Pretrolarizar la economía y subyugar al modelo petrolero

Introducción

No es mi interés, en este espacio, abordar un diagnóstico profundo de la situación económica actual de Venezuela; lo que ocurre ya es conocido y padecido por todos y todas. Igualmente es de dominio público, el deseo general del venezolano de que la economía mejore. La pregunta es ¿Cómo? Mi propuesta es, concretamente, PETROLARIZAR LA ECONOMÍA.

La reconversión monetaria, tal como se ha planteado, en mi opinión, no resolverá el problema. Por una parte la inflación no se detendrá con quitarle tres o más ceros al bolívar, incluso podría acelerarse aún más; por otra parte, es una nueva coyuntura para que los oportunistas saquen provecho y se incremente la brecha del poder adquisitivo entre los que oligopolizan el efectivo y los que, verdaderamente, padecen su escases. Los controles, aunque necesarios, son y siempre serán, comprobadamente, ineficientes. A modo de ejemplo, y esto sólo es un enfoque, la decidida confrontación del llamado "corralito", en el cual mafias mercantilistas, brindaban el servicio de "avances de efectivo" a cambio de un convencional cobro de 10%, resultó en una aparente supresión del mismo. Hubo varios comerciantes detenidos, en especial extranjeros asiáticos, suficiente para hacer relumbrar los carteles de "No hay avance de efectivo" en sus establecimientos. Pero luego de eso, lo ocurrido es nueva historia, apareció la doble preciación, donde un mismo producto se oferta a un precio en efectivo y a otro muy superior con dinero bancario. Quienes requieren imperiosamente de efectivo llegan a pagar hasta 300% y más por un clandestino avance de efectivo. Entonces, ¿Se controló el corralito o sólo cambió a manos más peludas? Muchos estarán de acuerdo en que peor fue el remedio que la enfermedad. Lo cierto es que, muchos otros elementos que no se han mencionado, también han influido en este fenómeno; pero lo destacable, como he dicho, es la extrema limitación de los controles como recurso de la estabilidad económica.

¡Dolarización No!

Una medida económica que se ha aplicado en otros países, que han sufrido situaciones de inflación similares a la nuestra, ha sido la dolarización; entre ellos, Cuba, Panamá y Ecuador; en Venezuela, muchas personas consideran que es viable su aplicación; incluso fue una cacareada propuesta de la oposición, en las pasadas elecciones presidenciales. Su principal falla es que perderíamos soberanía monetaria, no obstante existen formas de evadir esta debilidad, como lo ha conseguido Cuba con la implementación de su "CUC", básicamente un dólar paralelo de curso legal, liberado y convertible uno a uno con la moneda estadounidense. Para que esto funcione, la clave de todo es la confianza.

Quienes pasionariamente se oponen a la dolarización alegan la vulnerabilidad, incluso bélica, que representa la pérdida de soberanía monetaria, tomando como espejo lo ocurrido en países del medio oriente como Libia, un próspero país que fue reducido a su mínima expresión; riesgo que está bien latente en Venezuela, por el continuo enfrentamiento contra el imperialismo norteamericano. Pero, de que soberanía hablamos si nuestro bolívar, nuestra moneda que antes era fuerte y respetada, ya la hemos perdido, hoy, el papel en que está impresa vale más que lo que se puede comprar con ella. La soberanía no se decreta, se gana con medidas sustentables.

También existe una disputa dialéctica entre quienes dicen que, con excepción de los sueldos y salarios, nuestra economía está dolarizada; y quienes opinan, que en Venezuela no existe tal dolarización, porque los bienes y servicios son ofertados a precios, comparativamente, más baratos que en otros pises. Pero resulta que esta no es una situación para sentirnos orgullosos, debido a que es precisamente esta diferencia de precios lo que ha sustentado el contrabando en las fronteras, el cual ha devenido en el bachaqueo y la corrupción a lo largo y ancho del país. Considérese que, aun con la pérdida de soberanía monetaria, la dolarización detendría la superinflación de manera expedita, y a pesar de que el dólar posee inflación y es considerado una burbuja por especialistas económicos, vivir una economía dolarizada como la de Ecuador, por ejemplo, si eso fuera posible, sería mucho mejor para los venezolanos, que las calamidades que hoy padecemos. De aquí que, aun cuando no estemos de acuerdo con la dolarización, y aun sabiendo que existen otros argumentos que no han sido evaluados aquí, como la guerra económica, el bloqueo y la corrupción entre otros, se debe reconocer que esta es una propuesta que debe mantenerse en el debate, hasta que surja una mejor.

¡Petrolarización Sí!

Concretamente, petrolarizar la economía contempla, por primera medida, descontinuar el "bolívar fuerte", nuestra actual moneda de curso legal, es decir, olvidarnos de la reconversión monetaria. Y en segundo lugar, vincular el nuevo cono monetario, el "bolívar soberano", con el "petro", nuestra moneda virtual. Esto significa que, la nueva moneda física, también tendría un respaldo en petróleo; el precio de todos nuestros bienes y servicios, incluyendo nuestros sueldos y salarios, podrán ser convertibles a petro, y con ello, a cualquier otra moneda internacional, incluyendo, el dólar. Es una manera indirecta de liberar el dólar, sin dolarizar y sin perder soberanía. La inflación no sólo se detendría, sino que, el poder adquisitivo se revitalizaría con el incremento del precio del petróleo; protegiéndonos de una eventual implosión de la burbuja que representa el dólar.

Es necesario perder el temor a la fuga de capitales que otrora originó el control cambiario; ¿Qué más se pueden llevar? En Venezuela, con todas sus potencialidades y con la purga del fracasado modelo petrolero, acaecido con la dolorosa migración de nuestro talento humano, después de una eventual petrolarización, lo que quedaría es un proceso de inversión de capitales extranjeros; un proceso de crecimiento económico continuo. Las medidas de control, pasarían a ser alternativas más factibles de aplicar.

Pero esto sería sólo el inicio, dado el crecimiento económico, el petro, más temprano que tarde, dejará de ser suficiente. Notemos que cien millones, es el total de petros que podrán ser creados; entonces, manteniendo una producción de dos millones de barriles diarios de petróleo, siendo conservador, puede advertirse que en apenas cincuenta días, podría pagarse la totalidad de ellos. Pronto será necesario crear nuevas monedas virtuales sustentadas en nuestros recursos más valiosos como el oro, el coltán, e incluso rubros agrícolas como el cacao y el café.

Son necias las palabras de quienes despotrican del petro, argumentando que un barril de petróleo en el subsuelo no vale nada, demuestran un completo desconocimiento. El petro vale un barril de petróleo a precio de mercado, y al respaldarlo con un yacimiento petrolífero sólo se busca alcanzar el elemento clave, la confianza; misma que no será posible en este mundo globalizado sin publicidad, la herramienta predilecta de la ideología. Es así, que su éxito se reduce a una cuestión cultural, una nueva cultura que debemos construir en comunión nosotros los venezolanos, independientemente del pensamiento político del que seamos partidario. Si con esta extrema polarización política, forjada desde hace mucho, los venezolanos, incluyendo los políticos, hemos podido mantener una misma opinión de defensa de nuestra soberanía territorial, como es el caso de los recientes sucesos en el esequivo, ¿Por qué no hacer lo mismo con nuestra economía? Para ello es indispensable que el estado demuestre que no habrá malversación con las nuevas casas de cambio, como la que impunemente ocurría con la entrega de los dólares preferenciales.

No obstante, es importante advertir que, la petrolarización debe traer consigo una serie de medidas dirigidas a evitar que sean sólo unos pocos los que monopolicen los beneficios a costa del grueso de la población. El deplorable "avance de efectivo de los corralitos" podrí dar paso a nuevas formas de apropiación indebida del esfuerzo ajeno, en síntesis, nuevas formas de explotación y nuevas formas de dominación. Este riesgo es latente, en tanto exista brecha en el acceso a la tecnología, especialmente referidas a las telecomunicaciones, a las redes sociales y al internet.

Internacionalización de precios y salarios

Otra medida de vital importancia es la internacionalización de precios, sueldos y salarios; cuestión que debe hacerse progresivamente en función de la producción que vayamos teniendo. Hay que tomar en cuenta que nuestro comercio es, fundamentalmente, mercantilista; se dedica, salvo honrosas excepciones, sólo a la compra y venta de mercancía, sin procesarla siquiera. Por otra parte, más del 95% de nuestra población laboral realizan oficios enmarcados en el sector servicios, es decir, no producen nada, pero sí consumen, y mucho. Menos del 3% se sustentan, con mucha dificultad, mediante la producción de alimentos agrícolas y pecuarios; es el verdadero modelo fracasado, el modelo petrolero; que no lo tienen otros países sino Venezuela. Mientras subsista esta situación, es claro que, nuestra fuerza de trabajo tendrá un valor inferior al del estándar internacional, apenas humanizado por nuestro producto interno bruto, sustentado principalmente de los ingresos petroleros. En cambio, nuestra mercancía, esencialmente venida del mercantilismo, no podrá competir en otros mercados, porque sus precios deberán ser superiores, hacer lo contrario sería regalar lo nuestro y el venezolano no puede seguir haciendo el papel de pendejo como lo está haciendo con la gasolina y los productos alimenticios subsidiados por el gobierno, los cuales reiteradamente son ilegalmente substraídos de nuestro territorio con una traidora complicidad interna, de la cual no escapa nuestra, "honorable" Fuerzas Armadas.

Estos subsidios a la gasolina y a los alimentos, deberán desaparecer progresivamente, en contraposición convendrá implementarse otros mecanismos de protección social.

Subyugando al modelo petrolero: ¡Todas las Manos a la Siembra!

El siguiente paso, ¡ahora sí!, sería reimpulsar la producción, la diferencia con la actualidad sería el escenario. Petrolarizando la economía se crearía un escenario más propicio para el desarrollo de todos los sectores productivos; la escases de insumos ya no sería un grave problema, porque de no conseguirse en el mercado nacional, los productores y productoras podrían recurrir, sin trabas, a mercados internacionales, al menos transitoriamente. Producir no es una propuesta, quienes así lo asumen obviamente no conocen del tema o tratan de manipular, muchos políticos de pantalla entran dentro de esta categoría. Producir es un objetivo concreto, una meta que todos los gobiernos de las últimas generaciones se han planteado, sin éxito real; porque seguimos siendo un país monoproductor. ¿Pero cómo lograrlo y en que hemos fallado?

Estamos viviendo un momento coyuntural, con una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), aparentemente desorientada en lo económico, preocupada más por asuntos de la política partidista diaria que por un sincero debate sobre la transformación del estado venezolano, preocupada más, incluso, por una visión internacionalista que por una mirada a lo interno de nuestro país; pero, aun así, es ella quien representa una oportunidad de cambio. Ella debe asumir su verdadero rol. Por otra parte, nosotros, incluidos quienes insistentemente se han opuesto a ella, debemos exigirle que así lo asuma, y que deje de replicar los viejos esquemas de la democracia representativa, porque ellos y ellas, constituyentistas, aunque fueron electos, no son el pueblo que es el verdadero soberano, sólo lo representan. Sólo la ANC, podrá garantizar, en este momento histórico, que pueda ser abolido el modelo petrolero. Para ello se requiere sembrar el petróleo, como proféticamente lo expondría Adriani y más adelante lo acuñaría Uslar Pietri; hacer real el programa "¡Todas las Manos a la Siembra!", que significa, realmente ¡Todas! y no conformarse con un discurso bonito, una propaganda politiquera, un maquillaje de los informes de gestión.

Cambiar el modelo de país, implica incluir este programa, que se refiere no sólo a sembrar, sino a la cría, a la pesca y al procesamiento endógeno de alimentos y otros productos no mineros de la tierra y el mar, en todos los pensums de estudio, incluirlo dentro del perfil profesional de cada egresado universitario, independientemente de la especialidad, incluso de los egresados de bachillerato. También es necesario, incluirlo dentro de la cultura burocrática del estado; cada trámite administrativo debería tener como requisito, una demostración de que el ciudadano en proceso cumple con el programa "¡Todas las Manos a la Siembra!". Evidentemente, este tipo de cosas, requiere una profunda, pero sencilla transformación de leyes fundamentales como, la propia Constitución, la Ley Orgánica del Trabajo los Trabajadores y las Trabajadoras, la Ley de Educación Universitaria, y la Ley de Trámites Administrativos, entre otras. La nueva cultura, ayudada por las leyes, deberá tener como prioridad alcanzar la soberanía alimentaria, aun cuando aportemos significativamente a otras áreas estratégicas; como la petroquímica y en general la diversificación de la producción de bienes, desde el ciudadano más humilde, hasta el propio Presidente de la República, deben dedicarse a la siembra de manera sistematizada. No se trata de cambiar de oficio, pero sí de dedicarle una constante atención y parte de su tiempo al abordaje de soluciones alimenticias; tampoco se trata de resolverlo todo, sólo con siembras urbanas, las siembras extensivas seguirán siendo el brazo fuerte de la producción; pero de lo que se trata es de un cambio cultural, de un nuevo modo de vivir y admirar al mundo, de una praxis, de impactar positivamente desde la conciencia, desde la teoría y desde la práctica, donde más duro nos han dado, en la alimentación.

Ahora bien, vencer el modelo petrolero implica un abordaje de la redistribución de la fuerza laboral hacia los sectores más productivos y estratégicos. Resulta revelador, hacer un reconteo de los tipos de oficios del sector servicio, no productor de bienes, y reconocer el grueso de la población dedicada a ellos, entre estos se cuentan a: maestros y maestras, trabajadores y trabajadoras universitarias, trabajadores y trabajadoras de instituciones públicas como alcaldías, gobernaciones, ministerios, consejos municipales y legislativos, además del completo sistema judicial, los militares, policías, fiscales de tránsito, personal de salud, médicos y enfermeras, comerciantes, trasportistas, cultores y amas de casa entre otros. A estos se suman otros colectivos no laborales, como: estudiantes, deportistas, niños y niñas, adultos mayores, discapacitados, desempleados, entre otros. En contra partida, valdría la pena preguntarse ¿qué tan significativa es la cantidad de productores agropecuarios, que conocemos que, en efecto, subsistan de este oficio? Ciertamente es muy baja, una realidad que imperiosamente debemos cambiar; es abismal la cantidad de personas que cuentan con el trabajo de unas pocas, para suplir sus necesidades alimenticias; la falta de sustentabilidad es obvia y su influencia en la crisis actual es innegable. Pero superar esta disparidad no sólo es una cuestión de leyes, es una misión que debe surgir de la concertación nacional, de la acción dialógica, de la forja de una nueva cultura nacional que nos involucre a todos y todas.

El marco ideológico que rige el convencionalismo de nuestro sistema laboral, tal como lo aceptamos hoy, no permite la doble ocupación económica salvo pocas excepciones. Ocho horas de labores diarias, cuarenta a la semana, es lo que signa la ley, cotización del seguro social y ley de política habitacional por parte de un único patrono; trabajar para alguien, frecuentar un establecimiento, ser explotado y mantener obediencia a un jefe, ser dueño sólo de su fuerza de trabajo mientras se defiende los intereses de la burguesía; es la costumbre. Quienes hoy ostentan el poder económico, en su mayoría comerciantes mercantilistas extranjeros, viven de quejas en quejas, alimentan el descontento, pero ni en sueños se irían de esta tierra, son los grandes beneficiarios de esta crisis y de las erráticas políticas públicas. Con frecuencia declaran, que sus posesiones se las han ganado gracias a sus muchos años de trabajo, pero ¿Por qué optaron por el comercio mercantilista y no por un oficio como por ejemplo: enseñar su idioma, sembrar, producir un bien o prestar algún otro servicio? La respuesta es clara, porque es la forma de obtener mayores niveles de ganancias, aunque esto signifique apropiarse, legítima pero injustamente, del esfuerzo ajeno; aunque esto signifique contribuir a la quiebra de un país que no es suyo.

Entender la crisis hoy, indagar en el modelo petrolero, pasa por reconocer que existen oficios que no deberían ser tan remunerados, como el simple acto de comprar un producto para venderlo a un precio muy superior, sin ningún tipo de procesamiento; las exorbitantes ganancias que genera este mercantilismo, supera con creces las obtenidas por quienes producen estos objetos en venta, alentando con ello el abandono de los sectores productivos a cambio de más mercantilismo. La venidera transformación económica de Venezuela debería, prohibir el comercio mercantilista puro, exceptuando al estado, permitiendo sólo el comercio a proveedores que procesan sus propios bienes, pero además de ello, para poder comerciar, el interesado debería demostrar su incursión en el programa "Todas las manos a la siembra".

Equilibrar los oficios

En el sistema capitalista, la equidad económica sólo tiene una ventana abierta en la equidad laboral, en el desempeño equitativo de los oficios equivalentes. Así, un maestro del estado, por ejemplo, siempre será un asalariado en comparación con un comerciante, incluso con el más modesto; pero si el maestro dividiera su espacio laboral, para ser comerciante la mitad del tiempo, y para enseñar en la otra mitad, y por otra parte el comerciante hiciera lo propio, entonces, los ingresos se equipararían al igual que el aporte social de cada uno de ellos; es un asunto para el debate, un asunto de la ANC. En este debate, es ineludible la prerrogativa del trabajo liberador y las formas de auto gestión enmarcadas en el concepto de "consejo de trabajadores y trabajadoras" y de la economía comunal; igualmente se hace necesaria renovadas consideraciones para el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Concertación nacional para enfrentar la cultura de la corrupción

El carácter cultural de esta, esperada, transformación de la economía venezolana, trae consigo la consideración de los elementos malversadores del sistema, estando la corrupción en primer plano. Siendo, esta, la de mayor penetración, se ha convertido también en el flagelo más nocivo, porque ya forma parte de nuestra cultura, y la impunidad ha sido su mayor aliada. La falta de pruebas no implica la inexistencia de corrupción, por ello, es bueno preguntarse, quienes de los actuales voceros del gobierno, o funcionarios que han asumido cargos claves, serán en el futuro imputados como corruptos y catalogados como traidores. Enfrentar decididamente la corrupción, desde las más altas cúpulas, hasta los estratos más bajos, es un compromiso que debemos asumir, desde la acción dialógica, como pueblo nación, con especial preponderancia nuestros gobernantes. El trabajo que viene realizando el Fiscal General de la Nación, Tarek William Saab, en esta materia, brinda luz y esperanza; regalándonos una oportunidad, un camino a seguir.

Encaje bancario de 80%

Si algún negocio es más lucrativo que el comercio puro es, precisamente, el más mercantilista de todos, la banca. Baste recordar la célebre teoría del encaje bancario; en Venezuela, históricamente se ha mantenido un encaje igual o cercano al 20%. Esto significa que por cada mil bolívares en efectivo que se depositan a la banca, se obliga a está a mantener en resguardo sólo el 20%, en este caso Bs 200, el resto lo puede prestar. El detalle está en que, quien recibe ese 80%, esos Bs. 800, ineludiblemente lo mantendrá en la banca, pudiendo esta, nuevamente, prestar el 80%, es decir, retiene Bs. 160 correspondiente al 20% de encaje y presta los restantes Bs. 640. Y este ciclo se repite hasta que los mil bolívares originales se encuentran completamente en resguardo, para ese entonces la banca habrá registrado dentro de su haber cinco mil bolívares (Bs. 5.000,00); los mil que fueron depositados originalmente y cuatro mil (Bs. 4.000,00) que creó de la nada, es dinero bancario, fiduciario, dinero no físico. Bajo este panorama, se entiende un obvio proceso inflacionario y devaluación de facto de la moneda.

Este fenómeno económico no es bien conocido por el pueblo llano, y teniendo la crisis económica actual, un alto componente cultural, su desconocimiento sólo contribuye a mantener el estado de cosas. Comúnmente se escuchan quejas, en esas largas y tediosas colas en los bancos para buscar efectivo, de personas que alegan "¡Ese dinero es mío, quiero que me lo den!"; la verdad es que no lo es, tal vez sí lo sea sólo el 20% de sus depósitos; pero ¿De quién es? No cabe duda que es de la banca. Tal afirmación puede ruborizar a cualquiera; ¿Acaso significa esto que la banca se queda con el 80% del esfuerzo de todo un país?; Un asunto para el, ineludible, debate nacional y especialmente para la ANC.

Conclusión

En síntesis, considero que la descontinuación del bolívar fuerte, la petrolarización, la internacionalización de precios y salarios, la diversificación de la producción, la profundización del programa "Todas las Manos a la Siembra" y la equilibración de los oficios, debe ser acompañada con el incremento considerable del encaje bancario, en mi opinión no menos del 80%; y en lo sucesivo con la nacionalización de toda la banca y del comercio exterior.

ajimenez3000@gmail.com



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