El Petro ¿Engendro o Panacea?

En una economía funcional una moneda sirve como depósito de valor,
como medio de intercambio y como unidad de cuenta.

En la economía disfuncional que hoy vivimos un billete no sirve como
depósito de valor. Si trece billetes de cien eran necesarios para
comprar hace un año un café, ciento treinta son necesarios hoy.
Billete que se guarda, billete que se pierde, sabe todo el mundo.

Los billetes tampoco sirven como medio de intercambio: simplemente no
se consiguen. En los cajeros externos de los bancos rara vez hay
efectivo; y cuando lo hay solo se nos dispensa un monto máximo de diez
mil bolívares, a duras penas suficiente para comprar una empanada. En
los cajeros internos de los bancos los montos también están limitados:
a menos que paguemos una jugosa comisión a las mafias que se
aprovechan del caos. (Es verdad que después de largas colas los
viejitos podemos en algunos casos cobrar la pensión del seguro social,
pero esto no nos salva del todo de la locura: como no hay billetes de
baja denominación para dar vuelto, los comerciantes casi nunca pueden
aceptar los billetes de cien mil.)

Tampoco sirven los billetes como unidad de cuenta: los precios varían
tan rápido que es difícil hacerse una idea, en bolívares, del valor de
las cosas; la gente en la práctica usa el dólar como indicador de
valor, como unidad de cuenta. Y es aquí donde la negligencia criminal
de la autoridad monetaria nos acribilla: en ausencia de una asignación
racional de divisas por parte del BCV, carecemos de una tasa de cambio
oficial para el dólar, carecemos de una tasa de cambio creíble quiero
decir. La carencia de una tasa de cambio oficial creíble abre la
puerta a Dolar Today, una simple página web que en la práctica
determina el tipo de cambio del —y como consecuencia determina el
nivel de precios—.

En medio de este despelote el gobierno ahora propone una nueva forma
de moneda, presunta criptomoneda: el Petro.

¿Pero funcionaría el Petro como criptomoneda, como moneda? Ninguna
moneda funciona y sobrevive si el público no tiene confianza en su
ente emisor, ente emisor que en este caso es el gobierno: el mismo
gobierno que nos trajo el despelote que describimos arriba. ¿Sería
racional, consistente con la realidad, que el público confíe en este
nuevo engendro del presidente y su equipo económico?



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Gustavo Mata


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