Las escuelas técnicas lo valen muy bien

Hay cuestiones que no permiten ni una pizca de duda y una de ellas es -por primera vez en la vida del país- aprovechar el conocimiento y las energías inmensas que existen en las escuelas técnicas de Venezuela, porque ellas, antes y en estos momentos, constituyen un potencial increíble, capaz de contribuir a esa necesaria industrialización que requiere la nación.

Cada vez que transito por la avenida Urdaneta, a la altura de Puente Llaguno y veo hacia la parte trasera del edificio donde está Finanzas, hay un montón de autos desvencijados con un cartel que indica que son bienes del Estado susceptibles de enajenación o algo parecido. Particularmente, soy de la idea de que todos esos autos deberían ser entregados a las escuelas técnicas y al Inces, de modo que le sirvan a esas instituciones, que permitan que sean objeto de análisis por parte de docentes y estudiantes, de modo que puedan ver qué cosa es recuperable y que no lo es.

Siempre recuerdo al vecino, amigo y desaparecido Iván, quien en conversaciones solía destacar las capacidades de las escuelas técnicas y no solo eso, sino la disposición que siempre tuvieron sus alumnos para entrarle a la mecánica, al diseño de piezas y otras cosas más. Lamentable de esa realidad fue su eliminación por parte de gente que tuvo una fatal visión acerca de las escuelas técnicas.

Estas escuelas, junto al Inces, tienen la posibilidad no solo formativa sino productiva, con un área de acción bastante amplia. Muchas personas suelen recordar que en la sede principal del actual Inces, en el pasado los jóvenes que allí acudían tenían una doble tarea en su proceso de formación: Por una parte adquirían conocimientos en las áreas de mecánica, electricidad, latonería y pintura, impresión gráfica, etc., y por la otra contribuían con las comunidades resolviendo problemas en las citadas áreas. Y habían otras áreas donde los jóvenes no solo aprendían sino que atendían requerimientos de quienes allí acudían. El Inces, en el pasado, no solo formaba para el trabajo sino que hacía trabajos.

Las escuelas técnicas -valga decirlo- tienen ese doble rol: Facilitan la formación de los jóvenes y resuelven problemas de quienes viven en las distintas comunidades y, por si fuera poco, despiertan en sus estudiantes el indispensable y efectivo genio creador, convirtiéndolos en diseñadores porque, cuando se enfrentan los problemas técnicos, las respuestas comienzan a surgir. Con la incorporación de las tecnologías de la comunicación y de la información en escuela, liceos y escuelas técnicas, se abre un nuevo abanico de opciones para los jóvenes venezolanos.

Los jóvenes bajo el patrón de la educación adquieren los conocimientos que les permitirán actuar en el mundo que les rodea y, en ese sentido pudiéramos decir que los jóvenes de las escuelas técnicas, con sus conocimientos al hombro tienen las posibilidades de dar grandes pasos para diseñar y generar grandes cosas. Las escuelas técnicas junto a sus jóvenes lo valen bien, por eso hay que apoyarlos.              



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Pedro Estacio


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