Volver a Chávez: ¡Con carño para la profe y sus anónimos héroes!

"Creemos en el futuro del país, amamos los niños,

Amamos las flores, la poesía, la esperanza del pueblo venezolano"

HUGO CHÁVEZ FRÍAS, 18/6/1995

¡Y comenzó el año escolar! Los abrazos fluían por doquier, también las caritas de susto; los profesores y profesoras y el resto del personal los esperaban en las aulas de clases. El vetusto edificio ubicado en una prestigiosa urbanización de la ciudad se negaba a morir; la desidia oficial y el descuido comunitario habían horadado su majestuosidad.

El recorrido por las instalaciones fue sorpresivo: descubrieron la mohosa piscina también los espeluznantes relatos sobre la "monja sin cabeza". Asustados, dudaron: ¿Será verdad que aparece? ¿A qué hora? ¿Dónde? ¿Y si la encontramos algún día? Mientras transcurría la mañana crecían las expectativas; esperaban ansiosos a la Profe Petrica, les habían contado que era "lo más súper" del liceo.

"Muy buenos días", saludó ella con energía; todos le devolvieron igual saludo. "Bienvenidos a los sueños, a la alegría, al conocimiento, a la camaradería". Se miraron extrañados, estaban acostumbrados a la aburrida y rutinaria cotidianidad del resto de los profesores; no sabían aún que Petrica pertenecía a la estirpe robinsoniana y algo más. "Hoy hablaremos de la vida, de la historia menuda, de nuestro heroicismo", comentó ella.

"Profe empiezo yo, dijo Rosalba. Me inscribí en este liceo porque es grande. Vivo a veinte cuadras y voy y vengo a pie todos los días; soy una de las primeritas en llegar y aún no he visto a la directora estar aquí antes que nosotros. Cuando sobra platica en la casa me monto en un "ruta chivo"; los zapatos piden cambio, además debemos mantenernos en forma" y procedió a desfilar por el salón mientras los aplausos quebrantaban el silencio del recinto.

De repente Matías interrumpió el relato; era del grupo del Jebe: "Profe –preguntó- ¿Es verdad lo de la monja sin cabeza? Ese cuento me tiene muy asustado sobre todo porque el Ministro de Educación dijo que haríamos los ataúdes en el liceo, están carísimos y a nosotros los pobres no nos queda otra opción que enterrar a nuestros muertos, sólo con la sabanita, en el patio de la casa". Las miradas se dirigieron a la Profe Petrica quien les respondió: "Es cierto pero necesitamos ser cuidadosos y descubrir qué podemos hacer. Que no nos agobie la tristeza; somos hechos de alegría y esperanza".

En ese instante Mariela levantó su brazo; quería relatar su historia. "Estaba desesperada por comenzar las clases, aburrida por tantas vacaciones; no aguantaba más la escuela. "¿Por qué?", preguntó la profe. "Mis compañeros se burlaban de mí porque llevaba mi arepita "pura", sin nada por dentro mientras las de los demás tenía aguacate o caraotica. Desde que llegué al liceo no pasa eso porque todos la traemos purita y así nadie se burla de nadie". Mientras escuchaba el relato la profe sintió que se le contraía el estómago; las empanadas que había llevado no alcanzaría para tantos. Les contó: "Desde hace cinco años no trajeron más el PAE a este liceo; era una experiencia única. Compartíamos en los salones el desayuno, la merienda y un almuerzo suculento y nutritivo; lo único feo era cuando los jóvenes botaban la ensalada porque no les gustaba. Desde entonces contamos con nosotros mismos pero eso no es sano; debemos combatir el individualismo y el egoísmo para que no se repita la historia de Mariela. Les propongo: HAGAMOS NUESTRO PAE EN COMUNIDAD. Que la adversidad no nos venza jamás". Todos gritaron al unísono: "Aprobado".

Profe, gritó uno desde la ventana: "¿Y qué nos dice de nuestros morrales, libros y cuadernos"? ¿Es verdad que entregarán "canaimitas"? Uf, hace tiempísimo que no lo hacen. El Ministro y el Presidente, siempre encadenados, prometen y prometen y nada que cumplen. Y yo, no creo en pajaritos preñados". Las carcajadas rodaron por el piso mientras Pedro agregaba: "¿Y por qué somos tan poquitos? Mi hermano me contó que este liceo era grande y habían muchos estudiantes y chamas muy bonitas", mientras le picaba el ojo a Elisa que lo miraba embobada. La Profe les explicó: "Es verdad. La matrícula de mil alumnos descendió a menos de la mitad. Algunos se fueron a otros liceos cerca de sus casas, la mayoría abandonó para dedicarse al trabajo, otros vagan por las calles buscando lo que no se les ha perdido. Ustedes deben persistir, no abandonar jamás sus estudios. También emigraron a otros países como el resto del personal buscando alternativas a estas circunstancias tan difíciles. Un colega se nos fue este año a otro plano porque desatendió su salud física empeñado en los cuidados de sus pequeños hijos. Nos lega su ejemplo, la bondad de su alma y sus ejemplares convicciones. Los materiales de trabajo aún no han llegado a este liceo".

Se aproximaba la hora de la despedida y mientras jugueteaban un poco escucharon la enérgica voz de la Profe Petrica: "Vamos, todo el mundo a abrazarse, a decirse cosas bonitas, a hermanarse en la fe y en la solidaridad". La algarabía fue tan incontrolable que la energía inundó tan peculiar ambiente. ¡Había comenzado el verdadero año escolar!

El Liceo vistió, entonces, sus mejores galas. La esperanza renació en los corazones sencillos, la humanidad tenía otra oportunidad. Mientras tanto, la profesora Petrica con todos sus aperos buscaba a su pequeño e inquieto hijo para continuar su cruzada por la Patria Bonita, la Patria que nos regaló el Gigante Chávez, su magnánima obra que debemos preservar y continuar…

ESTE RELATO TESTIMONIAL ES REAL, AUTÉNTICO, FIDEDIGNO

Lee y divulga EL SOCIALISMO DE CHÁVEZ, PARADOJA INCONCLUSA

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