Del país profundo: San Benito de Palermo entre Nariguete y Campo Lindo

Retrocedo hasta un lugar donde las piedras se riegan entre los solares, piedras de todo tipo, gigantes y medianas de una esquina a otra esquina, dándole nombre al vecindario como Las Piedras de Nariguete. Allí hay una enorme casa de bahareque de cuatro horcones principales y techos remozados en las sobrecumbreras con viejas láminas de zinc, que se dice pasa de los doscientos años y sirve de templo a la diminuta imagen de un santo resguardado en su nicho antiguo. Todas las paredes de la casa de abajo a arriba están recubiertas de ofrendas en agradecimiento a los favores cumplidos por el santo. Es el San Benito de Las Piedras de Nariguete que se traslada los viernes, sábados y domingos a distintos poblados donde haya que pagar promesas. Dicen que de todos los San Benito conocidos, es el más caminador en las tierras del estado Trujillo donde hay otros lugares de fama por las festividades dedicadas al santo negro, como Sabana Grande, Betijoque, Motatán, El Cumbe o La Mesa de Esnujaque.

Son marcadas las diferencias de la celebración de este santo entre distintos estados de Venezuela, desde el sur del Lago de Maracaibo, en el Zulia hasta Barinas, pasando por Mérida, Táchira, Trujillo, Lara y Falcón. En las zonas más altas de los Andes venezolanos, surgen los quemadores de pólvora y trabuqueros que se tiznan el rostro de hinchado color negro, recordando lejanos tiempos de las luchas independentistas, surgen sociedades femeninas que danzan, abanderados, espuntureros y vasallos con sus giros. En cambio en las tierras bajas de occidente al nivel del mar, con un clima y un paisaje distinto como es el caso de este tipo de festividades a la orilla del lago de Maracaibo, destacan en la indumentaria del santo las capas finamente bordadas como pago de promesas y la organización de sociedades de carácter sagrado que a lo largo de todo el año asumen los preparativos del gran acontecimiento, otorgándole especial importancia a los ensayos de obligación que se inician tres meses antes del día de la fiesta principal, cuando se siente la carga de la herencia africana con el don de mando de los tambores chimbángueles, machos y hembras, y la disciplina que establece la jerarquía de los cófrades.

En el caso del San Benito de Las Piedras de Nariguete, José Marcos Andrade Segovia, uno de los promeseros y principal custodio de la imagen nos revela que la imagen fue encontrada en el sitio reconocido de las grandes piedras, que no fue hecho por mano pecadora alguna y que se debe a un sacerdote capuchino, llamado el padre Mateo el hallazgo profético del misterioso y sagrado cuerpo de madera que tuvo como primera esclava a María del Rosario Márquez García, fallecida a los 115 años, después a su hija María Márquez, en una tercera generación a la nieta Carmen Arriechi Márquez y ahora como esclava “para cuidarlo hasta que Dios quiera”, la bisnieta de María del Rosario Márquez García llamada Carmen Manuela Vargas de Andrade, la esposa de José Marcos Andrade Segovia. Los dos juntos atienden la casa que sirve de capilla al santo, reciben a los visitantes y anotan en un cuaderno sus recorridos a los velorios en otras partes de Trujillo: Carache, El Paradero, Pampán, Motatán, Chejendé, La Llanada y muchos otros lugares.

San Benito de Las Piedras de Nariguete tiene por Capitán a Francisco Antonio Gil, cuya responsabilidad es velar porque todo salga bien en los velorios, asegurarse de que los vasallos de San Benito tengan buena conducta y prolonguen su respeto al santo. Cuando estuvimos de visita en la capilla se hacían los preparativos para una salida del santo que pasó de las manos de la esclava Carmen Manuela Vargas a las del Capitán Francisco Antonio Gil y éste ya en la calle lo entregó a la joven promesera Yotzimar Cornieles, quien lo trasladaría junto a él a Campo Lindo ese viernes para un pago de promesa. Yotzimar cada vez que terminaba un semestre de sus estudios universitarios, venía hasta Nariguete a encenderle una vela al santo y le prometía hacerle una fiesta si terminaba bien toda su carrera y así fue. Después de Campo Lindo el viernes, en el cuaderno de anotaciones de la capilla aparecía que el sábado el santo tendría pago de promesa en Punta Brava y el domingo en Cumbe de Cuica. A todos esos sitios debe ir acompañado del Capitán Francisco Antonio Gil y de los vasallos.

Además del Capitán Francisco Antonio Gil que toca el tambor mayor, encontramos a otros cuatro tamboreros en el pago de la promesa en Campo Lindo. Santos Padilla, tamborero del arriero, Felipe Villazmil del medio golpe, Carlos José Azuaje de la requinta y Ramón José Valera Peña de la medio requinta. Solo cinco tambores en la batería de chimbángueles y no siete como lo practican al sur del lago de Maracaibo divididos entre machos y hembras. Pero con esos cinco tambores en Campo Lindo se arma el baile de la media botella que es una particularidad ausente en el sur del lago y en otros sitios. Los promeseros y vasallos frente al altar hacen la venia al santo y se le muestra la botella llena de miche claro para iniciar la fiesta. El santo da el permiso y la gente se alborota y entre los cantos y toques de tambor con la botella de aguardiente colocada sobre el piso se inicia el ritual. “San Benito Chocho, negro y avispao, piden que le bailen con mucho cuidao”. El baile de la media botella es el detonante donde hombres y mujeres hacen galas de sus destrezas cruzando con rápidos movimientos los pies alrededor de la botella sin derribarla. Se salta meneándose con el contagioso ritmo de los tambores y se va prolongando la fiesta entre brindis y comidas antes de que llegue la noche para despedir al santo con un baño de flores y regresarlo nuevamente a su templo de las Piedras de Nariguete. Allí llegará sonreído por las preciosas ofrendas de su pueblo, su piel negra reluciente junto a los candelabros, y esperará otro amanecer para seguir en romería entre los caseríos trujillanos, llenos de promeseros y devotos que lo persiguen y le regalan oraciones por donde pasa.

El Capitán Francisco Antonio Gil y San Benito de Nariguete
Credito: Rafael Salvatore







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Benito Irady

Escritor y estudioso de las tradiciones populares. Actualmente representa a Venezuela ante la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y preside la Fundación Centro de la Diversidad Cultural con sede en Caracas.

 irady.j@gmail.com

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