Una mercancía llamada Petro

Por definición, el dinero y sus correspondientes presentaciones, billetes, monedas, sean éstas, reales o virtuales[1], son mercancías universales. En consecuencia, el PETROMONEDA también lo es.

Como tal, haremos con estas mercancías digitales-“depositadas” en Internet, por así decirlo, y acuñadas por el Banco Central de Venezuela Bolivariana (BCVB) lo que hemos venido haciendo desde que empezó a circular masivamente el dinero a partir del agigantado mercado que ofreció la cruenta invasión europea a las tierras del continente donde habitamos.

​Por ejemplo, se podrá compravender y traspasar Petros susceptibles de subas y bajas en sus precios internacionales según varíe el precio del petróleo, oro, etc. De ahora en adelante se podrá jugar a las finanzas, una actividad que era exclusiva de los mismos bancos y de gente adinerada en billetes convencionales.

El sistema bancario de ahora en adelante será volteado como una media: bastaría un robot, en un oficinita del BCVB o unas secretarias virtuales que serán receptoras de nuestros “depósitos”, luego de que nos hayan depositado allá mismo en nuestras cuentas de carnet virtual-no habrá necesidad alguna de operar con los fulanos cheques, ni habrá que ir al banco a depositar nada, como este tampoco tendrá que ocuparse de servirnos de ineficaz intermediario-como lo ha sido hasta ahora[2]-entre el BCVB y sus “clientes” quienes ahora serán simplemente carnetahabientes directos del BCVB.


Dejamos para una segunda entrega la conversión de Petros en Bs.F

[1] Las acciones financieras de una compañía anónima, por ejemplo, también son mercancías, y por ello representan uno de los valores “mercancías” con las que trafican las connotadas empresas bursátiles en el mundo de las finanzas.


[2] Fue precisamente la pasmosa ineficacia e ineficiencia bancaria la que indujo a los comerciantes y tarjetahabientes a la reprivatización de la banca privada y pública. Como prestaron un pésimos servicio visto en las interminables colas, y luego en los corralitos, los comerciante cambiaron sus atávicas costumbres: no depositan el circulante de sus ventas diarias en efectivo y las usa​n para préstamos​ ​exprés



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Manuel C. Martínez


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