Humberto García Arocha

El debate abierto a raíz de la aprobación de una nueva Ley de Universidades ha permitido abrir nuevos cauces al pensamiento universitario, lo cual no quiere, y no debemos permitirlo, que el mismo se enclaustre, sino todo lo contrario, que el debate se realice en nuestras barriadas y urbanizaciones, en nuestras fábricas, en los liceos públicos y privados, en fin, que todo nuestro pueblo se haga partícipe de la transformación revolucionaria que debe estremecer nuestras instituciones universitarias. En ello, nuestros espacios informativos deben jugar un papel estelar, de manera que todas las opiniones circulen entre nuestro pueblo y éste pueda tomarse una idea de hacia dónde debe enrumbarse nuestro subsistema de educación universitaria.

  El pasado no podemos dejamos a un lado a la hora de asumir posturas, ya sea por un lado o el otro. Bolívar, Simón Rodríguez, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Francisco De Venanzi, Jesús María Bianco, entre otros ilustres venezolanos, cuyo pensamiento educativo hoy adquieren relevancia, no podemos dejar de traerlos al momento presente para fundamentar posiciones de avanzada. Uno que no podemos dejar de mencionar es, al Dr. Humberto García Arocha, cuya figuración más resaltante por nuestra historia Patria, está referida al llamado Trienio 1945-1948, período de gobierno en que el “partido del pueblo”, AD, como se hacía llamar en ese entonces, tras derrocar, por la vía de un golpe de Estado, al gobierno civilista de Isaías Medina Angarita, se hace del poder político de la Nación, en lo que algunos llamaron como la “revolución de octubre”. “El gobierno del PDV fue defenestrado del poder y Medina Angarita terminó por entregarse a los militares golpistas. Lo sustituyó la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida, como se acordó en las reuniones conspirativas, por Rómulo Betancourt, además de Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto Figueroa, y como figura independiente, Edmundo Fernández, el mismo que había fungido como el contacto entre los militares y los dirigentes de AD. Rápidamente los miembros civiles de la Junta trataron de legitimar el golpe argumentando que se trataba de un movimiento llevado adelante por el Ejército y el Pueblo unidos, por eso se trataría de un triunfo revolucionario. En verdad, se trató de un simple pronunciamiento militar, el proceso revolucionario vino después…” (El Estado Docente: Reflexiones para el análisis y una mirada al caso de Venezuela (Del siglo XIX a 1945-1948), Eleazar Narváez).

  El Dr. Humberto García Arocha, de la generación de 1936, brillante docente tanto a nivel de secundaria (profesor de biología en el Liceo Andrés Bello) como universitario (profesor de fisiología en la UCV), se había formado en sus estudios de postgrado en la Universidad de McGill en Canadá, muy cercano políticamente al llamado entonces “partido del pueblo”, AD, era partícipe de las ideas progresistas del Maestro Prieto Figueroa, en especial, partidario de la regencia por el Estado del tema educativo, el Estado Docente, como desde entonces se le llamó.  AD concibió una reforma educativa que sería eje de su programa de transformación económica y social. No sólo se planteó la cuestión del voto universal, directo y secreto. También hizo suya, la cuestión del rescate de nuestra riqueza natural y humana para lo cual era necesario alfabetizar, modernizar todos los ciclos del sistema escolar, llevarla al pueblo con calidad, asegurar la responsabilidad del Estado en este asunto. No se trataba ya, de enseñar al pueblo las primeras letras para que votara en unas elecciones de primero y segundo grado, como fue la práctica de los liberales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX; no, ahora se trataba de otorgarle ciudadanía al pueblo  por medio de la educación; se quería construir una nación. Rómulo Betancourt, máximo líder de AD, en funciones de Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, expuso los objetivos del movimiento: devolver la soberanía al pueblo, defender la "riqueza-hombre del país", mejorar los servicios públicos y, "más escuelas y más comedores escolares".

  Como el Dr. Prieto Figueroa pasó a ocupar el cargo de Secretario de la Junta Revolucionaria de Gobierno, la nueva orientación educativa la desarrollará el Dr. Humberto García Arocha, médico y destacado educador, en cuya persona recayó el nombramiento de Ministro de Educación Nacional desde el mes de Octubre del 45. Reconoció Arocha, los adelantos de la educación venezolana desde el año de 1936, pero también señaló sus males: más de medio millón de niños sin escuela de los setecientos ochenta y siete mil en edad escolar; además, carencia de material educativo, la necesidad de diez mil maestros más de los cuatro mil existentes, buena parte de ellos no graduados; la falta de por lo menos seis mil escuelas adicionales; y, un plan racional que potenciara la supervisión escolar, la alfabetización, la educación rural, la técnica, la sanitaria y universitaria. Lo sustantivo del pensamiento que va a orientar la política de entonces, puede condensarse en tres formulaciones: Estado Docente, Escuela Unificada y Humanismo Democrático. Triada de una doctrina educativa, afirmada en lo mejor de nuestra tradición y en lo más actualizado de la experiencia europea y norteamericana.

Como expresión del Estado soberano, el Estado Docente asume la orientación de la educación. Sus principios son orientados por la doctrina política del Estado y conforman la conciencia de los ciudadanos. En una sociedad democrática, esos fines generales de la educación no deben responder a los intereses de selectos grupos particulares, sino al interés nacional, que no es otro, que el interés de las mayorías. De allí que, como función pública esencial de la colectividad, la educación esté encomendada al Estado. La libertad de enseñar, entonces, no podía ser absoluta, pues, así sería una libertad negativa: el derecho de enseñar no puede estar por encima del derecho de aprender.

  ¿Cuál sería su tesis pedagógica? La Escuela Unificada. Según esta, la escuela sería una, desde el pre-escolar a la Universidad, sin saltos y lagunas en sus ciclos. La Universidad por tanto, no podría pretender una autonomía absoluta, sino aquella que permitiera la libertad docente, el co-gobierno profesoral y estudiantil y, la representación de los intereses del Estado.

  Esta idea, compartida por el Dr. Humberto García Arocha, se concretaría en septiembre del 46, cuando la Junta Revolucionaria de Gobierno, decreta el Estatuto mediante el cual, a las universidades se les otorgaría una autonomía limitada, pues el Ejecutivo tenía la prerrogativa de nombrar al Rector, el Vicerrector y Secretario. El Estatuto aludido, consagraba tanto la autonomía docente como la administrativa en lo económico. El Ejecutivo, no intervenía en la designación de los profesores y daba cabida a la representación estudiantil en el Consejo Universitario. De los diecisiete miembros de ese organismo, sólo los tres antes señalados representaban al Ejecutivo.

Esa primera experiencia democrática, vivió la zozobra de la permanente conspiración civil y cuartelaria. A ella se sumó, la crítica implacable y tendenciosa de la jerarquía eclesiástica católica y su expresión política, la recién constituida Democracia Cristiana o Copei, y el partido URD.

El primer conflicto de importancia se presentó con motivo del Decreto Nº 321, de mayo de 1946, relativo al "Régimen de Calificaciones, Promociones y Exámenes en Educación Primaria, Secundaria y Normal". El Decreto 321 otorgó la excusa para que la jerarquía católica se colocara a la cabeza de los sectores opuestos a la nueva orientación educativa; se interpretó que ella era portadora de un principio "incompatible con la libertad de enseñanza". La Federación Venezolana de Maestros y las grandes  mayorías de nuestro pueblo la respaldaron. Los sectores conservadores creyeron ver en ella peligrosos elementos ateos, comunistas y  totalitarios. A comienzos de junio, de ese año,  el Ministro García Arocha presentaría su renuncia. El decreto Nº 321 fue suspendido, vetado diríamos hoy en día. Hasta allí, el Dr. García Arocha sería protagonista de nuestra historia Patria, como ejecutor de las políticas más avanzadas de la época, de un proyecto educativo progresista sustentado en las ideas revolucionarias del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. 

Postscriptum: el “partido del pueblo”, AD, con el tiempo, la política de conciliación de clases impulsada por el imperialismo a través de Betancourt nos traería el Pacto de Punto Fijo, los irreconciliables de ayer, terminaron cerrando el siglo XX más unidos que nunca, AD y Copei, la guanábana como se les conoció, concretó la transformación definitiva del “partido del pueblo” en partido de la burguesía. Un excelente ejemplo, que nos devela qué intereses terminó defendiendo el llamado “partido del pueblo”, su militancia, podemos extraerla del análisis de la reseña periodística que hace la Revista LOOK CARAS. Edición 402, Diciembre 2010. Páginas 52 y 53, referente a Henry Ramos Allup y su señora esposa Diana D`Agostino, leamos: “Nueva York será el destino donde esta querida pareja pasará las festividades decembrinas, en búsqueda de unos merecidos días de descanso. Al secretario general de Acción Democrática y su bella esposa escoger el lugar en que pasarán Navidad y Año Nuevo, se les ha convertido en todo un ritual: cada septiembre organizan un almuerzo juntos a sus hijos y eligen tres sitios diferentes a los que desean ir. El más votado, es el seleccionado. “Siempre y cuando los asuntos de la política no nos trastoquen los planes, cosa que nos sucede a menudo”, dice Diana…”, por supuesto la reseña va acompañada de una fotos del interior de la vivienda de la familia Ramos Allup, descrita en estos términos: “Mesitas y sofás de impronta francesa, mariposeras de cristal checo (coronadas con bouquets de rosas de Morelia Valdés), espejo de la casa Iskia y grabados italianos del siglo XIX, así como un candelabro de  pie inglés, hojillado al oro, conforman el festivo marco donde posan el secretario general partido blanco y su bella esposa…” Este fue el mecanismo perfecto que, en el tiempo, utilizó la burguesía para ganar defensores de su causa, convirtiendo en verdaderos parásitos de sus riquezas a los políticos de los partidos AD y Copei. Hoy el imperio da continuidad a dicha política, enviando miles de dólares cada año, a sus políticos/políticas, que siguen al pie de la letra las directrices que desde los organismos de seguridad del imperio se les ordena. Una nueva camada de “nuevos ricos/ricas”, parásitos de los dineros del pueblo norteamericano, está por surgir...


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Henry Escalante


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