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Derechos Humanos y memoria, un desafío para los venezolanos

El dominio sobre la memoria y el olvido, como prácticas sociales tienen un proceso eminentemente político y, devienen elementos fundamentales para el control y ejercicio del gobierno en una sociedad. Jacques de Golff lo refiere así: "apoderarse de la memoria y el olvido es una de las máximas preocupaciones de las clases sociales, de los grupos y de los individuos que han dominado y dominan las sociedades".

En Venezuela, la memoria de los venezolanos viene siendo manipulada desde la presidencia de la república hasta la dirección de los grupos opositores. La memoria de una sociedad, es uno de los lugares privilegiados de la ideología y, mediante la narración del pasado en que ella se forja se puede justificar el presente y proyectar el futuro.

En México, en el caso de la guerra sucia, la apuesta del gobierno mexicano fue el olvido. La guerra desatada contra las agrupaciones subversivas fue en todo momento acallada, siendo la omisión y el silencio los recursos de los que se hizo uso, contribuyendo a ello la prensa televisiva y escrita. A la guerrilla no se le reconoció como tal, se le enclaustró en la categoría de delincuentes y terroristas, por tanto, su manifestación como actor social pasó desapercibida para una gran parte de la población mexicana. Y si no había guerrilleros tampoco podían existir excesos contra ellos, programando, de esta manera, el olvido mediante la ausencia de información y comunicación de la represión: los periódicos borraron todo indicio que pudiera fincar los cimientos de una clara reminiscencia y propiciaron amnesia colectiva en la sociedad a partir de la revitalización del fenómeno armado; además promovieron la construcción de la invisibilidad y la programación del olvido .El manejo de ese pasado, de lo ocurrido, de la memoria colectiva es la garantía esencial de la impunidad: lo que no se sabe o no se recuerda no ocurrió, no tuvo lugar en el imaginario colectivo.

En Venezuela, la disputa viene siendo la misma de atrás, desde la traición a Sebastián Francisco de Mirando, como la xenofobia que sintieron hacia él, desde niño, por parte de los jóvenes clasistas y pudientes de la época. La voz del pueblo, sigue sin tener el eco requerido, nadie asume una responsabilidad, menos las decisiones tomadas en el pasado para aclararlo todo. Esto, ha ocurrido desde décadas, somos parte de un conjunto de hechos que solemos llamarlo, guerra sucia. Es que nadie desea que se contamine la sociedad como tal. Es mejor, mantenerlo todo oculto, hasta el manejo del discurso público y oficial.

Es una disputa de siglos atrás: Memoria Vs olvido impuesto. Olvido de una parte de la vida social y política de nuestro país, como de sus acontecimientos.

Por esto, estamos enfrentando una y otra vez, lo negado. El gobierno del presidente Maduro ha apostado al olvido y, por eso motores van y vienen, nunca terminan de arrancar. Constituyen un vacío que termina en desapariciones forzadas.

Informes van y vienen de la Comisión de Derechos Humanos, (CNDH), sobre los excesos de poder. Los presidentes en Latinoamérica no controlan sus gendarmerías y guardias nacionales territoriales, son unos títeres de las grandes potencias, todo lo dejan al paso del tiempo. Muestran sus limitaciones para tener derecho a comisiones subterráneas del Estado., donde muchos funcionarios se encuentran involucrados. Tienen que aplicar la represión para controlar al pueblo. El silencio de Michelle Bachelet se siente.

MÁS de tres, (3000) funcionarios son investigados en Sudamérica, hay cientos de casos denunciados. La izquierda guarda silencio y la derecha se alborota.

Esto, es producto de las grietas políticas, quienes gobiernan verdaderamente son los paramilitares al lado de los comercializadores de alimentos y drogas. Son un poder. Un escandalo permanente, donde la delincuencia gobierna junto al Estado delictivo y fallido.

Es un afán hablar de paz, cuando sabemos que en muchas zonas del país predomina es la violencia para mantener la popularidad del presidente y su tren ministerial, donde su mayoría es militar. La realidad, nos muestra de compensaciones por una diversidad de razones, menos en implantar el Proyecto Bolivariano.

En Colombia, "No es justo considerar que el asesinato de civiles para ser presentados como guerrilleros dados de baja responda a una siniestra estrategia de las Fuerzas Militares de Colombia. Menos aún puede atribuirse al Gobierno una directa responsabilidad en este escándalo", reflexiona Plinio Apuleyo Mendoza, escritor y periodista.

El perfil de la víctima corresponde a hombres entre 18 y 30 años, campesinos, mendigos, drogadictos, líderes comunales y jóvenes marginales. Los embaucan con promesas de trabajo en campos lejanos de sus hogares para que nadie pueda reclamarlos y así enterrarlos en fosas comunes. "El secuestro es una plaga y el Gobierno ha hecho una labor de sensibilización, pero mientras entre los secuestrados hay políticos y ricos, entre los falsos positivos [víctimas de las ejecuciones extrajudiciales] sólo hay marginados y pobres", se lamenta Héctor Torres, de la Comisión de Derechos Humanos del Bajo Ariari.

Se debe dejar el doble discurso y tener respeto por los derechos humanos desde adentro hacia afuera. Estamos viviendo en dos mundos, el de la Constitución y la del mundo real. Demos defender el Estado de Derecho y la Legitimidad de los Poderes. El Estado puede perder todas las batallas, pero no puede abandonar la lucha por su legitimidad. Lo cierto es que el Estado no ha actuado en la dirección correcta, lo sabemos.

Es fácil una intervención externa por esta situación que por el narcotráfico. El tema más importante de la agenda internacional del próximo presidente será, sin duda, el de los derechos humanos. Necesitamos de una política nacional de salud mental y debe constituir un desafío para el Estado y la sociedad en general, cuando se afirma que no hay salud, sin salud mental.

La memoria del Estado debe prevalecer.

está claro que la sociedad actual se está afectando de manera importante por la incertidumbre económica, las redes sociales, la influencia de los medios de comunicación y las crecientes expectativas de cómo debería ser la vida.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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