Revisemos los salarios mínimos

Salarios minimizados y un 1/2 del proletariado, aprox., contra su propio progreso social, como causas principales de la baja velocidad del proceso de socialización en marcha.

Cierto que, en principio precios y salarios tienen por qué ir ligados unívocamente, pero, mientras los salarios puedan ser fijados por el Estado, los precios de la cesta básica no se arreglarán jamás mediante decretos.

El cuanto a la figura económica con la que se estima el precio de la fuerza de trabajo asalariada, por lo visto hasta ahora ha quedado reservado a la clase burguesa que la diseñó desde Europa[1], se la vendió a sus gobernantes lacayos americanos y todavía, a más de 3 lustros de V República, sigue decidiendo cuánto debe valer el asalariado en sus países y en los de aquí, en esta Venezuela que apenas da sus pinitos en materia de independización imperial burguesa, todavía a unos 200 años de aquella exitosa Independencia decimonónica. *. Ahora, que los gobiernos hayan creídos que es mejor para el trabajador decretar los ajustes en lugar de dejárselos a la empresa privada, eso es otra cosa.

Ha sido así cómo los gobiernos de la 4ta y presente Repúblicas se limitan a fijar ajustes periódicos posféstum (salarios mínimos) para unos salarios que desde hace décadas se hallan muy alejados del valor de la fuerza de trabajo cuando a esta se la mida como el justo valor promedio y cambiante del valor de la cesta básica o valor de la sobrevivencia del trabajador a fin de que este pueda asistir los lunes de cada semana, sin peligro de detenciones de unas fábricas y empresas montadas y permisadas por los gobiernos burgueses para explotar a sus trabajadores, según el dominante sistema capitalista. Tal es el meollo de la sonada libertad de comercio y principal derecho consagrado en el Art. 20 y todo el Capítulo VII de la presente Constitución Nacional.

Como eso ha sido así, comprobado con los periódicos y deficientes ajustes salariales que han regido hasta ahora, precisamente, porque a cada incremento de salarios la burguesía responde con una inmediata y hasta previa elevación del valor de la cesta básica[2], y comprobado también por los complementarios servicios públicos destinados, en principio, a suplir los faltantes patronales de esos salarios, servicios gratuitos que el Estado vienen prestando durante la presente República como jamás antes lo hubiera hecho gobierno alguno, con unos salarios mínimos que siempre han estado muy rezagados del valor de sobrevivencia, y razón por la cual hemos estado en presencia de una auténtica minimización del salario, muy apartado en el fondo de lo que en apariencia se ha perseguido, esto es, que por lo menos rija unos salarios que no bajen de un monto que cubra las necesidades básicas del trabajador de menor preparación técnica, es decir, que rija hasta para analfabetos y analfabetas, para que puedan comer, vestirse y calzar dignamente, inclusive para aquellos que simplemente se hayan cargado de fuerzas fisicomentales para ejercer labores simples, como la de abrir o cerrar una puerta, decir "pase adelante", funciones como esas, sencillas pero complementarias en todos los procesos de trabajo e ineludibles por los patronos.

Sin embargo, a pesar de que todo eso luce muy bien, en realidad hemos estado tolerando que el Estado burgués con sus resabios y atavismos de la 4ta. República siga limitándose a la minimización de los salarios mediante el acomodaticio y prokeynesiano mecanismo de los "salarios mínimos" que ahora patronos y patronas usan como salario rasero con todos sus trabajadores no calificados y calificados; que los ponen en práctica hasta para algunos profesionales que se vean obligados a trabajos dignos, pero no profesionales para quienes el Estado burgués invirtió improductiva y desplanificadamente toneladas de dólares.

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* Pensamos que, más que detención del proceso Independentista bolivariano del primer tercio del siglo XIX, ocurrió que salimos del modo esclavista y colonial, para entrar de lleno en el modo capitalista que, para colmo de males, ha corrido a cargo de seudoempresarios burgueses y petrófagos por excelencia.


[1] Como es notorio desde hace muchas décadas, la figura de los sindicalistas fue marcadamente prostituida desde el momento mismo cuando la clase burguesa cayó en la cuenta de que era mejor negociar a costo mínimo con unos poquitos representantes de toda la masa laboral que con cada uno de los trabajadores.

​Y recientemente optaron por cargar esa responsabilidad a los presupuestos nacionales en una clara recuperación de los impuestos que ellos, aunque minimizados, le enteran al Fisco Nacional.​

[2] Los gobiernos deben dilucidar la contradicción implícita en unos ajustes salariales que pretenden cubrir una cesta básica que el propio patrono se encarga de encarecer constantemente, y un patrono que ahora se limita esperar que el gobierno decrete ajustes salariales que le sirvan de excusa contable para seguir inflando los precios en general, y que hoy, como nunca antes, los de la cesta básica.



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Manuel C. Martínez


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