Deseable e indesable

—Compita, qué le parecen estas penalidades que estamos pasando.

—Ahora que usted pregunta por esas cosas. Le hago una repregunta, haber si usted lo ha notado, usted se ha fijado que muchas personas cuando se refieren a la calamidad que estamos pasando lo hacen en tercera persona.

—Cómo así, no le entiendo lo que me pregunta.

—Fíjese y le pongo un ejemplo. Yo en vez de decir «estamos pasando hambre y necesidad», dijo «esa gente que está pasando hambre y necesidad». ¿Se ha fijao en eso?

—Pues, ahora que usted lo mienta le dijo que sí. Hasta yo mismo lo dijo de esa manera. Como si fuese otro el que estuviera llevando serrucho. ¿Por qué será eso?

—Yo tengo ni idea. A lo mejor algún doctor de esos que hay por hay pueda explicar eso bien explicao.

Pero llama la atención, que uno cómo que no se quiere meter entre los que estamos llevando rosca en este estero o que lo vagabundos estos lo tienen a uno al barbuquejo. Es cosa rara esa, pero así habla la gente cómo si esta cosa le estuviese sucediendo a otro y no a uno.

—Será qué uno no quiere aceptar que está más limpio que talón de ahogao y pasando más trabajo que ratón en ferretería.

—Puede ser, porque decir y aceptar que uno es pobre cuesta. O que uno no tiene ni para una paledonia, eso es bravo. Uno como que solo quiere mirarse en lo grato, en lo que desea, pero bajú ni de broma que va a decir que no tiene ni piojos.

—Es que da mucha pena confesá que uno está limpio, que no tiene ni media puya. La gente va a buscar la caja esa con vergüenza.

—Ahora que mienta eso, cómo no se va a tener vergüenza si eso parece una limosna. Que ni lo que gana uno en el mocho trabajo le alcance para comprar medio kilo de mortadela menos de jamón.

Porque en eso es que lo han convertido a uno, en un limosnero. Fíjese lo de los bonos, la migaja de todos los meses. Todo nos hemos quedao en el aparato. Nos han estado matando hasta la ambición. Algunos ya tiraron la toalla.

—Es que hasta con el tobo le han dao a uno.

—Es que también uno cómo que se la quiere dar de más delicado que maicena con piña. Uno se pone a hablar mal del gobierno, digamos en el Metro, y empieza a hablar pasito, bajito para que nadie lo escuche. Y entonces para que está hablando mal del gobierno. Hay que hablar duro, ser ordinario, que no quiere decir ser grosero. Eso es lo hace falta, dijo yo.

—Es que hay mucho sapo y lo pueden mandar pa´l cincho.

—El miedo que le han metido a uno en el cuerpo es bárbaro. Por todo lo amenazan, en eso se la pasaba el difunto. «Conmigo o conmigo» y a todo el mundo le temblaban las canillas. En esta boquita no entran mosca.

Porque ahora todo tiene que políticamente correcto. Y con esa se la tiene metía. Eso lo que ha llevado es que uno sea más aguao que la de pato.

—Si usted se pone a ver, cuatro gatos salen a protestar porque no hay agua y llega más gobierno que los que hay protestando.

—Para vigilar y castigar al necesitao. Pero el que está fuera de la ley ese anda a pierna suelta, hasta lo condecoran si es posible.

Ellos quieren que todo el mundo ande derechito y pidiéndoles la bendición. Esto lo que se ha convertido es en una penalidad perpetua. Hay que ponerse duro para que no lo sigan zarandeando a uno a como les da la gana.

Andar hambreao es normal, andar mal vestio y hediondo es normal, que se le mueran los muchachos es normal, que no haya ni luz ni gas es normal. La miseria es normal.

Qué le pasa que lo veo más pensativo que quinceañera prená.

—Oyendo lo que usted está diciendo, y como le digo que no es así. Pareciese que la vergüenza es lo que lo tiene amilanado.

—La vergüenza y lo tonto.

Uno amanece espichaito, porque el bocaito que se pudo haber comido en la noche no alcanza ni para dos horas. Yo a veces me meto tres y cuatro vasos de agua con miedo que me pegue mayo, pero que más voy a ser.

Si estos chamarreros con el cuentico del bloqueo se la tienen aplicada a uno. Yo no he visto a ningún ministro andando en chancletas porque no tiene zapatos. Unas camionetotas con cuatro y cinco motorizados de custodia si he visto, y el bolsa apretujao en el Metro que le lastiman el uñero a uno.

Yo espero que les de un tabardillo como mínime.

Venga pa´ca pa´darle una cosita que le estaba guardando. Y le dijo, por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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