La anarqía de la dolarización el golpista asesino

¿Cuánta humanidad

con hambre, frío, pánico, dolor,

presión moral,

terror y locura?

Nota: Del último poema de Víctor Jara,

septiembre de 1973

Los días de esta semana –supuestamente radical– los he agarrado para andar en el comercio; en primer lugar, tratando de comprar lo poco que se puede, antes los exagerados precios impuestos por el uso y abuso del dólar criminal, y en segundo término para hacer mis consultas, buscando la manera de saber, como los compradores reaccionan, antes este atolladero, en el cual nos han metido, y no se le consigue, ni se le ve salida a corto plazo, ni poniendo por delante, como castigo al ladrón de Guaidó, por haberse atrevido autoproclamarse, y de paso con el "pajazo" mental de presidente interino, tratando de esconder, uno de los más vergonzosos papeles de cualquiera persona: cabrón del gobierno gringo, con el mayor descaro, a tal punto, que lo pasearon, como una verdadera reina, dejando ver una risita muy simplona, y el brazo levantado a modo de libreto, y de esa manera participar en todas las fechorías, con el firme propósito de salir de Maduro

Estamos llegando, a donde nos empujan los enemigos del país. El papel moneda venezolana, prácticamente ha desaparecido, para quedar en movimiento el dinero plástico –las tarjetas– la representación del bolívar soberano, pero perdiendo valor en cada movimiento del dólar, creando un verdadero despelote en todo el comercio al profundizarse la disparidad cambiaria: dólar–bolívar. La guerra monetaria criminalmente diseñada, cada día golpea con más fuerza, en la cual participan un grupo de venezolanos, convertidos en unos verdaderos vende–patria. La campaña para dolarizar al país surtió sus efectos, dejando una estela de consecuencias gravísimas, sobre todo en el común del pueblo.

Los compradores llegan a los negocios, totalmente mentalizados, sabiendo, que casi no tienen oportunidad para defenderse, antes la escalada de los precios. El simple hecho, que un kilo de pollo, este por encima de los 3 millones 500 mil bolívares soberanos, es un indicativo de la gravedad de la situación en los productos de primera necesidad, cuando todos sabemos, que, del kilo, apenas si queda 700 grs, al desechar en muchos casos por prevención en algunas implicaciones en la salud: la grasa, la piel, y por lógica los huesos. Además, son muy pocos los clientes, que se detienen a observar o hacer comparaciones en los precios de la mercancía, porque el tiempo, que se pierde en las colas, de por sí, es un motivo estresante, antes la amenazante pandemia.

Todas las compras, sin excepción, están marcadas por la actualización del dólar, y de esto, saca la mejor parte, los comercios, donde el surtido de mercancía, es muy variado, y de mayor consumo –venta de comida, artículos de limpieza y aseo personal– por supuestos los supermercados, y los pequeños negocios de asiáticos, el cual mantienen verdaderas rumas de: arroz, pasta comestible, harina de maíz, el cual venden al mayor, y al detal sin ser productores, pero monopolizan la mercancía, porque cargan los dólares y conocen el mecanismo para la importación. Por el lado de los medicamentos, las farmacias se terminaron de convertir, en negocios rentables. La mejor prueba, las largas colas de personas necesitadas de medicinas; a pesar, que los laboratorios al formar parte de la guerra económica, casi todos abandonaron el país, pero dejaron la vía expedita, para que los usureros siguieran golpeando salvajemente a los afectados por determinada enfermedad; y lo más grave, es que, cualquier equipo médico –marcapasos entre otros– cuesta, como dice la muy utilizada frase, pero desconocida en su origen para muchos ¡Un ojo de la cara!

Para realizar cualquiera de estas compras, se necesitan dólares recién sacados del "horno" de lo contrario se consigue una revisión minuciosa del billete, no vaya a cargar uno falso, porque según cálculos modestos, en el propio Estados Unidos, circulan más de 70 millones falsos. La otra manera de pagar, es directamente con la tarjeta por la desaparición de los bolívares soberanos en efectivo, y en esa transacción de dólar a bolívar o viceversa, aparte de haberle clavado la puñalada en el precario presupuesto, apenas agarra cualquiera mercancía, producto de una inflación, el cual necesita otro término para calificarla; termina por recibir el último golpe en la caja registradora, cuando le aplican el precio del dólar, establecido por el comerciante en muchos casos por encima de la página criminal, el cual representa una suma bastante considerable por el desfile interminable de clientes.

Todo esto significa una vulgar agresión a nuestro signo monetario, en medio de una guerra económica renovada constantemente por el imperialismo, buscando recuperar terrenos perdidos, desde la llegada del Comandante Chávez. Los pitiyanquis, con o sin dólares, se han prestado para arremeter contra el gobierno de Nicolás Maduro, creyendo, que los mangos están solamente de agarrarlos, pero, antes cualquier embestida han encontrado la respuesta oportuna, para terminar haciendo comparaciones ridículas muy distantes de una verdadera oposición. Quien diga, que el gobierno no hace o no ha hecho nada antes esta vil agresión a nuestra moneda, simplemente está mintiendo, como parte de la jauría desesperado dirigida por el aparato mediático del imperialismo. Se opusieron a las reconversiones, porque golpeaba sus planes usureros, pero al saber, que nada las detenía, entonces profundizaron la dolarización de nuestra economía para convertirlas en nada, pasando al olvido, hasta el extremo de poner a infinidades de personas a pensar más en el cambio de un billete –dólar– que, en los precios mismos, para terminar, echando carreras, porque de lo contrario le dicen en cualquier negocio ¡Todo o nada!.



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Narciso Torrealba


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