Hablando claro

Las muertes del olvido

Como buenos cabresteros el supuesto liderazgo opositor logró encaminar a una catajarra de gente más jóvenes que mayores a una trampa donde no cayó ni uno de los "vivos" que llamaron a los pendejos a la desestabilización, a los trancazos, a las "tomas", a incendiar la ciudad, a quemar gente viva, etc. Condujeron el arreo de tontos a la violencia y al terrorismo pagos o no. No se sabe qué les dieron como estímulo para perder la razón e incendiar pre escolares con niños adentro. Lo cierto fue que los arrearon a una muerte sin razón para luego etiquetarlos como "héroes de la patria".

Es triste pero lamentablemente así fue. Más de 100 familias enlutadas y más de 800 personas heridas, muchas discapacitadas para siempre. Arrearon niños, les cancharon una capucha, les ofrecieron dinero y todo pasó por debajo de la mesa, ningún detenido. Criminales en potencia, adultos que jugaron con la inocencia de unos bebés que bien manipulados aceptaron servir de carnadas por unos centavos que de nada les servía.

Niños que aún no sabían lo que significaba estar vivos, los que los utilizaron sí sabían que para ellos unos niños muertos era noticia mundial. Gracias a Dios no hubo nada que lamentar amén de la desgracia de quienes sin ningún tipo de escrúpulos llaman a jóvenes a buscar la muerte en cualquier esquina. Los "jefes" bien escondidos y protegidos esperando para salir a dar el golpe.

El silencio es el olvido. Nadie habla, nadie dice nada. Los muertos, muertos se quedan; los "vivos" muchos agarraron vuelo, otros como desaparecidos, no creo que por vergüenza, sino porque dar la cara a estas alturas es una burla. Una cachetada, una patada a aquellos que perdieron un ser querido por culpa de aprovechadores de oficio.

La oposición se olvidó por completo de los muertos que necesitaban pero que de nada les valió. Los chavistas sí recordamos minuto a minuto cada muerte porque nos duele en el alma; y más porque muchos muertos fueron por el único delito de tener un parecido a un chavista. Todos nos duelen pero hubo muertes que nos marcaron para siempre.

La muerte de Adriana Urquiola asesinada por el único delito de pasar por una barricada rumbo a su hogar fue horrorosa. Adriana llevaba un niño de varios meses de gestación que también murió. Un crimen atroz que ni el canal de televisión donde trabajaba alzó la voz o un grito de dolor. Más importante era el plan mediático y el apoyo a los golpistas que la muerte de una trabajadora a manos de criminales en potencia.

Orlando José Figuera, fue asesinado en un acto de barbarie. Lo quemaron vivo por ser feíto, mal vestido y tener un parecido con los chavistas. El fascismo inoculado en cada "manifestación pacífica" de la oposición hizo que quemaran vivo a un ser humano, algo nunca visto ni siquiera en Colombia, donde descuartizan por placer. Y fue tanta la crueldad y el odio descargado en contra de Orlando, que la madre era "servicio" en una casa de familia rica y al saber que era su hijo la despidieron sin compasión alguna.

Héctor Amuello, otro crimen atroz en una avenida de Lechería Anzoátegui. Su delito fue pasar frente a una "protesta pacífica" y "desarmada". Allí fue impactado por un mortero que lo dejó en el sitio. No se conformaron con la muerte instantánea, el mondongo por un lado y las tripas por el otro, lo puyaban con un palo, le lanzaban piedras, y para ñapa le pegaron candela.

En un arrebato de locura fue linchado y asesinado el teniente retirado de la Guardia Nacional Danny José Subero durante una "manifestación pacífica" en el Estado Lara. Allí descargaron toda la arrechera hasta quitarle la vida a un ser humano que, igual que cualquier otro ser humano merecía vivir.

La marca del que murió degollado es para siempre para la familia. El que salvaron de chiripa cuando ya lo tenían listo para ahorcarlo; y así tantas muertes de odio que quedan impunes pero que también quedan en la mente de todo aquel que tiene una ñinguita de conciencia y amor por los demás.

Todas las muertes nos duelen, pero a los opositores estoy más que seguro que no les duele un carajo. Andan por ahí como si no han quebrado un plato. El Julio Borges, el Capriles, el Freddy Guevara, el Pizarro, y demás cabresteros. Son las muertes del olvido. Los que vistieron de héroes por un rato. Las carnadas que utilizaron para beneficio propio. Los muertos al hoyo y los vivos a buscar gobernaciones dándoles así una cachetada a las familias de los que perdieron la vida arreados por el engaño y las ganas de estar en el poder.



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Pedro Alfonzo Rojas

Antiaco, columnista, premio regional de periodismo de opinión 2016, telegrafista, tipista, montador, diagramador, coordinador, gerente de producción, editor de noticias TV; y sobreviviente de las violaciones de derechos humanos y laborales en gobierno de AD.

 pedrorojas56@hotmail.eso

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