Un ajuste tardío sin FMI pero con entrega

Todos, por sentido común, entendemos que el tratamiento de una enfermedad (así como la aplicación de la justicia) debe ser oportuno, porque el mal avanza y el sufrimiento, no sólo se agudiza, sino que puede matar. Ante la hiperinflación, el desabastecimiento, la liquidación de las reservas monetarias, la desindustrialización, la ruina del campo, la decadencia de los servicios básicos por obsolescencia tecnológica, la caída de la producción del petróleo, etc., lo primero que había que hacer era reconocer oportunamente la situación. Pero no, el gobierno optó por la negación: no hay inflación (en todo caso una "inducida", como si todos los fenómenos sociales no fueran, de alguna manera, inducidos), no hay crisis sino "guerra económica". Privó, por encima de la consideración del sufrimiento del pueblo, la falacia propagandística, en función de ir cerrando las puertas hacia salidas institucionales, de aferrarse al poder aun a costa de la Constitución.

Desde que empezó su primer período presidencial, varios economistas y analistas le han señalado sus errores y desviaciones a Maduro y le han hecho recomendaciones. Víctor Álvarez, Manuel Sutherland, Marea Socialista, la Plataforma de defensa de la Constitución, entre otros muchos, ya habían recomendado sincerar los precios de la gasolina para desincentivar el contrabando, avanzar en el camino hacia la unificación cambiaria, ocuparse en hacer producir a PDVSA, subsidios directos a los sectores más necesitados, revisar las empresas de maletín a las que se le habían otorgado dólares preferenciales, una auditoría pública del desfalco nacional y la identificación y castigo de las mafias delictivas que realizaban la apropiación de la renta, entre otras cosas. Ante esto, la reacción fue siempre el señalamiento de traición y el aleccionamiento a los Jobs militantes en su Santa Simplicidad, a que "desarmaran" a los críticos con una exigencia de proposiciones, obviando que ellas siempre estuvieron allí, para quien quisiera leerlas o escucharlas.

Los anuncios por cuentagotas del Presidente Maduro nos muestran un "paquete de ajustes" (sí; muy capitalista) tardío, después de seis años de agravamiento de las condiciones de vida de la población, sin recurrir, es cierto, al FMI (para pasar hambre no hace falta el FMI, como dice Marcos Luna) para solicitar un préstamo para restablecer las reservas monetarias, como propuso Haussman, pero con una entrega vergonzosa de nuestras riquezas petroleras y mineras al capital transnacional. No otra cosa son los anunciados contratos con las empresas transnacionales en la Faja y el Arco Minero del Orinoco, donde han salido beneficiadas empresas como Gold Reserve, hermana de la empresa que acaba de ganar un pleito judicial en EEUU para apoderarse de CITGO. La conformación de una cúpula burocrático-militar para la extracción delictiva de la renta, se institucionaliza cuando la empresa militar de petróleo y minas (CAMIMPEQ) aparece como la contraparte en todas las empresas mixtas que se conformarán, ahora, con proporciones no definidas, y además con ventajas impositivas para las transnacionales en las Zonas Económicas Especiales ¿Y hablan de antiimperialismo?

No otra cosa que una entrega es el propio Petro, criptomoneda que no es más que un activo financiero para entregar pedazos de nuestras reservas petroleras. El "lenguaje" oficial se ha llenado de "anclas", disposiciones jurídicas, tasas de cambio, que necesariamente irán detrás de las realidades del mercado. Nadie ha aclarado la duda de Luís Britto García ¿el poseedor de Petros puede reclamar en cualquier momento la disposición de su porción de barriles de petróleo? ¿Cómo se le cumplirá al comprador si ese petróleo aún no ha sido extraído? El anclaje sólo pudiera interpretarse como un límite inconfesado a la emisión de nuevo dinero inorgánico, el reconocimiento implícito de que ella provocó la hiperinflación.

Ahora, según las recientes medidas de Maduro, el Petro será una unidad contable de PDVSA y se prevé que con él se podrán hacer transacciones nacionales. Por favor: el Petro es principalmente, en el mercado, una vía para acceder a divisas que el Estado tiene en poca cantidad y los particulares, en todo caso, venderán, para darle moneda nacional a sus familiares en el país vía remesas; es decir, que tanto compradores como vendedores están interesados en aumentar el precio nacional de esos dólares. Algunos ilusos vinculan el Petro con los movimientos de China y Rusia para zafarse del dólar en el mercado internacional, y diciendo esto sienten que sus sentimientos antiimperialistas se satisfacen. No se pasean por el hecho de que estas grandes potencias, no sólo rechazan las criptomonedas (las cuales por cierto tienen un grave bajón en estos momentos), sino que tienen un potencial productivo propio y la disposición de los instrumentos de la deuda norteamericana, armas de coacción como para desarrollar esas estrategias y establecer sus propias monedas como divisas, eso sí, defendiendo el principio de libre mercado internacional, es decir, lo característico de lo más rancio del neoliberalismo.

¿Estas medidas son antiinflacionarias? Sí. Y se parecen a otras, como el "Plan Real" de Brasil, vinculadas a "paquetes neoliberales" de conjunto. Pero, en lo inmediato, el impacto inflacionario va a ser durísimo. La maxidevaliuación al reconocer la cotización de "Dólar Today" en las casas de cambio, el aumento de los precios de los servicios y la gasolina, acompañado con el ofrecimiento demagógico, discriminatorio y anticonstitucional, de un subsidio condicionado a portar el "Carnet de la Patría" (nada que ver con los subsidios directos que se han propuesto desde hace más de seis años), se agregará al aumento en los servicios públicos, que hoy están por el suelo. Por supuesto, son medidas para aumentar los ingresos del estado y contribuir a cerrar la brecha del déficit fiscal. En el mismo sentido está enfocado el fulano "anclaje" del Soberano (me niego a llamarlo Bolívar; ya esa moneda ha sido asesinada) a la cantidad de los Petros. Esto, interpreta gente como Luís Vicente León, moderaría al menos la emisión de dinero inorgánico que hasta ahora ha repercutido en la feroz hiperinflación. Falta ver la implementación, la respuesta del "mercado" (es decir, los propietarios de divisas) y la "confianza". Por supuesto, en esta última, está la capacidad del gobierno para mantener la estabilidad política. Cosa difícil ante la conspiración que persigue en el seno de las Fuerzas Armadas y el aislamiento internacional que promueven los Estados Unidos.

Maduro estableció en dos años la constatación del éxito de su "Paquete". Dos más que se agregan a los seis que ya lleva sin pegar una, que no sea la neutralización de una oposición de derecha inepta. La cúpula burocratico-militar ha sido muy hábil y eficiente en la derrota de la oposición dividida y sinsentido histórico, hay que reconocerlo. Pero ha sido muy pero muy malo gobernando. Han destruido los caminos de bienestar y buena vida que ofrecía el chavismo como discurso y movimiento político. Este gobierno le ha hecho daño al pueblo venezolano, pero también a la izquierda y al sueño de una sociedad distinta.

La lucha social continuará. Aunque hoy las condiciones de la organización popular sean mucho más difíciles, pero ahí están los trabajadores y los campesinos; las contradicciones sociales continuarán y se profundizarán. Hay que acompañarlas. Hay que levantar una nueva referencia popular, frente a la otra amenaza que como el "sin nariz" de este chingo en el poder, se levanta ante nosotros: el terrorismo, la guerra civil y la intervención extranjera.



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Jesús Puerta


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