Misión Barrio Tricolor para Terratenientes

Todo comenzó con el desarrollo del comercio endógeno que se hizo exógeno, provinciano y medieval, allá por el siglo XVI, según investigaciones de Carlos Marx, y de más atrás, según Henri Pirenne. El primero hace énfasis en la liberación forzosa y cruenta de la mano de obra campesina y gremial, mientras que el segundo se detiene en las migraciones campesinas voluntarias de esos trabajadores atraídos por el comercio citadino.

Hablamos de un Capitalismo Comercial que facilitó capital dinero en volúmenes necesarios para las nuevas exigencias del agigantado mercado que se abrió desde el tropiezo de Colón y Vespucio con "nuestro" continente.

Cuando el capital comercial asume el control de la producción de las mercancías y opta por autoproducirlas, aparece el asalariado proveniente de una clase obrera principal, el proletariado, y la burguesía pasa a dominar plenamente la economía nacional. Se convierte en un verdadero poder de base y el resto de los poderes convencionales, el feudal o aristocrático, y el religioso, asumen poderes extraeconómicos, más políticos y derivados de las decisiones autónomas de los capitalistas.

De allí la inferencia de Marx y Engels[1] cuando califican el Estado burgués como una Junta administradora, conservadora y custodia del patrimonio de la burguesía, una realidad que hoy sigue privando en la Venezuela Bolivariana, debido, posiblemente, a que atraviesa un frágil proceso de transición socialista pacifista y una guerra económica donde las víctimas sólo pertenecen a un solo bando.

Así, entre algunas pruebas de poca monta se hallan las ayudas financieras que la mayoría de las gobernaciones y Alcaldías siguen practicando para la conservación de vestigios coloniales arquitectónicos. Se trata de inmuebles subutilizados en su mayoría pero repotenciados a costos millonarios sin ningún contrato aparente entre sus financistas gubernamentales y los dueños de dichos inmuebles. Una especie de "Misión Barrio Tricolor" en favor de terratenientes.

También, son numerosas a nivel nacional los inmuebles alquilados para notarías, colegios y afines, con lo cual la renta colonial o viejos diezmos siguen tan vivos hoy como antes lo fueron. Además de que con su simple conservación se está reviviendo la presencia del dominio colonial en pleno SXXI y en esta fase supuestamente transicional.

O sea, la misma producción de mercancías es asimilada a actividades comerciales, habida cuenta de que el capitalista debe comprar las mercancías que necesita para llevar a cabo el proceso de trabajo, y luego revender las nuevas mercancías en el mismo mercado donde compra la fuerza de trabajo proletaria, las materias primas, maquinarias y otros medios de producción.

Como se trata de actividades comerciales propias de la circulación, tenemos un capitalista a quien sólo le interesa la diferencia monetaria entre su capital invertido de partida y el que logre recuperar por compraventas, y recuperarlo con creces a tasas de ganancias directamente proporcionales al monto del capital inicial, ya que opera asegún precios de mercado derivados de los "precios de producción"[2]. Es así como no hallamos ante un modo de producción que tiene todos los visos aparentes de capital comercial y que esconde con gran esmero su carácter productivo.


[1] V. Manifiesto del Partido Comunista.

[2] Véase Manuel C. Martínez M., PRAXIS de EL CAPITAL. marmacstersi@gmail.com Los precios de producción son una categoría que suele pasar muy inadvertida hasta por connotados economistas tanto de derecha como de izquierda.



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Manuel C. Martínez


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