Los Mercados sustitutos de las Colonias

Ya expusimos la lamentable situación e ingenuas operaciones entitativas del Banco Central de Venezuela (BCV) que, al igual que el resto de estos entes nacionales americanos, fue impuesto por el FONDO MONETARIO INTERNACIONAl-por EE.UU-para que las transacciones internacionales, supuestamente, pudieran ser más transparentes, mejor contabilizables y menos engorrosas en cuanto a monedas se refiere, particularmente cuando el patrón oro monetario también se nos impuso para que este respaldara la moneda fiduciaria o el papel moneda cuya acuñación y emisión fueron asumidas y costeadas por el Banco Central de cada país, y así la banca privada la usara y dispusiera a su entera conveniencia como hasta ahora así lo ha hecho.

De perogrullo, siempre la balanza de comercial nos resultó desfavorable, dados el desarrollo industrial de EE.UU., y de nuestras importaciones de mercancías de ese mismo país con el retorno del dólar petrolero. De esa manera el oro que dejó de fluir hacia España y lo hizo con mayor fluidez comercial hacia el Norte norteamericano.

Desde entonces hablamos del oro tributario colonial y del oro comercial como ganancias capitalistas.

Ciertamente, no es lo mismo una circulación de tantos conos monetarios como bancos privados haya en un mismo país (mercado, que es lo que siempre han representado estos países que antes eran colonias españolas u holandesa, o portuguesas e inglesas) que un solo banco que dé cuenta de todo el circulante nacional.

Estamos insistiendo en la perentoria necesidad de modificar radicalmente las funciones de nuestro BCV. Esta es una de las tareas a las que debe abocarse la ANC para extraer de la actual Constitución todo esa basura entreguista al servicio de EE.UU.: Crédito Público, funciones del BCV, patrón oro y patrón fiduciario, unidad monetaria nacional y su correspondiente paridad internacional, entre otros venenos jurídicos que hemos arrastrado desde hace siglos.

Hemos tenidos Constituciones donde ni siquiera una solita frase ha sido enteramente genuina de nuestros propios juristas, chapados y formados como lo han sido en el Derecho canónico de influencia napoleónica.

En principio, las oficinas del BCV deben bajar hasta las catacumbas de las oficinas bancarias, a los expendios de dinero que representan las agencias y sucursales de toda la banca privada.

Los bancos privados pasarían a ser una suerte de tercerizados o agentes técnicos prestadores del servicio final entre el BCV y los usuarios del dinero.

Digamos que bastaría con asimilar cada banco con sus instalaciones actuales a un personal contratado por el BCV para que preste los mismos servicios bancarios actuales, pero, bajo la diaria supervisión del BCV.

Digamos que de ahora en adelante la banca privada estaría al servicio del BCV y no de los usuarios con actual independencia que mantiene esa banca privada respecto del propio BCV.

Sudaban, por ejemplo, podría salir del juego porque hasta ahora ha dado demostraciones de una inutilidad pasmosa. Debemos admitir que ya no somos colonias españolas, sino mercados libres y como tales tenemos que asumir aquellos servicios públicos de interés vital para nuestros desarrollo que hasta ahora ha estado en manos privadas con las pasivas actuaciones y funciones del actual BCV.



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Manuel C. Martínez


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