La política venezolana de anclaje: Precios, bolívar soberano y salarios

El Presidente de la República acaba de hacer un par de anuncios dentro de lo que se ha dado por denominar el Plan de Recuperación Económica, dicho plan, que requiere de muchas otras acciones para que sea efectivo, abarca la reconversión monetaria, el inminente cambio en la política de precios del combustible y el anclaje al petro de: Precios, nuevo bolívar soberano y salarios.

Pero ¿A qué se refieren con anclaje?

Básicamente el anclaje monetario consiste en atar el valor de un bien o servicio, en este caso el salario, los precios y la moneda, a otro bien de referencia (el petro) que tenga mayor estabilidad que los anteriores. Si este bien de referencia aumenta de valor, los bienes o servicios aumentaran, si el bien de referencia pierde valor, los bienes y servicios disminuirán.

Sobre el tema del anclaje en general han quedado un sinnúmero de interrogantes que han llevado a que a través de artículos y redes sociales se propaguen infinidad de informaciones que hablan de una rápida super-revaluación del bolívar frente al dólar, el peso colombiano y las demás divisas. Existen infinidad de operaciones, fórmulas y "conjuros" matemáticas que le han dado diferentes e hipotéticos valores al naciente bolívar soberano, no obstante el Ejecutivo Nacional, a la fecha, no ha oficializado método de cálculo alguno. Al contrario de lo que tanto corre como pólvora, los pasos que ha venido dando el equipo económico van direccionados a reconocer la tasa del mercado paralelo: La derogación de la ley de ilícitos cambiarios y el establecimiento de un DICOM para remesas muy próximo a la tasa "no oficial" (4.010.000,00 Bs x US$) dan fe de ello.

En anteriores oportunidades he mencionado que una hipotética revalorización del bolívar, más allá del espejismo que ofrezca la reconversión, no es viable, la tendencia, por largo rato será la depreciación. Entre otros motivos por tres aspectos fundamentales:

1.- Venezuela a la fecha no posee soberanía económica, lo cual es muy grave al momento de pretenderse tomar decisiones en el campo de la política monetaria y cambiaria. Es el equivalente a pretender manejar un vehículo sin contar con el volante ni los pedales.

2.- Si bien los países son soberanos en determinar el valor de su moneda nacional, esto no se decreta, sino que corresponde a una serie de variables que van desde las exportaciones, importaciones, reservas internacionales, liquidez monetaria, estabilidad política, entre otras. Un agravante a esta aseveración y que inválida por completa estas pretensiones es que, como lo dije en el punto anterior, Venezuela perdió desde hace muchos años su soberanía económica. Es Cúcuta y no Caracas, son Operadores Cambiarios y no el Banco Central de Venezuela los que determinan el valor del bolívar con referencia al patrón dólar.

3.- El petro no tiene valor. Más allá del precio asignado por el Ejecutivo (1 barril de crudo = 1 petro), éste no tendrá relevancia alguna mientras no circule en la economía. A manera de ejemplo un trabajador puede colocarle un valor de mil dólares por hora a su fuerza de trabajo o a su capacidad intelectual, pero mientras no haya ningún comprador (empleador) dispuesto a cancelar tal cantidad de dinero por los servicios de esa persona, el costo de contratar al trabajador será simple referencia. Lo mismo ocurre con el petro: Si no hay compradores dispuestos a aceptar el petro como forma de pago o si no hay inversionistas dispuestos a pagar cierta cantidad de dólares por un petro, su valor será una mera referencia. De igual forma he también mencionado que a nivel interno, dentro de la economía venezolana, el petro si podría circular y es lo que aparentemente el ejecutivo nacional ha decidido hacer. La experiencia y el modo de funcionamiento de las tarjetas y tickets de alimentación son un ejemplo del mecanismo por el cual podría circular, dentro de nuestras fronteras, la criptomoneda venezolana.

Dentro de los anuncios también se mencionó el de anclar al petro los precios, sobre este punto queda mucho por aclarar, primero porque la hiperinflación que azota a Venezuela es atípica (dadas sus múltiples variables endógenas y exógenas), a eso hay que añadirle que la colocación de distintos precios a un mismo producto, dependiendo si se paga en efectivo o por transferencia continuará puesto que el contrabando de billetes permanecerá intacto, pudiendo incluso aumentar, si tomamos en cuenta que a la fecha sólo el 0,9% del total de masa monetaria son billetes y, de acuerdo al Jefe de Estado, van a salir 10 veces más billetes. Por último y no menos importante, la política de control de precios de la manera tradicional como se ha desarrollado en los últimos 35 años (desde aquel viernes negro), no ha dado resultados. La política de precios obliga a efectuar rigurosos procesos de diagnóstico y planificación, identificando de manera detallada el mercado, su metabolismo, así como los distintos y enmarañados circuitos, para que de esta forma no se afecten a los dos agentes más débiles de dicho circuito: Productor y consumidor.

Podría atreverme a suponer, de acuerdo a lo poco que se ha dicho, que los precios tendrán que identificarse en bolívares soberanos y en petros, y que al estar el petro anclado al precio del barril de petróleo (que se tasa en dólares), estará de manera indirecta anclado al dólar evitando la depreciación tan súbita que, por lo visto, continuará teniendo el bolívar. Latinoamérica ha tenido experiencias semejantes: Brasil a mediados de los años 90 era agobiado por la hiperinflación y progresivamente sacó de circulación su moneda, el cruceiro, sustituyéndolo por el real brasileño. Cuba también tiene una experiencia similar con el Peso Cubano Convertible o CUC, que después del periodo especial ha logrado estabilizar su economía.

El tercer anclaje anunciado es el correspondiente al salario lo cual a todas luces es de las cosas más urgentes por atender, dentro de todos los aprietos que amenazan con estallar, en la economía venezolana. El atar los salarios al petro o a cualquier bien diferente al bolívar habría evitado la pauperización salarial y todo lo que ello implica: Deserción laboral, éxodo de venezolanos, fuga de talentos, cierres técnicos, entre otras.

Recientemente el economista Ingerzon Freites mencionaba que "de haberse anclado el salario mínimo de agosto de 2017 al cartón de huevos, donde se podían adquirir 276 unidades, el salario mínimo actual debería ser de 64 millones de bolívares", este dato da una muestra de lo que se puede hacer anclando el salario de los trabajadores a cualquier bien monetario o de consumo.

El anclaje va a evitar que la hiperinflación, siga absorbiendo el ingreso de los trabajadores, pues por primera vez el aumento del dólar, aun cuando influirá en el bolívar, no afectará a la clase trabajadora. Esto nos debe conducir a progresivamente recuperar los salarios que, hasta hace unos años, tenía la clase trabajadora venezolana. Es evidente que la recuperación salarial va a llevar tiempo, sin embargo es un paso significativo que el ejecutivo reconozca un clamor nacional y tome medidas positivas, que van más allá del tradicional aumento salarial, que a pocas horas de anunciado ya ha sido expoliado por la estampida de precios.

Este anclaje salarial, impactará duramente en los más pequeños del sector privado que contratan una importantísima cantidad de trabajadores, por ello se requiere que desde ya el gobierno nacional cree algunos mecanismos que ayuden a los pequeños y medianos empresarios e industriales, a evitar que queden sin liquidez y caigan en banca rota, pues varios de ellos están resistiendo a los embates de la crisis para lograr mantenerse en el mercado y sortear, con algo de suerte, la reposición de mercancías.



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Oscar Javier Forero


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