Capitalistas sin capital, ¡qué es eso!

Que la banca privada les financie a los fabricantes e intermediarios se explica porque, precisamente, el gran capitalista es el propietario jurídico del dinero.

La banca opera con la propiedad privada de capital ajeno, o sea, con los verdaderos propietarios económicos privados e inclusive con el "capital" PÚBLICO.

En un principio fueron los comerciantes-capitalismo comercial, siglo XVI y fracciones del siguiente-, luego, los fabricantes y las dos modalidades[1] de capitalistas comerciales asumieron el papel de financistas. Por eso coexisten y se reparten la plusvalía según mecanismos macroeconómicos que no viene al caso aquí detallar porque sería cuestión de leer El Capital de Carlos Marx en sus 4 Libros íntegros, en particular, el Libro Tercero.

Cierto es que sólo los fabricantes explotan directamente a asalariados, por cierto también, bajo condiciones ajenas al capitalismo rentista criollo, rentista y parasitario que es el que se instaló en Venezuela con el auge petrolero ya que, obviamente, es más fácil asaltar al Estado cómplice, con gobernantes serviles y protectores de la burguesía parasitaria que es lo que hemos tenido-el Puntofijismo resulta emblemático al respecto-que montar fábricas con capital propio, ya que los riesgo que pudieran sobrevenir irían con cargo a ese Estado pendejo y keynesianista[2].

Ha ocurrido que dese que Keynes, el Economista vulgar proburgués de Inglaterra-cuna del capitalismo industrial-vendió su idea de la "necesaria" ayuda del Estado al empresario en crisis a raíz del deterioro económico sufrido por la infraestructura fabril que el propio sistema capitalista engendra cíclicamente, desde entonces, decimos, esta Venezuela ignorante-sus gobernantes-ha sido la más estúpida benefactora de gente inicua; de tramposos, delincuentes, pillos, o mejor, eufemísticamente, corruptos impunes. Ha sido muy fácil señalar al empresario como rentista y parasitario, y olvidarnos que la culpa no es del loco, sino de quien le da el garrote.

Así, pues, esa dañina política de ayuda presupuestaria a empresarios sin capital, muy manejada por los adecos, cuando manejaron su corrupta política de democratización del capital, debe ser reconsiderada por la ANC.

Cuando el Estado le financia al empresario alguna empresa que contrate asalariados, está de hecho explotando a estos, y si le condona parcial o totalmente el crédito concedido pasa a convertirse en tremendo alcahueta de la corrupción, y he allí una de las cusas de la impunidad reinante en este país. La salida no puede ser otra que invitar a esos empresarios al Socialismo. De otra forma, albergamos dudas sobre su efectividad como coadyuvantes del presente proyecto de vida nueva.

Así, una cosa es resolver el problema de la vivienda con fines de empoderamiento de los más necesitados y hasta de la gente de clase media, pero el Estado no puede limitarse a redistribuir el dinero de todos en un puñado de nuevos empresarios, comuneros o citadinos, si esos beneficiarios no quedan estrictamente comprometidos con el Estado prestamista a reintegrarle con intereses solidarios el "capital" que se les haya concedido.

Se trata de créditos recuperables 100% porque de otra manera estaríamos saliendo de Guatemala para alojarnos en Guatepeor. La cultura keynesiana, la cultura burguesa rentista y parasitaria, también ha sido heredada. De allí el sigilo, sabia elección y control de los beneficiarios a erigirse como empresarios relevistas del ya reconocido empresario burgués parasitario y rentista.


[1] Marx llama capital mercantil al c. comercial más el financiero o bancario (c. dinerario). Deja a un lado y con interdependencia estructural el capital fabril, productivo. En conjunto, esos tres tipos de capitales representan el capital industrial en su fase avanzada; se trata de los capitales imperialistas o transnacionales.

[2] Majaderamente, insistimos con la convicción bolivariana: Más nos explotan por ignorantes que por las armas; estas últimas han servido para amedrentarnos y hasta idiotamente se las hemos comprado ya obsoletas dizque para defendernos de sus vendedores.

 

 



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Manuel C. Martínez


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