Del país profundo: Andrés Justo y los Pastores del Niño Dios en San Miguel de Boconó

Ha nacido en este país un Salvador que es Cristo, el Señor en la ciudad de David, diría un ángel a los pastores humildes y pobres de Belén que encontraron a María, a José y al niño junto al famoso establo donde estaban además un asno y un buey a pocos kilómetros de Jerusalén, la ciudad santa de Palestina. En el día de la natividad de Cristo los pastores rindieron homenaje al Mesías y luego siguieron con sus rebaños alabando a Dios. Muchos siglos después la iglesia católica en América impondría a los pueblos festejar esta fecha, así como la Epifanía de Nuestro Señor al iniciarse el mes de enero. Desfiles de pastores, cantos y alabanzas. En un lugar de los ancestros del estado Trujillo, conocido como San Miguel de Boconó está muy presente el significado de esa historia que es recreada entre numerosos caseríos por los pastores celebrantes entre las fiestas colectivas y los ensayos con niños para seguir transmitiendo su contenido de generación en generación. “Los pastores de San Miguel somos unos personajes que le hacemos fiesta al niño con promesas, con rosarios cantados, porque el niño es nuestro guía y le tenemos mucha fe” diría Andrés Justo, el Capitán Mayor de la celebración en esa localidad montañosa de los Andes.

“Según mis abuelos, que no supieron decir fecha, todo empezó aquí en la temporada en que hicieron la iglesia hace más de cuatrocientos cincuenta años, cuando la imagen del niño apareció por acá en San Miguel, donde la encontraron unos indígenas, entonces le empezaron a hacer la festividad de los pastores y quedó la tradición y así la hemos mantenido. La iniciamos en octubre de cada año con una romería visitando todos los caseríos con la imagen del niño, empezando por Loma de Toro, que dista de San Miguel como a dos horas a pie para hacerle el primer velorio, donde se le canta el rosario y versos, siempre con suma devoción pasamos de casa en casa hasta donde llegue la noche para exigir posada que ya es costumbre, andamos por todos esos caseríos entre la jurisdicción de San Miguel y San Rafael, concluyendo esa romería el 24 de diciembre, fecha en que hacemos la misa de navidad en San Miguel.

Después de todo eso y de la celebración del nacimiento, empezamos de nuevo el año con el rompimiento de la roguería, ya no se ruega más y rompemos el silencio en San Miguel, rompemos el silencio a la una de la madrugada tocando las campanas y con juegos pirotécnicos, hasta que la gente despierta para ir a buscar al niño de la Loma de San Rafael a la Loma de San Miguel. El rompimiento quiere decir que rompemos con la romería para dar inicio a la actividad central de la fiesta con el encuentro del niño y San Benito cada 5 de enero, hacemos la serenata del niño con cantos y con salves, visitando pesebres y después descansamos para hacer el 6 de enero la parte más extendida, donde aparecen los Reyes Magos y las distintas cofradías de pastores por cada sector, Río Blanco, Río Negro, Loma de Toro, Potrero Grande, Potrerito, Cabimbú, El Sayal, Cerro de Paja, Piedra Gorda…”

La iglesia de San Miguel de Boconó es el imán de la festividad. Entre sus molduras se oculta la historia antigua de la nación cuica. El lugar pasa a ser pueblo de indios después de reconocerse como pueblo de encomiendas desde el siglo XVI. Ya en 1625 la iglesia estaba construida en aquel punto geográfico nombrado entre los documentos de la época de la colonia como San Miguel Arcángel de Burrusay, ubicado muy cerca del río Boconó. Eran cuicas que al ser dominados por los europeos avanzan hacia una nueva vida con un profundo intercambio cultural. Cuicas que usaban máscaras, maracas, tambores y guaruras en sus ceremoniales prehispánicos. Cuicas que recorrían los pueblos y hacían danzas, mímicas, cantos y ritos a las divinidades personificadas en figuras de barro. Cuicas que después se transforman en cristianos y en pastores vestidos de cintas y que no dejan de bailar con el movimiento rítmico de sus saludos y el sonido intenso de sus palos. Cuicas que hablan con orgullo de su templo católico edificado hace mucho más de cuatro siglos con sus grandes pasillos y sus retablos llenos de ángeles y santos y donde destacan el San Miguel Arcángel el indio y este celebrado Niño Dios de la festividad solemnizada.

Andrés Justo es reconocido entre los principales líderes de la celebración que no termina el día en que Jesús es obsequiado con oro incienso y mirra, como hicieron los antiguos gentiles o Reyes Magos. “El 7 de enero continuamos con nuestra tradición haciendo la fiesta del niño y los pastores, después que pasa la actividad de los Reyes Mago el 6 de enero. Aquí se le brindan ofrendas al niño como los juegos de la caña, los cambures y la gallina y ese 7 de enero termina todo con el velorio tradicional en la casa del Capitán Mayor y los personajes de la comparsa que le damos sentido a los pastores seguimos con las cintas, el palo, el juego de la guarura, el tambor y la maraca para la música, solamente eso en la veneración al niño, como era antes. Fue después que se creó el personaje del diablo con la máscara roja, en la misa el diablo llegaba, no entraba de frente, pero llegaba representando el temor y la maldad para tratar de molestar a los pastores que lo esquivan haciéndole la señal de la cruz, porque en nuestra tradición el diablo debe temerle a la cruz…”

Andrés Justo con la máscara del diablo. 2006
Credito: Rafael Salvatore






Esta nota ha sido leída aproximadamente 4036 veces.



Benito Irady

Escritor y estudioso de las tradiciones populares. Actualmente representa a Venezuela ante la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y preside la Fundación Centro de la Diversidad Cultural con sede en Caracas.

 irady.j@gmail.com

Visite el perfil de Benito Irady para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: