30 dólares de utilidades: la destrucción de la clase profesional de Venezuela

Solo 30 dólares de utilidades (1.200.000,00 Bs). Es el saldo de lástima que un ingeniero con más de 10 años de experiencia profesional, que labora para la primera empresa del país, obtiene como utilidades de ley, luego de todo un año de trabajo. Esta cantidad se la gana un jardinero en USA por una tarde de trabajo; aquí, en Venezuela, en este gran Macondo que sobrepasa los límites kafkianos del Macondo imaginario de García Márquez, es lo que recibe por todo un año de trabajo, un ingeniero con más de 8 años de experiencia en PDVSA. En el juego de escenarios de los poderosos en Venezuela prevalece la noción de mantener el poder a toda costa y en ese cálculo despiadado, la clase profesional es la gran sacrificada. Solo la cesta básica, básica en el sentido más laxo de la palabra, es decir, solo comida, representa en la actualidad 3 veces ese monto. El empobrecimiento de los profesionales venezolanos es espantoso. Ante un escenario tan sombrío, surge inevitablemente la pregunta: ¿Qué le espera a los profesionales en Venezuela? La respuesta también es inevitable: la huida, el exilio forzado de un país, gobernado por una jauría, que no los necesita. Aquí, tal vez se me malentienda; no es que el país no necesita a sus profesionales, lo que sucede es que en los cálculos de poder de los supremos, su presencia es inconveniente, por muchas razones. La clase profesional pensante, imborregable, técnica, que cree y lucha con conciencia por la educación y la formación como formulas de la búsqueda de la felicidad y el progreso personal y colectivo, es incomoda a aquellos que apuestan a la estandarización de la gente, a aquellos despreciables flautistas que con su nota falsa de chabacano nacionalismo, pretenden llevar al pueblo a ahogarse en el rio de la mediocridad y la indigencia colectiva.

Tal vez surgirán, y es lógico que así sea, objeciones a mis aseveraciones de este escrito. Se me podría reprochar, que es improcedente comparar el monto de mis utilidades con el valor del dólar que sostiene la "maldita pagina", porque esta "maldita pagina" es una herramienta infernal del imperio, en su implacable guerra económica contra el pueblo venezolano. Ello fuese veraz si ciertos elementos de la realidad lo contrastaran, pero es todo lo contrario. Aplicaremos aquí el método aristotélico de tratar de descomponer el todo en sus partes fundamentales a fin de tener una visión más amplia del problema, ello permitiría hacer una intrusión abarcante de la situación con preguntas como: ¿Es realmente una página de Internet la causa principal del devastador proceso inflacionario que ocurre en Venezuela? ¿Existe una "guerra económica" dirigida implacablemente por perversos elementos de la supremacía blanca que ha causado la destrucción masiva del aparato productivo nacional? ¿Es probable que la escalada absurda y criminal del dólar paralelo obedezca a intereses criminales de grupos mafiosos internos que de come-países imperialistas externos? Es preciso intentar buscar la respuesta a estas interrogantes desmenuzando la situación con el escrutinio incontestable de los hechos, lo que si se ve; lo que no se ve se lo dejamos al inefable señor Ramírez, que sabe mas de eso que nadie. El valor del dólar declarado en la "maldita pagina" no tendría un efecto tan devastador en la economía si este no fuera el marcador de las operaciones del circuito económico nacional, y ello es así por las siguientes razones: 1) La absolutamente necesaria demanda de dólares en un país monoproductor donde el 90 de sus insumos domésticos e industriales son importados, 2) La existencia de un aparato productivo destruido técnicamente, algunos estudios señalan que mas de 60% de la capacidad transformadora del país esta en ruinas, 3) un esquema cambiario absurdo, disfuncional y limitante que es aplicado más por razones de índole lucrativo para unas minorías disfrutantes de la nueva dialéctica que por razones de buen raciocinio económico, 4) el uso del populismo como política de Estado, la cual es contraria al concepto desarrollador de las capacidades y potencialidades nacionales que debe guiar a una administración política de avanzada. En todas estas decisiones es muy poco probable que tuvieran algún poder determinante los ogros blancos come-mundos que quieren destruir malévolamente al país. Fueron y son decisiones absolutamente internas y obedecieron a una concepción e ideología que es criticable, pero perfectamente legitima en un sistema republicano. No se tratará de cambiar el rumbo. Los poderes y aspiraciones involucradas trascienden el sufrimiento de la mayoría ciudadana. Por ello un joven profesional decide tener como opción firme, buscar futuro en otros derroteros, pero antes, es importante declarar mis ideas al respecto del modo de hacer de los que me obligan a irme.

A ENEMIGO QUE HUYE, PUENTE DE PLATA…

Aristóteles planteaba en su monumental obra La Política, que lo que define a un buen gobierno o constitución de una nación es el fin principal de su accionar. Si el fin de un gobierno es el interés general, entonces dicho gobierno es bueno, o al menos puede dársele el crédito de la duda. Si el fin del gobierno es el interés de algún grupo, o sector de la sociedad, entre todos los que integran el Estado, ya sea este grupo mayoría o minoría, rico o pobre, entonces es un mal gobierno. Aristóteles decía de tal gobierno que era un gobierno corrupto o impuro. En nuestros países latinoamericanos, y Venezuela no es la excepción, el fin, el propósito que rige los gobiernos siempre ha sido el interés de algún grupo o sector. En Venezuela esta práctica ha tenido una denominación fatídica: populismo. Es justicia afirmar que esta aberración secular no es exclusiva de la actual administración socialista, pero es también justicia afirmar que has sido en esta administración donde su práctica se ha exacerbado. ¿Qué es populismo? Es la maldición de nuestros pueblos. Significa solo una cosa: la única razón de ser de un gobierno es permanecer en el poder. Y para ello apela al recurso del reparto indiscriminado, utilizando una retórica revanchista y justiciera, de la riqueza nacional. El problema es que la riqueza antes de ser distribuida debe ser creada. Por lo tanto, el fin de los gobiernos populistas es el interés de un sector, de una clase nacional, en este caso de la más numerosa, y la que garantiza, como es lógico en los regimenes democráticos, la permanencia en el poder mediante el voto; esta clase es el lumpen-proletario, que según estudios, en el país supera el 70%. Venezuela tiene una particularidad que propicia este mal sempiterno, esta rémora despiadada a nuestro desarrollo, la cual es su riqueza petrolera. Con la riqueza petrolera se puede mantener cautivo el electorado del lumpen-proletario mediante el clientelismo y la prebenda, iniciar faraónicos programas de asistencia e inclusión, aunque eso signifique que se vaya al traste el aparato productivo del país. La estrategia es simple pero terriblemente eficaz: llevar al súmmum la lucha de clases, convencer a la gran mayoría de que los culpables de su desgracia son los saqueadores históricos de la riqueza nacional, jamás se les dirá a los conciudadanos del lumpen-proletario que el trabajo duro, la formación y la educación son la base del progreso. Y en esta estrategia no tiene cabida la clase profesional, o lo que es lo mismo, no cuenta como factor de peso político, electoralmente hablando.

La clase profesional en Venezuela cree en la educación. Tiene un nivel de raciocinio y esquemas de pensamiento que chocan peligrosamente con la pretensión populista de estandarización y alienación de la gente. Por ello es incomoda su presencia. Y por ello es propicia la frase de que "enemigo que huye, puente de plata". Mantener una clase media y profesional en el país es contar con una voz disidente y pensante contra el populismo. Y como el fin de la actual administración es la complacencia ilusoria de la clase más numerosa, entonces importa poco el empobrecimiento generalizado de la clase profesional. No es mi intención pretender ser discriminatorio. Solo un irresponsable podría culpar a los compatriotas del lumpen proletario de esta tragedia. Factores históricos prefiguraron, como diría el gran Eduardo Galeano, la condición de puerto exportador monoproductor de nuestro país, como dijera Bolívar alguna vez, "no soy culpable, pero soy desgraciado", nuestros hermanos de los sectores populares son sólo victimas en manos de los poderosos, como lo somos todos. El populismo ha dictado toda la política socio-económica de la actual administración. Ello es legítimo en democracia, no se critica el derecho del gobierno a aplicar la política que quiera, se denuncian sus consecuencias y efectos en la vida nacional.

El populismo llevó a tomar medidas nefastas como la confiscación del Banco Central de Venezuela para ponerlo al servicio del ejecutivo como convalidador especializado del déficit fiscal gigantesco de la política de reparto populista mediante la irresponsable medida monetarista de emisión de papel moneda sin respaldo.

El populismo ha sido el propulsor de conductas fuera de toda virtud republicana que se evidencian en medidas contrarias a toda lógica económica como el esquema cambiario imperante actualmente en Venezuela. Mantener un esquema de cambio a 12 Bs por dólar, desfasado completamente del desempeño del circuito económico, es tan absurdo que genera suspicacias. Aquí es probable -y declaro categóricamente que lo expresado en estas líneas pertenece exclusivamente al mundo de la especulación intelectual- formular una respuesta a la pregunta de, ¿A quien beneficia en última instancia la "maldita pagina"?, solo con un sencillo razonamiento: si tengo acceso a un dólar a 12 Bs y luego lo vendo, digamos, a 40.000,00 Bs; ¿Quiénes serian los interesados en que se mantenga la "maldita pagina"?

El populismo ha sido el causante de la mayor espiral inflacionaria del país, y actualmente del planeta. Es la inflación con sus efectos devastadores sobre el salario lo que conlleva a la pobreza y la sobrevivencia a toda una nacionalidad. Aristóteles definía, en su Política, al Estado como una asociación política cuyo único fin era crear las condiciones para el bienestar de sus integrantes. Cuando la mayoría de los integrantes del Estado son infelices el Estado como asociación política superior deja de tener razón de ser. En la declaración de independencia de los Estados Unidos, los padres fundadores de aquel imperio - y aquí no debe haber medias tintas, Estados Unidos es un imperio, el mas grande, feroz, avaro y depredador que ha existido- establecían que se fundaba esta nación con la aspiración de crear un nuevo modelo de sociedad basada en el respeto y garantía de la vida, la libertad para asegurar la búsqueda de la felicidad. Los padres fundadores de USA, hombres que habían leído los clásicos griegos y los ilustrados del enciclopedismo francés, sabían que la felicidad no se decreta, no es eficaz un viceministerio de la suprema felicidad, la felicidad se busca, y es un estado que solo puede alcanzar el individuo de acuerdo a sus valores, los cuales deben ser valores compartidos colectivamente. De tal manera, que una sociedad donde se garantice la libertad plena del individuo en todas sus dimensiones es la que estará en mejores condiciones, al menos de buscar la felicidad. El populismo es una forma de control donde se le arrebata al ciudadano su libertad, su capacidad infinita como humano de desarrollar sus potencialidades para lograr su realización personal y colectiva, encadenándolo indignamente a un estado de dependencia. Por lo tanto es improcedente para lograr el cometido principal de un Estado: la felicidad de sus ciudadanos.

solerfr@pdvsa.com



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