El Engaño e Incoherencia de la Utilidad Marginal

Muy propio de la Economía Popular, misma que, ante la ignorancia[1] reinante sobre Economía Política, sobre la revolución científica derivada de los aportes de Marx y Engels, concretamente lo relacionado con la teoría del valor-valor trabajo-, la Escuela austríaca lanzó como algo novedoso; hablamos del concepto de valor marginal de uso, directamente, e indirecta e incongruentemente como coste, valor o precio.

Ya antes Marx había deslindado con la más absoluta claridad que toda mercancía alberga dos tipos de valores: el de uso, y el valor de cambio, éste, como costo de elaboración del primero, lo cual hace del primero un simple soporte del segundo. Las manos del más experto técnico por sí mismas no pueden crear nada; necesitan donde vaciar su productividad, papel jugado por los medios de producción.

Se trata de una dualidad de valores intrínsecamente unidos, sólo que el valor de uso es tangible, mientras el de cambio resulta inaprehensible y sólo funciona o manifiesta en los intercambios comerciales.

De perogrullo, mal puede haber valor ni costo ni tener precio alguno o incurrirse en alguno de esos conceptos si este o los anteriores no se traducen necesariamente en algún tipo de valor de uso. Ya, al calificar alguna cosa como valor de uso, queda sobrentendido que su demanda estaría garantizada.

De manera que concebir que los gustos por tal o cual mercancía, por tal o cual tipo de utilidad media o marginal, pueda tener alguna influencia sobre su valor de cambio, sobre su precio, en lugar de hacerlo sobre el desequilibrio oferta-demanda, es poco menos que un tremendo absurdo.

El caso resulta por demás incoherente, habida cuenta de que, Menger y sus correligionarios de dicha escuela parten de una inversión inicial de dinero, de unos costos o valores de cambio desembolsados para el arranque y puesta en marcha de determinada empresa fabril, y a pesar de eso, decimos, al final traducen con prioridad semejantes costes de producción en determinada cantidad de valores de uso, y no de valores. Esta desviación interpretativa pudo tener su asidero en la definición impartida por Adam Smith cuando define la riqueza de las naciones como el paquete de bienes fabricados-valores de uso-, y no de mercancías.

Y es que, de entrada, la utilidad[2] de un bien o su valor de uso es siempre una potencialidad para satisfacer necesidades específicas. Los valores de uso son creaciones del trabajo y de allí que hablemos de bienes sintéticos o de los creados por la Naturaleza que en consecuncia carecen de valor de cambio.

Por supuesto, si una persona ya está satisfecha en cuanto a pan de trigo se refiera, mal podríamos inferir que los panes hayan perdido su utilidad ni siquiera para él mismo comensal ya que el hambre de pan, de perogrullo, es inevitablemente reiterativa, salvo que para saciarla nos valgamos de sus correspondientes sucedáneos.

La idea de utilidad marginal proviene de criterios muy aburguesados, muy subjetivos que niegan la objetividad de los valores de uso. Si usted muestra mucho interés en determinada mercancía porque se ve atraído por su valor de uso, porque lo necesita con cierta urgencia-lo que para todo vendedor resultaría notorio-y usted obviamente estaría dispuesto a pagar cualquier precio superior a su costo, a su valor trabajo, pero, al revés, los comerciantes no se inmutan porque la gente pase por delante de sus negocios sin comprales mercancías alguna. Generalmente los comerciantes se caracterizan por excedentes de paciencia hasta que llegue el cliente del caso.

Que las desigualdades entre la demanda y la oferta desvíen los precios de mercado del valor trabajo-hacia arriba o hacia abajo-no le añade ni quita valor a los valores de uso, es decir, no le niegan valor de cambio ni se lo agregan; en términos macroeconómicos-de conjunto-se trata de precios apartados del valor que favorecen a unos y perjudican a otros.

El caso es que cuando se fabrica valores de uso hablamos de rendimientos, pero su valor de cambio resultará bajo o alto dependiendo sólo del grado de productividad de la mano de obra, una variable que los medios de producción no poseen ya que su carácter constante se lo impiden.

Los rendimientos de los medios de producción están en función de la armonía o complementariedad entre sí para cada volumen de producción; así, hay materias primas más rendidoras que otras y hay máquina que procesan un mayor número de valores de uso por unidad de tiempo.

Por lo demás, es hasta ridículo que una familia se tome su buen tiempo midiendo grados de satisfacción, cuando que se trata de que un bien guste o no, sirva o no para la satisfacción de determinada necesidad impulsora de su demanda. Las preferencia del consumidor se reducen a comprar lo que más le satisfagan, pero hasta allí; de allí la competencia, la publicidad, etc.


[1] Se trató, y trata todavía, de una ignorancia ideológica o simplemente de una forma de negar la teoría del valor de Carlos Marx, hecho que no cesa todavía, particularmente cuando este científico derrumbó para siempre todo el currículo escolástico que reinó durante unos dos mil años hasta la llegada de este pensador, economista, sociólogo, matemático y filósofo de primer orden al lado de su insigne y no menos sobresaliente colaborador y coautor de su obra máxima El capital (Federico Engels), al punto de que a ambos y exitosos investigadores se los apelotona junto a los clásicos, resultado de lo cual, los estudiantes e interesados en temas económicos, por elementales que estos sean, se les convence de que Carlos Marx es algo demodé. Semejante tergiversación de la ciencia prende divinamente en mentalidades ya proclives a las enseñanzas burguesas e individualistas contrarias obviamente a toda concepción socialista.

[2] La utilidad marginal es manejada por la llamada Escuela austriaca y son Karl Menger, William S. Jevons, León Walras, y otros marginalistas quienes han pretendido torcer los aportes de Carlos Marx sobre la teoría del valor trabajo, mediante una absurda y supuesta formación de precios a partir de los gustos del consumidor.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1657 veces.



Manuel C. Martínez


Visite el perfil de Manuel C. Martínez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: