Paul Samuelson Precios de Salario y Cesta Básica

En su acientífica crítica a la obra de Carlos Marx, las omisiones del Nobelado Paul Samuelson[1] engañaron(?) a la Academia y al Banco de Suecia. [2] No olvidemos que, de perogrullo, ambas instituciones sólo premian trabajos proteccionistas del sistema burgués, como resulta obvio.

Digresión pertinente: Corpoelec-Valencia, El Socorro, no les está recibiendo paga a muchos usuarios que van a pagarles porque supuestamente "no están en el sistema". Es curioso que una empresa pública o privada deje de cobrarles a quienes vayan a pagarles con sus pasos a sus oficinas.

Yendo al tema: Se habla y "blabla" acerca del salario monetario ("capital variable") como pago que el capitalista haría por la compra de la fuerza de trabajo, entendida como valor de uso cuyo valor de cambio sería = precio de la cesta básica que satisfaría las concomitantes necesidades medias de una persona activa, económicamente hablando. En cambio, muy poco se trata el tema del valor de cambio de dicho salario. Léase bien, la fuerza de trabajo es una mercancía y como tal alberga dos tipos de valores: su valor de uso, y el valor de cambio que debe ser = precio de la cesta básica = salario como valor de cambio de esa fuerza = poder adquisitivo del salario.

Una cosa es el salario como remuneración del trabajador por concepto del uso de la fuerza de trabajo que este pone a disposición plena del patrono capitalista. Otra cosa es el valor de la cesta básica cuyos valores de uso satisfarían o repondrían la ingesta familiar del trabajador como requisito sine qua non para que cada día se halle listo para la realización de sus faenas encomendadas por el capitalista de turno.

De allí que nos acostumbraron a creer que, por ejemplo, "El salario paga la fuerza de trabajo y ya"; "hay trabajadores mucho mejor pagados que otros", cosas así. Sólo en presencia de daños inflacionarios uno que otro crítico lanza sus flechas explicativas, justificativas aunque en común defensivas siempre del vendedor y nunca del consumidor ni muchísimo menos de cualquier asomo de intervención paliativa del Estado.

La cesta básica es un lote de mercancías = un mercado, como suele decirse coloquialmente. El salario es estrictamente un valor de cambio, habida cuenta de que en la relación obrero-patronal el obrero vende el valor de uso de la mercancía (fuerza de trabajo) al precio de cambio = salario (capital dinero) que, simultáneamente, funge de equivalente del valor de cambio de aquella mercancía = fuerza de trabajo, un valor de uso que no puede expresar por sí misma su valor de cambio, sino su valor relativo en dinero o salario.

Digamos que el salario no se compra ni se vende; sin embargo, las mercancías de la cesta básica pueden y deben ser valoradas también en dinero. Nos toca, pues, comparar el monto del salario en dinero con el monto de dinero requerido para comprar la cesta básica también en dinero.

De allí que se haya terminado creyendo que en verdad el patrono paga el salario justo, o sea, que paga suficiente salario como para que sus colaboradores, sus admiradores, sus servidores privados, sus empleados, puedan vivir dignamente; nada más falso, tan falso que el mismísimo Carlos Marx terminó manejando semejante mentira burguesa.

Desde luego, a Marx se le justifica porque él partió del supuesto de que ese salario medio diariamente calculado-estimado-pagaría el precio de compra o el valor de cambio de la fuerza de trabajo in situ, como si el mantenimiento del trabajador y su familia pudiera ser cubierto con dicho salario, es decir, como si el costo de vida del trabajador asalariado pudiera reducirse al valor energético que consume la persona cuando ejecuta determinada forma de actividad independientemente de que sea con fines productivos o no.

Así, pues, estamos resolviendo el enigma de la explotación del asalariado y de la perfecta armonía entre la abstracción valor trabajo que sirve de fuente de toda riqueza y los correspondientes precios de producción . Algo que le quedó muy grande a la acotada mentalidad de un Paul Samuelson, habida cuenta de que el propio Aristóteles no pudo llegarle al valor, y la humanidad entera esperó la llegada de Carlos Marx para que se despejara ese cúmulo de especulaciones, enigmas y demás entuertos siempre manejados unilateral y acientíficamente por los servidores tarifados de las clases explotadoras de los tiempos pasados y parcialmente del presente.

La verdadera incoherencia entre el Primer Libro y el Tercero de El Capital queda reducida, pues, a que el salario es una cantidad de dinero calculado ex ante, mientras el precio de las mercancías que pudieran cubrir la cesta básica del mismo asalariado es una variable de ocurrencia ex post muy dinámica que arbitrariamente el patrono manipula a su entera conveniencia cuando funge de vendedor de sus mercancías por las cuales paga salarios constantes y no variables como deberían serlo.

En cuanto a la plusvalía que permitió a Marx calificar de variable al capital salario, se trata de la variante valor y cuantía del valor creado por el trabajador durante la jornada completa, un valor que perfectamente [3] tiende a exceder el monto del salario reconocido precisamente por el patrono, pero que aun no existiendo eso no implicaría pérdida alguna para el fabricante ya que su misma manera de entender la Economía Burguesa lo obliga a pensar como un comerciante más, como un vulgar intermediario entre los suministradores de insumos productivos en especial de los trabajadores y de los consumidores finales. Digamos que fabricantes e intermediarios de la circulación se rigen por la fórmula comercial:

D-M-M’-D’, para D


[1] Premio Nobel otorgado por el banco de Suecia, año # 1970. Véase: Academia de Ciencias de la URSS Ciencias Sociales #4 (Moscú), 1980 pp. 217 y sig. Notas 1.4, etc.

[2] Nos referimos a la supuesta incoherencia entre valor y precios de producción (de mercado) esgrimida por el Nobelado Paul Samuelson para ridiculizar y considerar como una contradicción inzanjable entre los contenidos del Primero y Tercer Libros de El Capital, de Carlos Marx. Esa supuesta incoherencia, decimos, adoleció de que P.S. omitió, consciente o inconscientemente, que Marx partió del valor del salario diario medido, precisamente, por los hipotéticos precios diarios y justos dictados por la mano invisible del mercado, precios estos que, por supuesto, deberían ser considerados como iguales a los valores de cambio de las mercancías propias de la cesta básica que potencialmente cubriría el salario diario del trabajador, lo que a su vez supondría un dinámico ajuste cotidiano, ya que, por ejemplo, una paga con un salario inferior al precio en dinero que cueste la cesta básica diariamente, paga recibida por el asalariado, sin pasar por el mercado, supondría que el patrono sólo estaría comprando y pagando una fuerza de trabajo de inferior calidad, alejada del precio de mercado que en el mismo regiría para una mano de obra de calidad media o normal.

[3] Desde los mismísimos tiempos fisiocráticos, se comprobó la excelente productividad de la Naturaleza, y con sobrada razón la de su más y mejor elaborada forma de expresión: la productividad del trabajador, esclavo,. siervo, vasallo, y la del modernamente asalariado.

 



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Manuel C. Martínez


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