Del país profundo: Tomás Montilla y el vuelo del Gabán

Nunca faltaba esa pieza en sus conciertos, “El Vuelo del Gabán”, él lo imaginaba metido en los dominios de su música, como el animal tan pesado y grande que es, mirando y mirando hacia todos lados, levantándose entre los esteros para tomar vuelo con su cabeza manchada y sus alas enormes, penetrando los aires suavemente, hasta que rectificara su equilibrio, ascendiendo y ascendiendo, así como el joropo que se traza sobre el cuatro. Es el dibujo que hace Tomás Montilla de ese pájaro emblemático de las sabanas, cuando las cuatro cuerdas del instrumento melodioso penetran alegres en lo más profundo de la tierra de inmensidades. El Vuelo del Gabán, el Pajarillo en Dos Tonos, El Seis por Derecho, siempre el joropo saltando de peldaño en peldaño estaría permanentemente en el repertorio del músico que nació un 17 de marzo de 1941 en el pueblo de Las Calderas de Barinitas y fue asesinado en Guanare la madrugada el 12 de mayo del año 2006.

De un balazo mataron a Montilla, “ese hermoso hombre que envuelve cada trazo de mi cuerpo/que marca el compás de mis pies/ la soltura de mis brazos/ el giro de mis caderas/ el ímpetu de mi espíritu”, escribiría la bailarina Tatiana Gómez al saberse la noticia. Con ella venía recorriendo todo el país en una armonía de corazones entre la danza y la música con la obra “Xarop”, una transición del flamenco al joropo, de su autoría. Un año antes de su muerte lo encontré de nuevo, ascendiendo y ascendiendo con su música y pude darle un abrazo.

Conocí a Tomás mucho antes de su primera salida del país a Cuba, donde se desarrollaba en 1978 el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Lo conocí cuando andaba solo dando conciertos por toda Venezuela y tuvimos la suerte de recibirlo en la Casa de la Cultura de El Tigre el año 1971. Ya sabíamos de su cercana amistad con Alí Primera, de su militancia entre las células clandestinas del Partido Comunista, de su empeñada tarea de educador y gran activista de las causas culturales. Como todos lo esperábamos, el virtuoso del cuatro descifró al llano en su concierto de aquel día y nos dejó en su discurso político nuevas ganas de seguir luchando. No lo perdimos de vista nunca más hasta el momento en que nos llegó como una ráfaga la fatídica noticia de aquel día de mayo del año 2006. Un año antes de su muerte, este hijo de Rosa Blanco Araujo de Montilla y de Tomás Montilla nos habló de la extensión de su obra y de la música y de los bailes, de los tropiezos que había tenido en la vida y de las alegrías “de la media noche para abajo”. En homenaje a su obra entregamos ahora un breve índice de aquellas ganas de decir.

YO HE PASADO TODA MI VIDA CON UN CUATRO
“Yo soy nacido en un pueblo pequeñito del Estado Barinas, un pueblo de setenta y siete casas y unos dos ranchos más o menos, allí nos conocimos todos, todos éramos familia y unos grandes amigos y nos queríamos mucho, pero ya estamos viejos, la generación mía está vieja. Yo soy muy viejo y soy el penúltimo de mi mamá que parió veintidós hijos y de los diecinueve que nos criamos juntos ya quedamos ocho. Yo soy el penúltimo y Efrén que es el menor tiene ya sesenta y tantos años. Ya se van a terminar los Montilla, porque todos están por morirse, esto comenzó por las hembras, de las que quedan nada más que tres. Yo he pasado toda mi vida con un cuatro y todo el mundo cree que yo sé leer música, ¡Mentira!, yo aprendí solo, y recuerdo que cuando el maestro Freddy Reyna estaba dando un taller de cuatro a los niños ricos de Caracas en una universidad, yo me hice el pendejo y me acerqué sin pagar, oía lo que explicaba, de lejitos, oyendo nada más y oía y captaba y creo que el que más captó fui yo…”

UN MUCHACHITO LLAMADO HUGO CHÁVEZ.
“Yo fui profesor de inglés y literatura y biología en un liceo de Barinas donde había un muchachito llamado Hugo Chávez. Cuando llegaba a clases, me acuerdo que yo le decía ¡Chávez o no Chávez! Y él simplemente me decía ¡Presente Profesor! Yo lo nombraba Chávez, no le decía Chávez Hugo Rafael. ¡Chávez o no Chávez! Y siempre me decía presente profesor. Es lo que recuerdo del Chávez de ese tiempo en Barinas. Desde pequeñito he pasado toda mi vida tocando cuatro, primero aprendí a tocar la bandolina en el pueblo donde me crié, Altamira de Cáceres, allí se hacían las fiestas con bandolina, guitarra, cuatro, maracas y cucharas, yo las volteaba al revés y daban un sonido muy simpático, muy bonito, como si fueran redoblantes. Fui aprendiendo a tocar mandolina y cuando el viejo Camacho se dormía como a las diez de la noche, por el cansancio de tocar o porque estaba borracho, entonces iban a buscar al muchachito que tenía como ocho años y que era yo y que también sabía la misma pieza que tocaba el viejo Camacho, entonces le iban a tocar la puerta a mi papá que era el prefecto del pueblo y le decían ¡Señor Tomás, venimos a buscar al muchachito! Y mi papá ¡No, él no va! Y yo ¡Yo sí quiero ir papá!, entonces me ponían a tocar a mí hasta la hora que ellos quisieran estar bailando. Mi papá nunca me dio un cuatro, él era tan pichirre que nadie en la casa se atrevía a pedirle un bolívar ¡eso nunca!, todo el mundo le pedía un medio, una locha, una puya. Yo una vez me propuse comprar un cuatro y le dije ¡Papá, regálame un fuerte! Y mi papá se pudo blanco de la rabia por la falta de respeto y me dijo ¡Qué Qué!, ¡Que te de cuatro bolívares! ¡Qué vas hacer tu con tres si con dos te alcanza para darle a todos tus hermanos!, total que el viejo me dio un real y me puso a repartirlo con mi hermano menor Efrén. Pero yo después me puse en un cuatro, me lo gané afinando doscientos cincuenta cuatros. Me preguntaron por allá por una tienda ¿Usted sabe tocar cuatro? ¡Sí! ¿Sabe poner clavijas? ¡Sí!, entonces el desgraciado viejo del negocio me puso a ponerle las clavijas y las cuerdas a doscientos cincuenta cuatros, como una semana estuve en ese trabajo y me regaló un cuatro, me lo regaló no, me lo gané, y en la escogencia de los cuatros busqué el mejor que fue el mío…”

EL PAJARILLO ES LA ESENCIA DEL JOROPO VENEZOLANO.
“El pajarillo es la esencia del joropo venezolano, ese joropo legítimo que es libre y ahora que estamos buscando más libertad gracias al proceso revolucionario, el joropo se siente más sabroso y más fuerte, porque el joropo es libre, no es académico ni está encerrado en cuatro paredes ni está metido en una partitura musical, es simplemente joropo y es libre. El joropo es tocar un numerao, que tiene que ver con la literatura y es lo que yo toco, comenzando poco a poco, marcando lo mejor posible la melodía, no como lo que quiso echar a perder José Luis Rodríguez, mejor dicho, con un numerao de ritmos raros, porque ellos inventan unas vainas terribles y tenemos entonces que de Caracas sale un loco hablando de neofolklore ¿Qué vaina es esa? Cuando una pieza llega a permanecer dentro del folklore pasan años, y es cuando se pierde el autor de la pieza que ella se mete dentro del pueblo, por ejemplo, el pajarillo alguien lo interpretó por primera vez, alguien lo inventó, pero no sabemos quién lo inventó, ni quién inventó el gabán, el numerao, el seis por derecho, la chipola, pero ahora vienen unos locos de Caracas a inventar el neofolklore con unos cuatro eléctricos y otras vainas , y yo digo, no echemos a perder lo que le pertenece a nuestra cultura, a nuestra forma de ser por estar imitando pendejadas de otras partes. Si vamos a tocar un numerao, yo lo comienzo poco a poco, marcando lo mejor posible la melodía y lo comparo con el llanero cuando sale en la mañana a tocar un becerro que está suelto por la sabana salvaje, donde se monta el caballo en pelo y puya y arranca poco a poco, echando ojo a ver dónde ve ese becerro, hasta que de pronto lo consigue el ojo mismo y arranca a correr el becerro y arranca a correr el caballo y allí comienza el joropo que he dicho y que comienza rápido y sigue cuando enlazan al animal y lo llevan poco a poco a la manada para marcarlo, para dominarlo, así es la pieza musical, poco a poco va marcando lo mejor posible la melodía del llano. Hay una pieza mía que se llama Transición del Flamenco al Joropo, porque me puse a pensar en la influencia árabe que tuvo que ver mucho con esto. Los árabes invadieron a España y trajeron su música y de allí nació el flamenco y otras cosas y el joropo viene del flamenco, luego si el flamenco tiene una influencia árabe, el joropo también tiene una influencia árabe, entonces desde hace más de veinte años vengo pensando en eso y comencé a meterlo en una pieza mía que lleva tres partes: La parte Arabe, la parte del Flamenco y la parte del Joropo en un Seis por Derecho. Esa es la Transición…”

Tomás Montilla en su casa de Guanare. 2005
Credito: Rafael Salvatore




Esta nota ha sido leída aproximadamente 3218 veces.



Benito Irady

Escritor y estudioso de las tradiciones populares. Actualmente representa a Venezuela ante la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y preside la Fundación Centro de la Diversidad Cultural con sede en Caracas.

 irady.j@gmail.com

Visite el perfil de Benito Irady para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: