Nada, absolutamente nada, justifica los actos terroristas

La decisión de negarse al diálogo por parte de la oposición, representada en la MUD, FEDECAMARS y la cúpula de la iglesia católica, evidencia la disposición de profundizar la agencia de la violencia, por ende intentar paralizar al país con una estela de sangre, de gente conducida por el mensaje del fascismo, de gente inocente y de funcionarios de los cuerpos policiales sometidos a la tarea más difícil, como es contener la furia de personas perturbadas por el método de la violencia, la cual consideran como acción justificada, única y necesaria para la toma del poder político.

Nada, absolutamente nada, justifica los actos terroristas observados en varias regiones del país. Alguien podría justificar los ataques contra hospitales, depósitos de comidas, escuelas, centros educativos, transporte público, comercios, otros. Nada, absolutamente nada, justifica el asesinato de más de cuarenta personas, hechos justificados como acciones necesarias para seguir alimentando el terrorismo que tiende a desconocer toda acción razonada, como evidencia de una sociedad democrática, capaz de convivir entre semejantes conectados a través de diálogos diferentes, pero complementarios.

La acción desmedida de fomentar el terrorismo por parte de la oposición tiene y tendrá efectos impredecibles. Imposible predecir los efectos inmediatos, toda vez que los hechos se superan a sí mismo. Los ataques contra las instalaciones públicas y privadas se superan constantemente, el asesinato como hecho noticioso se reproduce constantemente. Ahora vendrán las persecuciones, el acoso y hostigamiento contra los ciudadanos identificados con el chavismo o que demuestren razonamiento contrario a la barbarie demostrada por la MUD, La cúpula de la iglesia y Fedecamaras, entes que representan la oposición en Venezuela, quienes celebran las acciones violentas, conducidas deliberadamente contra el pueblo y el gobierno del presidente Nicolás Maduro como parte de un conjunto de acciones del poder internacional contra el proyecto de país iniciado por el presidente Hugo Chávez.

Imposible predecir los efectos de la sustitución de la política por la violencia. La oposición que se niega al diálogo-comunicación, como proceso de creación social, apuesta a seguir incrementando el número de muertos. No es de extrañar acciones contra mujeres y niños, dirigentes chavistas, familiares de militares y otros sectores sensibles de la sociedad Venezolana. Nada debe asombrarnos, ellos profundizaran las acciones para provocar más desastres, independientemente, de la buena voluntad del presidente Maduro para apostar al diálogo como actitud valorativa para entenderse entre las partes.

La oposición seguirá su marcha, el pueblo que razana y que quiere paz los derrotará. No podrán violentar la cualidad democrática de las mayorías nacionales y ante la historia quedaran plenamente identificados como la generación más criminal y entreguista a los designios de los factores económicos y políticos internacionales de la historia republicana de nuestra América.



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