Lógica de la oferta como ayuda humanitaria

Hasta en las condiciones extremas, el capitalismo ha diferenciado a la población entre terratenientes, burgueses y proletarios, y dentro de éstos destacan la clase media con sus diferentes estratos marcados por su poder de solvencia en los mercados, y la clase inferior de los pobres con inclusión de las personas en abierta condición de pobreza extrema, a la que, por cierto, se venía resolviendo satisfactoriamente, pero que hoy se ha visto más bien robustecida ya que no se cuenta con renta y precios accesibles para que los pobres coman.

Las condiciones de pobreza la están atravesando actualmente y de manera creciente los estratos bajos de la clase media y de las mismas personas que habían salido del rancho para sus casas dignas y bien equipadas pero que hoy ya ni tienen como reparar sus artefactos domésticos porque ya un solo repuesto cuesta más que el precio original de aparato que sea, nevera, lavadora, etc.

Durante el capitalismo tradicional, los llamados pobres sólo tienen acceso a los bienes más abundantes y de menor costo social; por ejemplo, auyama, maíz, azúcar, papas, yuca, caraotas, arroz, mortadelas, alpargatas, y cada uno de esos bienes estuvieron calificados como comida de pobres ya que hasta los más humildes podían adquirirlos y muchos comerciantes solían rematarlos a precios casi regalados.

De allí surgía la terrible existencia de los llamados personas de pobreza extrema quienes a duras penas tenían acceso a una comida baratona pobre en calorías y sólo para algunos días de la semana. De manera que muchos pobres podían comer porque mendigaban o porque realizaban trabajos de baja paga como ayudantes de albañilería, mandaderos, carga aguas, trabajadores del aseo municipal.

Ese cuadro social, ya terrible en sí mismo, se acabó y ha sido reemplazado por la presente realidad social donde ni siquiera los salarios mínimos dispuestos constitucionalmente están alcanzando para media semana al mes.

Así, con el rimbombante Bono de la Independencia (Bs. F 1000.000) ya no se puede comprar ni siquiera medio kg de queso para pobres (el queso llanero). Bonos como estos se han convertido en simples ofertas populistas, una política que había sido manejada por la burguesía hasta la llegada del Presidente Chávez, quien tomo a los más pobres como sus principales beneficiarios del Presupuesto Nacional.

Contradictoriamente, esa nueva distribución de la riqueza nacional ha llevado a la burguesía a la implementar la horrorosa crisis donde los pobres ya no tienen cómo ni con qué comer comidas baratas porque todas las mercancías, absolutamente todas, han sido encarecidas mediante la inflación que ya está envolviendo a las capas inferiores de la clase media.

Hoy tenemos más de 2MM de familias con casas dignas pero su poder de alimentarse se halla en crisis y, a todas luces, es preferible vivir en un rancho y tener libre acceso a comida para pobres que tener casa propia sin poder para ir al mercado.

Efectivamente, los llamados CLAP no terminan de garantizarse en periodicidad ni con la carga de bienes en variedad suficiente para la cesta básica quincenal.

Ya es notoria la incompetencia en esta materia por parte de sus responsables quienes en lugar de garantizar unos 4 o 6 bienes básicos quincenalmente, ahora hasta tienen planeado cubrir poca comida con otros bienes sin todavía realizar su entrega a esa parte de la clase media que ya lleva casi un año formando parte creciente de los pobres en extremas condiciones.

Ya se puede ir infiriendo que la solución de la pobreza extrema anterior se está hundiendo y, por el contrario, ahora los pocos que tienen acceso a las bolsas y cajas Clap lo están haciendo con cargo a la reproducción de la clase en pobreza extrema formada por los desclasados de la clase media.

De allí que las solicitudes de ayudas humanitarias no son descabelladas ni demagógicas ya que se ajustan perfectamente al, hasta ahora, crecimiento galopante de la pobreza extrema en Venezuela.



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Manuel C. Martínez


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