio", ello da testimonio de la inteligencia y voluntad de construcción, si se tiene en mente los tantos trabajos de grado de especialización, maestría y/o doctorado que suelen ofrecer las aulas universidades de postgrado (las que sirven para algo y tributan a la solución de algún problema pero eso habría que analizarlo bien), además de otros procesos de formación en el llamado pregrado en diversas carreras o programas de graduación, que también llaman hoy sobre todo en el Programa Alma Mater.

De tal suerte que "el enemigo no es superior a sus fuerzas" (ob cit., p. 52); y su accionar tiene visos de ejemplaridad. Impresionante, en consecuencia, cómo gran parte de su talento humano, académico y de investigación, técnico-administrativo, de servicio u obrero posee elevados sentimientos morales, porque como vuelve a acotar el precitado autor: "Los sentimientos morales auxilian la virtud" (ob cit, p. 192).

Impertérritos, los universitarios resisten altos niveles de empobrecimiento. No obstante, tienen esperanzas. ¿Cómo explicar semejante oxímoron? Respuesta: los sostiene sin duda "La virtud y el honor", para recordar de alguna manera el himno nacional de Venezuela, de lo contrario ya habrían renunciado a sus demandas conformando de esa guisa "Lo afirmativo venezolano", como da en llamar el escritor Augusto Mijares (1970) uno de sus libros.

Así, aunque conservando la distancia, las instituciones universitarias y su talento humano se pueden parangonar también con figuras señeras en aspectos como los siguientes, pues sostiene Mijares que:

"En don Andrés Bello el amor a la Patria tiene también los mismos extremos de altas ambiciones y menudos cariños. Diez, veinte, cuarenta, cincuenta años de ausencia, de estudio y casi siempre de miseria, lo separan de Venezuela; pero sigue pensando en los problemas de la Universidad, en sus hombres más eminentes, en sus soleados campos, en el Anauco. De dos de sus cartas a un hermano, copio: En mi vejez, Carlos mío, reposo con un placer indecible todas las memorias de mi Patria: recuerdo los ríos, las quebradas y hasta los árboles que solía ver en aquella época feliz de mi vida. Cuantas veces fijo la vista en el plano de Caracas que me remitiste creo pasearme otra vez por sus calles" … ‘‘La vista de Caracas estará colgada en frente de mi cama y será quizás el último objeto que contemplen mis ojos cuando diga adiós a la tierra" (p. 62).

Los universitarios hoy que tienen esperanza, sí. Y la presente circunstancia puede ser "Una etapa de construcción", como sostiene Leonardo Boff (2004) en el texto suyo llamado "El águila y la gallina. Una metáfora de la condición humana", ya que: "La primera dimensión –gallina- funda el positivismo. La segunda –el águila-, el idealismo" (p. 50). Ergo, es posible una universidad diferente que potencie su integridad institucional y la de sus trabajadores en diversos ámbitos, pero para ello se requiere, de acuerdo con el autor previamente citado: "Los maestros ejemplares", que:

"… nos recuerdan la actitud fundamental que debemos tener para con la integridad del ser humano: el cuidado. El cuidado es tan fundamental que fue visto por los griegos como una divinidad. Divinidad que acompaña al ser humano durante todo el tiempo de su peregrinación terrestre. Donde hay cuidado, ahí se abre la vida humana, auténticamente humana. Donde está ausente, aparece la rudeza, la separación y toda suerte de amenazas a la vida. Importa cultivar el cuidado como precondición esencial para la vida en cualquiera de sus formas" (P. 83).

Obviamente el Estado venezolano, las altas autoridades (ministros, rectores, vicerrectores, decanos y demás autoridades) junto a la comunidad universitaria (personal docente y de investigación, estudiantado, empleados, obreros), cada cual, con las responsabilidades a su alcance, tendrán que revisar cómo han "cuidado sus respectivas áreas de competencia". Otros, con responsabilidades más altas aún en la gerencia estratégica del Estado-Nación, en concreto presidencia de la República y gabinete ejecutivo estarían llamados igualmente a revisarse cómo es su relación con la universidad, de su olvido y descuido tan evidente.

Un estadista como el Libertador Simón Bolívar no se le escapó ese detalle y en el crisol de sus luchas por la emancipación americana en la inauguración del Congreso de Angostura (15 de agosto de 1919) pedía que la educación fuera el cuidado principal del amor paternal de aquella instancia, agregando luego que las naciones avanzan al mismo ritmo con que avanza su educación; crecen en ciencia, tecnología y humanidades "… o retrogradan", creemos recordar que sentencia en gran caraqueño, de acuerdo a la dinámica educacional, lo robustez de ésta o su debilidad.

Tal conflicto parece que cubre varias épocas en Venezuela: Colonia, República, Contemporaneidad y Actualidad. El ya mencionado investigador social Dr. Reinaldo Rojas (febrero, 07, de 2018) en ejercicio del periodismo de opinión a modo de cátedra ciudadana acota que:

"Hoy la universidad venezolana vive una hora crítica que la obliga a levantarse. Si hay que mirar el pasado es para comprender el porqué de esta situación. Es para analizar causas, abrir espacios para la conversación y el debate y construir alternativas a la universidad que necesitamos y que no es la que tenemos. De un lado está la Ley de Universidades y del otro la Ley Orgánica de Educación, que lejos de acoplarse se contradicen. Por un lado, la universidad autónoma y experimental y, por el otro, un conglomerado de nuevas universidades formadas con la Misión Alma Máter en 2009, creadas como una "nueva institucionalidad" alineada con el Proyecto Nacional Simón Bolívar. ¿Un traje a la medida?

Al desafío que le impone la sociedad del conocimiento a la universidad, hay que agregar, en consecuencia, los problemas de continuidad y sobrevivencia a los que hoy se enfrentan todas las comunidades universitarias del país. Es una dura realidad que se aprecia en la caída estrepitosa de los salarios, el deterioro físico de las edificaciones, la inseguridad, el colapso de los servicios estudiantiles y lo más grave: una juventud que no ve futuro en el estudio, que no ve motivos en su país para seguir adelante y que, por ello, decide emigrar, dejando su hogar y su futuro en manos de la incertidumbre. La universidad está llamada a responder con sentido crítico las inquietudes que recorren el país. ¿No hay esperanzas? Claro que sí las hay. Pero asumiendo toda una conducta proactiva que debe partir de preguntarnos qué ha pasado en el país y porqué estamos en estas condiciones de empobrecimiento acelerado, desarticulación familiar y desintegración nacional. Rescatemos la universidad como centro de pensamiento. Hagamos de la autonomía una conquista en el quehacer diario. El país del futuro lo reclama".

La universidad como subsistema abierto de entradas y salidas mantiene vínculos con su entorno, el comportamiento de la economía, diseño y aplicación de políticas públicas; por eso educación y sociedad están imbricadas, de donde se tiene que como se titula un reporte de investigación de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, UCAB, (2016) hoy la universidad como un todo estaría "a medio vivir" y así se ha construido una narrativa en Venezuela, valga el parafraseo pero poco se dice que también se ha venido desarrollando la esperanza. Esto cuando cada profesor con sus estudiantes desarrolla docencia, extensión e investigación, superando condiciones adversas.

Según José Virtuoso en la "Presentación" "Venezuela, vivir a medias": "Este estudio sistemático y periódico de las condiciones de vida de los venezolanos, da cuenta del impacto de la crisis económica y social desencadenada desde 2012. La ausencia de información oficial desde la fecha hasta ahora, convierte este estudio en una referencia obligada para el análisis de investigadores de la situación social venezolana, de formuladores de políticas públicas, legisladores, organizaciones sociales, partidos políticos, etc." (p. 7).

Sin más rodeos tal vez convenga citar fragmentos de la conclusión de la "Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2015 (ENCOVI)" que involucra percepciones de la gente. Anitza Freitez en el aparte "A modo de síntesis y reflexión final" acota lo siguiente:

"… 2015 arrojó que el 76 % de los hogares venezolanas se encuentra en situación de pobreza, cifra que se descompone en 46 % de hogares en pobreza coyuntural y 29 % en pobreza estructural. Prácticamente dos terceras partes de la pobreza del país responde al shock reciente de ingresos, de modo que los hogares podrían superar esa situación si tempranamente se ofrecen oportunidades económicas y se brinda alguna compensación monetaria para contrarrestar la caída de ingresos" (p. 179).

Más adelante destaca Freitez (ob cit) que "… la expansión que experimentó el sistema educativo durante el gobierno de Chávez no se cimentó sobre la base de cambios estructurales que le diera progresividad y ya se evidencia que hay casi medio millón menos de inscritos en el Subsistema de Educación Básica; las tasas netas de escolarización en primaria y media se quedaron estancados en poco más de 90 % y 66 % respectivamente; cerca de 874 mil niños, niñas y adolescentes de 3 a 17 años están fuera del sistema educativo; entre 18 a 24 años la probabilidad de acceder a la educación es 3 veces mayor si se pertenece al estrato más aventajado en comparación con el más pobre (ob cit., p. 182).

Superar ese entorno hostil constituye uno de los retos más importantes y la universidad puede, como lo ha hecho históricamente, contribuir con ello, en particular lo atiente a generar "cambios estructurales", a condición también de que citando de memoria a Foucault se desarrolle el cuidado de esta noble institución y su gente. Hay que salir de esta especie de caverna platónica y ascender hacia la luz, pues citando a Platón (1968):

"Solo la fuerza de la costumbre, creo yo, le habituaría a ver las cosas de lo alto. Primero, distinguirá con más dificultad las sombras, y después de esto, las imágenes de los hombres y demás objetos, reflejados en las aguas; por último, percibirá los objetos mismos. En adelante, le resultaría más fácil contemplar por la noche las cosas del cielo y el mismo cielo, mirando para ello a la luz de las estrellas y a la luna, que durante el día el sol y todo lo que a él pertenece" (La República, Cap. VII, 516, b).

Referencias

Balmes. "El Criterio". Colección Autores Clásicos, editorial Universo S. A. Lima, Perú, 1970.

Boff, Leonardo: "El águila y la gallina. Una metáfora de la condición humana", ediciones Bonum. Buenos Aires. Argentina. 2004.

Mijares, Augusto: "Lo afirmativo venezolano". Colección Vigilia, Ministerio de Educación-Dirección General, Departamento de Publicaciones. Caracas. Venezuela. 1970.

Universidad Católica Andrés Bello. "Venezuela: vivir a medias. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2015 (ENCOVI)". Colección Visión Venezuela. UCAB Ediciones, Fundación Konrad Adenauer Stiftung. Caracas. Venezuela. 2016.

Rojas, Reinaldo: "La hora crítica de la universidad". El Universal, Caracas. Venezuela. 02/ 07/ 2018.

Platón. La República. Aguilar, S. A. De Ediciones, Juan Bravo, 38, Madrid, España. 1968.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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