Contradicciones en la apología y crítica capitalistas

Al burgués en funciones le interesa el valor de uso de una mercancía sólo porque aquel porta valor de cambio[1], además de comprar la porción de aquellos que usa, como burgués a secas, para satisfacciones caseras extraempresariales; sin embargo, maximiza su desprecio al asalariado-a sus trabajadores-tanto como suele maximizar sus ganancias cuando los explota en fábricas y mercados.

El burgués, por sí mismo o por medio de su personalidad como capitalista, desprecia a quien ha mantenido pobre mientras él se ha enriquecido con el valor creado por ese "pobre" de quien recibe, además, la hechura del valor de uso.

Por su parte, la crítica capitalista, después de Marx, vemos cómo suele desentenderse del hecho según el cual no se puede revolucionar el modo capitalista con las llamadas armas melladas del capitalismo, por ejemplo, con su aparataje estatal manifiesto en el caso venezolano actual con las misma garantías constitucionales para todas las personas en una clara ignorancia de que las personas de la sociedad burguesa se hallan asociadas en clases, una de ellas es la burguesía con su vieja carga ideológica y contrarrevolucionaria.

Nuestra Constitución, hecha en "revolución", hace abstracción de las clases sociales, no las menciona para nada.

Es que el Socialismo del SXXI sólo se enfrenta a ciudadanos chavistas, los unos, y no chavistas los otros, a personas afectas o no a este proceso de cambios, a adecos y copeyanos, y soslaya que el verdadero enemigo es la clase burguesa.

El blanco de la presente lucha debe ser la estructura económica misma, el desguazamiento de las clases sociales, además de lo que acertadamente- por fin-comienza a lograse como serían los CLAP en el bien entendido de que no pueden llegar primero a la mesa del enemigo que a la del amigo, tal como viene ocurriendo.

Pareciera que se nos olvida que a los escuálidos no les importa su arroz caro, ni su matrícula cara, ni sus clínicas caras. Y se nos olvida también que 500 años de alienación adquirida y fértilmente cultivada en las mentes escuálidas no podrá limpiarse en cuestión de pocos lustros, varios lustros durante los cuales estarán rabiosamente luchando contra todos los logros alcanzados por ahora en favor de los trabajadores con menos cargas ideológicas burguesas como son los chavistas verdaderos, más allá de los vestidos de rojo, rojito, ya que el hábito no hace al monje.

Por ejemplo, la concesión del debido proceso concedido en una estructura burocrática que sigue chapada a la IV República revela la ingenuidad que nos caracteriza al mostrarnos ortodoxos en las elasticidades penales y civiles que viene otorgándosela inclusive a políticos confesos, grabados en videos y sonidos.

 


 

[1] Aquí valor de cambio significa precio pagado por el capitalista por la fuerza de trabajo del asalariado ya que el capitalista sólo dispone del uso de esa fuerza y no de la persona del trabajador-vendedor de dicha fuerza-tal como lo hacía en los regímenes esclavista y servil del Medioevo.



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Manuel C. Martínez


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