La Exenigmatización de la Mercancía Falsos costes Marginales

El enigma de la mercancía o, mejor dicho, de su valor, estuvo sin despejarse hasta la llegada de Carlos Marx, unos 2.000 años después de que el grande Aristóteles dijo todo lo que pudo decir al respecto sin llegarle al intríngulis de semejante y vital categoría social o económica propiamente dicha[1].

Marx partió del concepto vulgar reinante y más superficial, según el cual el valor de cambio (= lo que valen las mercancías) aparece como la relación cuantitativa o proporción en que los distintos valores de uso se intercambian, relación, esa, que es variable en tiempos y lugares. Esa variabilidad lo motivó a hurgar por vía de abstracción de esos valores de uso, más allá de dicha proporcionalidad de cambio entre una y otra mercancías. Luego hizo una segunda abstracción de los diferentes tipos técnicos de la mano de obra.

Marx, luego de depurar el intercambio de dos mercancías tan disímiles entre sí como el hierro y el trigo[2], más allá de las cuantías involucradas de una y otra de esas mercancías, arribó a la conclusión de que ambos valores de uso debían tener en común algo concreto para poder ser intercambiadas en determinadas proporciones[3].

Antes de Marx, los analistas se quedaban en estas proporciones de intercambio de dos mercancías entre sí. Marx-crítico de alta talla como fue-observó que esas proporciones eran variables en el tiempo y en el espacio, pero las mercancías conservaban valor, y lo hacían con independencia del tipo de mano de obra técnicamente especializada porque finalmente el trabajo recibido por las mercancías terminaba humanizándose como fuerza esqueleticonervomuscular, o trabajo humano, uno mejor especializado que otro, pero igualmente cuantificable como valor trabajo.

Es decir, Marx desconsideró sus valores de uso y se quedó con el trabajo que costaba fabricarlas. Sobre esa base, levantó su teoría del valor trabajo que hasta ahora la tarifada Apología burguesa no ha cesado en refutarla.

Sin embargo, presumimos que se trata de una falsa refutación que sólo tiene vida en la literatura de los renombrados centros de estudio burgueses, pero, como ley, la teoría del valor trabajo es inviolable, es una realidad que cada uno de los economistas "vulgares" lo saben, lo reconocen para sí y, quizás, con mejor intelección que muchos economistas marxistas. A propósito: un aporte importante que realiza Marx en paralelo es destacar que "mientras más pequeña es la fuerza productiva del trabajo (social o de equipos, el valor trabajo socialmente necesario o medio), mayor es el tiempo necesario para la producción de un artículo y mayor su valor-su costo-" [4]. El caso es que los "marginalistas" o mengerianos[5] han hecho un jugoso negocio con eso de la productividad marginal decreciente.

01/02/2018 06:26:37 p.m.

 


 

 

[1] No pudo hacerlo ni inconscientemente porque la sociedad griega fue esclavista, y Aristóteles mal podía concederles a los esclavos el honroso mérito de ser fuente de la riqueza disfrutada por ellos como clase dominante, afirma Carlos Marx, El Capital. Libro I

 

 

[2] Carlos Marx, Obra citada, ibídem.

 

 

[3] Obra citada, ibídem

 

 

[4] Marx, ibídem. Paréntesis y guiones míos.

 

[5] Véase Karl Menger, un economista austriaco contemporáneo de Carlos Marx, de unos 20 años menos. Este proburgués congela partes de los costes, hace variar la mano de obra y concluye con que la productividad de esta es decreciente o que las mercancías salen costando más con cada adición del empleo de fuerza de trabajo. Toda una aberración económica (creó una renombrada escuela propia de los centros universitarios y académicos del mundo burgués), que le permitió falsamente, sobrestimar y supuestamente obtener más ganancia fijando precios a tenor del costo de la mercancía que cuesta más, la utilidad marginal, como si con artilugios semejantes pudiera acrecentarse la plusvalía. Nada más falso, sólo se trata de especulativos precios de fábrica netamente contabilizados desde el propio seno de cada fábrica, antes de que los intermediarios del mercado se muevan por los precios fijados por éste.



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Manuel C. Martínez


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