Arrojando gasolina al fuego

Recientemente escribí un artículo llamado El madurismo como expresión brutal del neoliberalismo (https://www.aporrea.org/actualidad/a265638.html) en el cual expuse que, a pesar de los discursos panfletarios y grandilocuentes, el gobierno de mafias liderado por Nicolás Maduro constituye una herramienta de dominación impulsada por grandes poderes fácticos para implantar un sistema abiertamente neoliberal y fascista.

Cuando afirmo que se trata de un gobierno de mafias no lo hago, simplemente, adjudicándole un calificativo ofensivo, pues se ha estructurado todo un aparato de corrupción en el cual, cada grupo quiere su tajada. Los ciudadanos que desean sacar una cédula o un pasaporte o que necesitan adquirir cualquier bien de consumo, se encuentran a merced de delincuentes que han surgido al amparo del peor gobierno que ha sufrido Venezuela en su historia contemporánea. A estas penurias hay que sumar escasez, hiperinflación, delincuencia y el empobrecimiento global de la población.

Nicolás Maduro y sus adláteres vociferan a los cuatro vientos que son revolucionarios aunque, en la práctica, sus medidas son radicalmente reaccionarias, incluyendo salarios miserables que han convertido a la población económicamente activa en mano de obra esclava. A tal punto que, en una ocasión, el inefable abogado Jesús Silva propuso pagar los sueldos con comida, en una reafirmación del pensamiento feudal que predomina en amplios sectores de la cúpula que controla el Estado.

Como si no fuera suficiente la tragedia que vive diariamente el pueblo llano, el hiper reaccionario Maduro anunció una medida acorde con su pensamiento ortodoxo ultraconservador, la cual haría las delicias de los seguidores de los postulados de Adam Smith: el aumento de la gasolina a precios internacionales.

Parece que el Stalin tropical (recordemos que Maduro en una ocasión dijo que era "igualito" al tirano soviético) se dio cuenta, hace apenas unos días que había contrabando de combustible. Lo que no dijo el mayor traidor de la revolución bolivariana fue que en este delito están inmersos militares, dirigentes políticos y funcionarios de la industria petrolera. Pues bien, el mandatario considera que son los ciudadanos quienes deben pagar los platos rotos por los miles de millones de dólares que pierde la república por el saqueo de la gasolina hacia Colombia, principalmente, pero también hacia Brasil y las islas del Caribe.

Maduro está convencido que venezolanos que tienen ingresos de hambre, que a duras penas podrían llegar a los diez dólares mensuales (cuando son "sueldazos") o menos, están en capacidad de cubrir lo que se roban las mafias contrabandistas.

El precio internacional de la gasolina ronda 1 dólar por litro (en algunos casos se acerca a las dos unidades de la moneda estadounidense). Hay que ver a cómo sería el cambio establecido por el gobierno para igualar estos precios internacionales. Si lo hace al monto establecido para las remesas (4 millones de bolívares por dólar), entonces para llenar un tanque de 40 litros se necesitarán más de 160 millones de bolívares, es decir, unos 22 salarios mínimos.

Ni siquiera los gobiernos más derechistas de la región llevarían a cabo un incremento tan desproporcionado e irracional. Supongo que las elites del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial aplauden esta medida económica que llevará más hambre y miseria a la población.

Este aumento también incidirá en el transporte público. Con los precios actuales de la gasolina y el diésel, los pasajes urbanos rondan los 10 mil bolívares. No quiero imaginar a cuanto subirá este servicio. Tal vez, de acuerdo con el pensamiento reaccionario de Maduro y su grupo, los venezolanos no merecen montarse en vehículos decentes sino en "perreras" o, sencillamente, andar a pie.

Parece que aquel argumento que decía que" el Caracazo fue un antecedente de la Revolución Bolivariana" se le olvidó a esta nueva oligarquía roja-rojita. La nomenklatura olvida que el detonante de aquella revuelta popular fue el incremento de los precios del pasaje urbano. La chispa empezó en Guarenas y se extendió, como reguero de pólvora, hacia la capital. Carlos Andrés Pérez resolvió el asunto a sangre y fuego, quizás Maduro quiera emular la respuesta del tristemente célebre CAP.

Maduro considera que la medida es correcta. Asegura que habrá un "subsidio directo" para quienes tengan el carnet, mal llamado de la patria. En otras palabras, además de castigar al pueblo con un incremento brutal que profundiza la crisis, también busca doblegar la moral y el espíritu combativo del venezolano, obligándolo a sacar un seudo documento diseñado para la dominación masiva.

El presidente Chávez siempre criticó a Acción Democrática y Copei por exigir a la gente que mostraran el "carnet del partido" para acceder a alguno que otro bien (limosnas que otorgaba la antigua dirigencia verdiblanca). Sin embargo, Maduro expandió aquella lamentable práctica, haciendo que un pedazo de plástico se coloque por encima de los derechos de la ciudadanía.

El carnet de la patria es un medio abiertamente fascista para someter a un pueblo que sufre las consecuencias de la corrupción más criminal que haya azotado a la tierra de Bolívar.

El aumento de la gasolina, en combinación con el carnet madurista, demuestran el viraje que hizo la actual dirigencia, dejando de ser socialistas para mostrar su lado nacionalsocialista, o como se conoce popularmente, nazi.

 

antonioprado1980@gmail.com



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