Desde el Gobierno y grandes empresarios se habla de la Venezuela que "se recupera". Pero no, es la Venezuela de los millonarios, donde los ingresos y ganancias de apenas un 10% de los más ricos crece vertiginosamente. Lejos de ellos, la Venezuela real y profunda, la que constituye la mayoría de la población trabajadora sigue hundida en la miseria.
Venezuela es el paraíso para los capitalistas donde se pagan los salarios más bajos del mundo y donde los trabajadores tienen anulados todos sus derechos laborales, eliminadas todas sus conquistas históricas y burladas todas las contrataciones colectivas. La Ley del Trabajo solo existe en el papel, y los empresarios de todo pelaje hacen lo que les viene en gana en todas las empresas con los trabajadores.
No es solo en la administración pública o las industrias del Estado donde existe esta situación de precariedad y salarios inexistentes, como quieren hacer ver burocracias sindicales interesadas vinculadas a los partidos de la oposición, mientras la burocracia sindical oficialista aplaude todas las medidas antiobreras de Maduro.
Es en el conjunto de la economía privada también, donde muchas multimillonarias empresas transnacionales obtienen siderales ganancias, basta ver la empresa Mondelez, antigua Kraft, donde sus trabajadores llevan más de cuatro años padeciendo y luchando para que se cumpla el contrato colectivo y para lograr salarios acorde a las condiciones de vida. Todo esto con la venia de las autoridades gubernamentales como el Ministerio del Trabajo y todas las Inspectorías.
Como es de conocimiento público, en Gobierno no publica los indicadores sobre ingresos, condiciones sociales, económicos ni del mundo del trabajo desde hace casi nueve años. Todo esto como parte de un gobierno en descomposición buscando ocultar una cruda realidad que se muestra por todos los poros del país. De allí que muchos trabajos se basan en investigaciones de instituciones universitarias que van revelando, lo que ya todos sabemos, producto de todas estas políticas gubernamentales en un pacto de facto con los grandes sectores empresariales.
De acuerdo a un reciente estudio publicado, para solo tomar los dos últimos años de la supuesta "recuperación", indica que "en 2020 el ingreso promedio del 20% más rico de la población era 23 veces superior al ingreso promedio del 20% más pobre de la población, mientras que, en 2021, el ingreso del 20% más rico fue 46 veces mayor al del 20% más pobre. En términos de concentración del ingreso, en 2020 la porción del 20% superior de la distribución concentró el 54% del ingreso total del país, mientras que, en 2021, este mismo porcentaje de la población concentró el 61% del ingreso total".
Precisa el análisis comparativo que "en términos absolutos, el ingreso del 30% de la población más pobre cayó o permaneció estancado entre 2020 y 2021", es decir, que no han visto ni por asomo esa supuesta "Venezuela que se recupera". En el otro extremo el 10% más rico de la población "mostró una tasa de crecimiento de 91%", porcentajes en vuelo geométrico, mientras que el 10% de los más pobres "decreció en -11%", en otras palabras, siguen yendo más al fondo.
Y la desigualdad, de acuerdo a este estudio, creció en avalancha: "se estima que entre 2020 y 2021, el coeficiente de Gini, el indicador de desigualdad más utilizado, aumentó en 7,4 puntos porcentuales, para ubicarse en 65,2%, cifra que pone a Venezuela como uno de los países más desiguales de Latinoamérica, con una diferencia de 18,8 puntos porcentuales respecto al coeficiente promedio de la región.
Y estos números se deben quedar cortos para la verdadera realidad de los trabajadores y la población pobre.
De acuerdo a lo que indican los autores de este estudio, para su "análisis distribucional… se usaron los microdatos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) del año 2020 y 2021". Veamos en breve detalle lo que precisaba más dicha encuesta al momento de su publicación.
De acuerdo a lo que publicamos en este mismo diario en septiembre del 2021, los resultados de esa encuesta indicaban que "el 94,5 % de los venezolanos vive por debajo del umbral de pobreza, si esta es medida por los ingresos" y que "el 76,6 % de los venezolanos viven por debajo del umbral de la pobreza extrema". Dicha encuesta también midió lo que se llama la pobreza multidimensional, que incluye diversas variables además de los ingresos como la vivienda, el empleo y los servicios. Usando esa medición, se determinó que el 65,2 % de los hogares de Venezuela están "en situación de privación".
Dicha encuesta también indicaba que en estos años los niveles de informalidad aumentaron de manera nunca vista en la historia contemporánea de nuestro país. Allí se detallaba que ocho de cada 10 trabajadores en el país están en el sector informal, una cifra que se incrementó 74% durante los últimos cinco años.
Se trata de una cifra alarmante que empezó a crecer desde 2015 a raíz de la crisis económica, que condujo a la precarización del trabajo y por lo tanto a que los trabajadores buscaran alternativas fuera del empleo formal. "En Venezuela, el nivel de informalidad laboral, entendida como la proporción de la fuerza de trabajo que no tiene acceso a la seguridad social, se ha incrementado drásticamente, pasando de 48,5% a 84,5% entre 2015 y 2020", daban a conocer los investigadores.
Todo esto producto de las propias políticas del Gobierno de Maduro como el "incentivo" a los grandes empresarios y capitalistas, locales y transnacionales, exonerados de todo tipo de impuestos, a la par que le sostiene una mano de obra semiesclava que les permite las grandes ganancias. Emulando términos de "comercio" le han dado en llamar la "Venezuela de los bodegones" por la abundancia de productos, en su mayoría importados, en dichos establecimientos.
A Maduro no le bastó que con sus políticas condujo a una de las mayores crisis económicas del país, una catástrofe económica y social que vino a ser agravada con las sanciones imperialistas impulsadas desde Estados Unidos que golpearon duramente al pueblo, sino que para "salir" de la misma acudió a las peores políticas neoliberales y de entreguismo, todo bajo los más grandes secretismos de Estado a través de la llamada "Ley Antibloqueo" y demás leyes que fue implementando o modificando, a la par que mantenía y mantiene a raya a los trabajadores con sus políticas represivas y salarios de hambre.
Así, de la mano del gobierno de Maduro, Venezuela se ha transformado en el país de la súper explotación, prácticamente una maquila. Venimos de largos años de una catástrofe económica y social, de un PIB reducido en casi 70%, de ataques sin precedentes a los derechos obreros, destrucción como nunca del salario y extensión voraz de la pobreza y la miseria.
De conjunto la empresa privada, al amparo del paquetazo neoliberal de Maduro en 2018, ha hecho desguace con los derechos de los trabajadores, y hoy goza de una de las fuerzas de trabajo más baratas del mundo. Gozan además de una brutal libertad para hacer y deshacer con las condiciones de trabajo como les da la gana. Todo eso con respaldo del gobierno de Maduro y las FFAA.
Mientras arrecian los ataques a los trabajadores y al pueblo pobre, avanzan los nuevos entendimientos entre el Gobierno y sectores empresariales y de la oposición. Eso es lo que más crudamente se expresa con el llamado "diálogo social" tripartito que se anunció con bombos y platillos con la presencia de la OIT. Y allí, sectores de la burocracia sindical, tanto la ligada al gobierno como la vinculada a partidos patronales, se suman a toda esa conciliación de clases por la "nueva" Venezuela.
Frente a los entendimientos por arriba o con trampas como el "diálogo social", se hace necesario unificar las fuerzas de la clase trabajadora, para enfrentar los ataques del Gobierno y los empresarios, con una política propia y desde la independencia de clase.
