¡Yo no quiero que se me quiera!

Hace ya varios años escribí algo por allí que de lo único que recuerdo, era que se intitulaba "El secuestro del emisor" , así que si me descubren reescribiendo aquella crónica, créanme que estoy tratando de ser lo más original posible y que cualquier parecido con la otrora crónica formaría parte de que en el depósito de éstas, se revuelven unas con otras, al momento de sacar una que sea realmente insólita.

El tema viene a cuento por la insistencia (¿reticencia?) de ya no pocos comunicadores, no necesariamente sociales, quienes al momento de expresar algo que normalmente se relaciona con sus sentimientos más íntimos, utilizan una forma impersonal del lenguaje, robándole toda la belleza semántica que aquella declaración podría encerrar, procediendo entonces a emitir una declaración del tipo se te quiere se te ama, se te extrña, sed te felicita, se te extraña, etc.

Se pretende crear con estas expresiones un campo semántico compartido por todos en el que la omisión del sujeto sea una regla, más que una distorsión del lenguaje común, oral y escrito, en el que la unidad formada por la tríada sujeto, verbo y predicado se rompa y, entonces, nadie se responsabilice de la acción que aquí, allá y en todas partes, como la canción de los Beatles, recae sobre el sujeto de la oración.

De modo que cuando a alguien le dicen, como a mi que cumplí años por estos días, se te quiere, no le están diciendo absolutamente nada, porque al quedar el sujeto auto omitido, la oración carece de dirección, ya que hace falta  un responsable de la acción. ¿Acción? ¿Cuál acción? En estos casos la pregunta obligada es ¿Quién quiere en "se te quiere?, ¿Lo ven? ¿Lo encuentran? ¿Lo observan? Seguramente la respuesta es NO porque simplemente el sujeto queda invisibilizado. Existe un objeto que tiene que ver con el querer; pero no aparece por ninguna parte el sujeto que quiere, de modo que usted puede querer mucho a una persona pero al decirle se te quiere, apenas le está diciendo que hay alguien que la quiere, pero que no sabemos dónde carajo está y ni siquiera sabemos quién cipote es. Así que si usted piensa declararle su amor a alguien y lo hace con una expresión del tipo "se te ama", cuente usted que por cobarde e irresponsable no le será aceptada esa propuesta amorosa.
 
Aquí lo que ocurre es que cuando se utiliza la variante pronominal para la tercera persona, es decir s̲e̲, en lugar del pronombre de la primera persona del singular, es decir y̳o̳ , el sujeto de la acción renuncia a su papel, dejando al amor o al simple afecto navegando sin brújula, es decir como un "barco sin rumbo" , como lo dijera magistralmente mi amiga y profesora de Lingüística, Maigualida Rivas, en una metáfora que está en estos momentos en plena etapa de construcción, en el que el timón, es decir,  la dirección de la acción queda en manos invisibles, en el mismo plano de frases impersonales pero semánticamente correctas, como es el caso del se vende, se compra, se cogen goteras, se cogen ruedos, se solicita, se perforan orejas, etc.
 
En todas estas expresiones hay alguien que lo hace,  pero  eso es lo de menos para el solicitante, porque lo que él requiere es del servicio. Quien se lo haga es lo de menos, lo que no es lo mismo que el caso  que nos ocupa, en el que estamos interesados en saber quién es que nos ama, quién nos extraña, quién nos admira, a menos que seamos tan amados, extrañados y admirados que ya no sea interesante para nosotros saberlo, como si se tratara del dueño de un microbús en San Félix, el que tenía en el vidrio trasero un rótulo que decía "este negro se lecha", y entonces nosotros por ser tan queridos nos la echamos de gran cosota. ¿Cuánto cuesta decir “te quiero, te amo, te admiro, te extraño”?
 
Aunque existen colegas blogueros que se han aventurado a calificar esta forma de declaración como "actos de hipocresía"  (http://plakata.blogspot.com/2011/07/se-le-quiere-unafrase-hipocrita.html ) yo no me aventuraría a emitir un juicio valorativo sin antes saber que cuando nos comunicamos lo hacemos  a través  de lo que llamamos la estructura superficial  del lenguaje (lo que se dice y como se dice), pero  para saber de causas,  razones y por qué, tenemos que zambullirnos a la estructura profunda en busca de antecedentes, antecedentes que seguramente encontraremos en forma de fantasías, creencias, mandatos, miedos, pre-concepciones, etc., las que ulteriormente explicarían las causas de nuestra forma de comunicarnos. 
 
Mientras tanto y por el temor a que estos giros del idioma se continúen masificando, yo solo quiero advertirles para cerrar, lo balurdo que se escucharía a Guaco, ahora en diciembre, cantando......
 
"Se te quiere, no se te quiere, se tre quiere, se te quiere, no se te quiere,
Se te ama, no se te ama, se te ama, no se te ama, se te ama, no se te ama. Hay confusión"
 
De bolas que hay confusión …o sea……..!

 

elecoeco@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1183 veces.



Héctor Acosta Martínez

Profesor Universitario jubilado. Graduado en Historia. Especialista en Programación Neuro-Lingüística.

 elecoeco@gmail.com

Visite el perfil de Héctor Acosta Martínez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: