La respuesta ante las protestas no puede ser la represión

Las recientes protestas que sacuden prácticamente a toda Venezuela, en especial las que han ocurrido en estados como Yaracuy, Guárico o Nueva Esparta, sin obviar que ya las manifestaciones son permanentes en otras entidades federales como Táchira, Zulia o regiones llaneras, deben cuando menos generar un efecto de reflexión en las autoridades civiles y militares que nos gobiernan, so pena de decir que si no es así, éstos han perdido por completo la sindéresis, y sobre todo la conciencia.

En efecto, que hechos de manifestaciones colectivas se originen en tiempos de Covid-19, o sea, sin miedo a contaminarse por tal enfermedad, y en espacios rurales como Bruzual, Santa María de Ipire o la península de Macanao, en Yaracuy, Guárico o Nueva Esparta respectivamente, son el mejor ejemplo de que tales poblaciones se han convertido en pueblos fantasmas en los cuales no importa que pasen días y días sin agua, sin electricidad, sin gas, sin gasolina, y lo que es peor, sin respuestas ante sus demandas básicas.

Por ello, resulta inadmisible que estos ciudadanos en vez de ser llamados al diálogo y escuchados sus reclamos, salga un alcalde de una de estas poblaciones con un supuesto audio de su autoría - que no ha desmentido - para asegurar que esos manifestantes deben ser "marcados" y además "cuerpo con cuerpo", agregando que para tales acciones contarían con los "colectivos", declaraciones que deben ser totalmente rechazadas, porque si efectivamente hay independencia de poderes lo mínimo que debería haber iniciado el ministerio público ante esas palabras es una investigación por supuesto abuso de autoridad, y además amedrentamiento colectivo. Y si quieren saber mi opinión personal ante un hecho semejante, lo catalogo de una simbiosis de fascismo y nazismo, propio de mentes que perdieron cualquier razonamiento para la gobernabilidad en el país.

El gobierno del presidente Nicolás Maduro debe comprender que han sido siete años consecutivos de equivocadas políticas publicas que nos han llevado a este despeñadero económico y social, que no solo tienen al país con las mayores reservas de petróleo en el planeta sin gasolina, sino que para colmo servicios como la electricidad, indispensable para el funcionamiento de una maltrecha economía y las actividades domésticas se han convertido en un lujo para la población, al punto que en Zulia, Táchira y Nueva Esparta los racionamientos superan las ocho horas diarias.

Lo que está ocurriendo en el país es inhumano y lleva a la población a un estado permanente de angustia social, y que puede derivar en una acción de conmoción colectiva, porque incluso podemos llegar a ver en las islas de Margarita y Coche el cómo quedarse sin alimentos si los transportistas en tales condiciones, ni siquiera tienen garantizada la gasolina de retorno, sin olvidar que adicionalmente a las inmensas colas para surtir del servicio de combustible en Nueva Esparta, tampoco hay energía eléctrica para el funcionamiento de las estaciones de servicio.

Verbigracia, y de manera irónica la ausencia de gasolina y luz pueden originar una explosión social de una terrible magnitud, lo cual sería un escenario no deseado en las actuales condiciones políticas, económicas y asistenciales para ninguno de los sectores que deseamos ver la paz en el país, y que entre todos podamos encontrar caminos para retomar a la prosperidad y el desarrollo integral en sus diversos componentes socioeconómicos.

El pueblo protesta porque tiene hambre cono producto de inexistentes salarios en el medio de una interminable hiperinflación. El pueblo protesta porque no tiene agua ni para lavarse las manos en el medio del coronavirus. El pueblo protesta porque no tiene gas para cocinar. El pueblo protesta porque no tiene electricidad para realizar sus principales actividades domésticas, educativas y comerciales. El pueblo protesta porque no tiene combustible para trasladarse hacia sus puestos de trabajo o sitios asistenciales.

Ante esas protestas las respuestas no pueden ser de presencia de funcionarios policiales y militares armados y reprimiendo a los manifestantes, y menos de "alcaldes" llamando al enfrentamiento y hasta el saqueo. La respuesta de un gobernante serio y responsable es llamar al diálogo y la paz pública. Llamar al diálogo no es una consigna de radio y televisión. Llamar al diálogo es hablar con quien sea pese a las diferencias ideológicas y de conducción del país.

Desde este tribuna estamos llamando a un diálogo constructivo con todos los sectores del pais, pero firme en las demandas sociales, si lo logramos estaremos dando un gran paso por resolver nuestros problemas en paz. Lo contrario es seguir por el camino de la anarquía, la destrucción y el entierro definitivo de la nación como república.

¿Habrá diálogo franco y sincero o seguirá la represión? El presidente de la República desde Miraflores tiene la palabra.



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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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