Narrativa del petróleo

La Mirada perspicaz del devenir petrolero

La realidad emergente del hecho petrolero con que se inició el siglo XX venezolano, estaba cubierto por una especie de velo. La modernidad y el positivismo se anunciaban como el "deslumbrante horizonte al cual debíamos incorporarnos", esta perspectiva enceguecía todo el paisaje.

A pesar que la visión del paisaje no estaba clara, la literatura, desde "los comienzos", desplegó su mirada perspicaz frente a este devenir petrolero. En las novelas «Lilia» 1909(1) y «Elvia» 1912(2), aparecieron los primeros destellos de la verdad. Del mismo modo, seis años después, en «Tierra del sol amada» (3) 1918, se describía la sociedad que crecía bajo el estigma del petróleo. Era la Maracaibo del tiempo de la guerra europea de 1914.

Cuando aparecen las primeras novelas, caracterizadas después como narrativa del petróleo, las manifestaciones del fenómeno no había aparecido de manera evidente en el escenario venezolano; es decir, el proceso petrolero estaba en su fase de investigación y exploración. Recordemos que para 1914 es cuando la trasnacional petrolera «Caribbean» perforaría el primer pozo en Mene Grande, en la Costa Oriental del Lago. Ramón Ayala y Daniel Rojas, autores de las respectivas novelas, que hemos reseñado (4), empezaban a vislumbrar el fenómeno político social que iba a emerger en la sociedad venezolana. Del mismo modo, José Rafael Pocaterra, en su «Tierra del sol amada» caracterizaría la sociedad marabina, reflejo de la sociedad urbana venezolana que se desarrollaba, anticipándose a la evidencia del hecho petrolero, que se pondría de manifiesto con todo su esplendor con el «reventón» del Barroso II en 1.922.

La novela «Tierra del sol amada», fue escrita por José Rafael Pocaterra (1689-1955), quién fuera periodista, diplomático y escritor. Venezolano, nacido en Valencia, Estado Carabobo un 18 de Diciembre. Generalmente se le conoce por su obra, «Memorias de un venezolano en la decadencia», escrita durante su cautiverio en la cárcel de La Rotunda en 1919, cuyos manuscritos fueron escritos en papel muy pequeño simulando el tamaño de un cigarrillo para poder ser sacados de la cárcel.

Fue el hijo menor del matrimonio de Jaime Demetrio Pocaterra y Mercedes Mac Pherson. Quedo huérfano al año y la familia debió trasladarse a vivir en casa de los abuelos paternos. Su infancia fue muy dura dado la estrechez económica donde vivió. Cursó la educación primaria en el colegio Don Bosco, donde tuvo que dejarlo por razones económicas. De allí inició una sólida formación autodidacta.

Su trayectoria de escritor y actuación política aparecieron temprano y anduvieron juntas. En 1907, en tiempos de Cipriano Castro, fue encarcelado en el Castillo de Puerto Cabello por haber escrito un artículo que refería a las elecciones presidenciales y señalaba una lista de posibles candidatos donde incluía presos políticos; contaba para ese entonces con 18 años.

Para 1911-1912 trabajó en el periódico Patria y Unión; período en el cual escribe su primera novela. De allí hasta su muerte en 1955, Pocaterra despliega una actividad política y de escritor muy activa que comprende literatura, ensayo, periodismo y acción, entre las cuales se encuentra su participación en la invasión con el vapor Falke por la ciudad de Cumana, en 1929, hasta su muerte en 1955, después de ser el orador de orden con motivo del cumplimiento de los 400 años de la ciudad de Valencia, donde cuestionó al gobierno dictatorial de Marcos Pérez Jiménez.

Con una estructuración lineal, la novela «Tierra del sol amada», se despliega en 203 páginas, agrupadas en 13 capítulos. La narración se teje a partir de la historia de un joven perteneciente a una familia de la burguesía caraqueña de origen zuliana. Se le envía a Maracaibo a casa de unas tías a fin de separarlo de su licenciosa vida de bohemio enamorado que llevaba en Caracas. Para tal fin se usó el argumento de la necesidad de poner orden las inversiones de la familia en esa ciudad, cuestión por el cual se le asignaba tal responsabilidad. El autor, a partir de la narración de la nueva vida que llevará el joven en esa ciudad, como eje de la novela, nos describe la dinámica social y su entramado cultural, de costumbres y tradiciones de esta población venezolana de principios del siglo XX.

En la novela se habla, de manera directa, muy poco del petróleo, apenas unas referencias en un par de páginas; sin embargo, los críticos la sitúan como narrativa del petróleo. Esta caracterización puede parecer extraña; sin embargo, se tiene como criterio que para señalar a una novela como narrativa del petróleo, no necesariamente debe abordar el tema directamente y de manera específica. La temática del petróleo también contempla sus manifestaciones y efectos de orden social, cultural y político, de los contextos donde se explota ese recurso.

Hemos planteado que en la Venezuela que adviene al siglo XX se yuxtaponen dos plataformas históricas sociales; una, la dinámica tradicional económica cultural del siglo XIX y la otra la generada por el petróleo y la modernidad en el siglo XX. El producto de este proceso, de acuerdo algunos especialistas, se le caracteriza como hibridez, cuestión que representa una de las tendencias que caracterizan la narrativa sudamericana en su definición e interpretación.

En «Tierra del sol amada», como en las otras novelas, se concibe lo local, lo regional como afirmación frente a lo otro que emerge, frente a lo que aparece. Del mismo modo, la reacción se manifiesta en el lenguaje: «musiu», «maifren», «catire…», que se le asigna a lo otro, como identificación y distanciamiento de aquello que invade. Se va configurando una simbología del poder que domina.

Pocaterra introduce una nueva perspectiva en el lenguaje narrativo que trastoca una línea narrativa tradicional; por un lado, choca con cierto modernismo decadente y por el otro, con cierto arraigo en un «telurismo campesino» que no lograba superar la superficialidad de una narrativa poco engarzada en la realidad. Recordemos que estamos en 1918 y que no es sino hasta la llegada de Doña Bárbara en 1.928, donde se da la ruptura o cierre del ciclo literario venezolano, según plantea el ensayista Orlando Araujo.

En «Tierra del sol amada», Pocaterra irrumpe con un lenguaje fluido en descripciones amplias, extensas, de horizontes históricos, de sentidos existenciales, de frases mordientes que revelan un narrador que es un acucioso lector. Satiriza la sociedad zuliana a través de los personajes de la novela que materializa en uno de sus personajes, el poeta "Tarcilo Céspes", cuya escritura la caracteriza como "escritura sui géneris". Del comentario de uno de sus poemas leídos en una reunión familiar, comenta el autor:

"Figuraban en ella un paje, un doncel, éste último medieval, un escriño y tres adjetivos que les gustó mucho a todos pero que apenas entendían de un modo fonético: -optímate-, -teúrgico-, y el color de los ojos de la protagonista que, a pesar de todos los don Octavio habidos y por haber quedaban más "opalescentes" que nunca…"

Si la crítica, a lo que entiende la sociedad de provincia de principios de siglo XX venezolana por cultura es contundente, dada su superficialidad exhibicionista de salón al estilo de la sociedad francesa del siglo XIX; el tono sarcástico, con que señala lo que entendían por lo literario y el lenguaje, es demoledor. Es evidente que el autor revela un dominio del movimiento cultural del mundo y de su época, el cual manifiesta con fluidez en su escritura. Este hecho se manifiesta en toda la novela, que deja en uno, lector de una obra escrita hace alrededor de un siglo, la percepción de un cierto tono de "petulancia clasicista", que nos retrotrae a su propio personaje "Tracilo Céspedes"

Frente a la realidad social venezolana de la época y el ascenso de una "burguesía criolla", aun cuando sea un contrasentido decirlo así, cabalgando sobre el petróleo, su dominio y visión de la realidad es clara, sin discusión. Así nos lo muestra, con ese sabor a buena escritura, en su observación sobre la burguesía:

"·… aquella gran fortuna que empezó en un ventorillo del mercado, que luego fue pulpería, después bodega, más tarde casa importadora… Y algunos años el viejo trasladándose a Caracas (…) entró a formar entre las más sólidos capitalistas venezolanos. El antiguo vendedor de "ambirado" y queso de cuaresma era ahora de la directiva del banco…·"

Pocaterra y su «Tierra del sol amada» nos muestra una realidad histórica venezolana, que resguarda la memoria histórica en el marco de una narrativa que leída hoy a un siglo aproximado de haber sido escrita nos muestra otra perspectiva de la literatura más allá de lo telúrico y la historia clásica novelada. Narrativa que se engarza en la génesis de la formación de la Venezuela moderna y nos permite indagar en la lectura de aquello que conforma el ser venezolano.

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Notas:

(1). Ramón Ayala. Lilia.

(2) David Rojas. Elvia. 1912. José Rafael Pocaterra. Tierra del sol amada.1918. ©Fundación Biblioteca Ayacucho 2017. Colección Claves Políticas de América. Serie Petróleo N1 Caracas. Venezuela

(3) José Rafael Pocaterra . Tierra del sol amada. ©Fundación Biblioteca Ayacucho, 2017. Colección claves políticas de América. Serie petróleo, N° 1.

(4). Para el lector interesado en esta temática, puede consultar el Blog, "América en su historia, su Literatura y Filosofía" a través de la siguiente dirección: americaseryliteratura.bogspot.com



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Luis E. Villegas N.


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