La cultura no da votos, pero como quita

Hemos emprendido el primer diálogo con la Subcomisión de Cultura y Patrimonio Histórico, la cual es presidida por el diputado Cristóbal Jiménez. El balance nos resulta esperanzador. Las posibilidades de que se presenten variados y diversos anteproyectos, mociones, cambios, sugerencias abre una sabrosa confrontación productiva. La discusión, necesariamente, tiene que ser elegante, de abundante participación, llena de sapiencia. Nada de lisonjerías.

Los creadores y trabajadores culturales populares, tradicionales y contemporáneos, tenemos mucho que aportar. Sostenemos que para que una legislación cultural resulte revolucionaria es fundamental ponerla en sintonía con la Carta Magna y los objetivos del nuevo Mapa Estratégico.
Legislar significa “Hacer, dictar o establecer leyes” (Cabanellas, 2000). Y en ese de hecho de hacer, de elaborar, construir, parir la norma cultural viene el papel que pueden jugar los creadores y trabajadores culturales. Si hemos pasado de un paradigma político a otro: de la democracia representativa a la democracia participativa; entonces, la participación en la elaboración de la normativa cultural resulta demasiado significativa, histórica, impostergable. Ya basta de hacer las leyes entre acuerdos, cúpulas y cogollos. Ya basta de hacer las normas de espaldas al pueblo y a sus dolientes. Es vital tomar la calle, sin tapujos ni cortapisas. Que, incluso, la gente se equivoque pero creando. Ante la parsimonia y el achante; necesario un sacudón intelectual. Se ha creado una inmensa deuda en materia de legislación cultural y la primera responsabilidad la tienen los parlamentarios nacionales, estadales y municipales.

La exposición del diputado, Cristóbal Jiménez y el equipo que le acompaña, se acerca, positivamente, a nuestros planteamientos. Pero lo que celebramos es la disposición al diálogo, a la confrontación de ideas, la consideración de las mismas. La disposición a escuchar y establecer un coloquio permanente. Ello nos permite tomar un nuevo aliento. Y en lo afirmado no hay nada de mujiquita. En materia de derechos culturales somos irreductibles. La guataca callejera tiene su dispositivo listo. Nosotros somos algo más que calificativos. Somos militantes del análisis. Estamos empañados en empujar la carreta de la revolución cultural. Y un proyecto de Ley Orgánica de Cultura con demasiados visos de inconstitucionalidad significa legislar en contra del proceso, en contra del Mapa Estratégico, en contra de la democracia participativa. Significa legislar en contra de nuestra oportunidad histórica.
Han informado algunos diputados de esta subcomisión que lo aprobado en primera discusión ha sido el carácter orgánico de la norma. Ello exige, por mandato constitucional, organizar a los poderes públicos culturales y desarrollar los derechos constitucionales culturales. Precisamente, en el proyecto de Ley Orgánica de Cultura al tema específico de los derechos culturales apenas se dedican 2 unidades normativas a la materia. Ello significa el 3,6 por ciento del total de artículos que posee el proyecto. Mientras en la Carta Magna, del año 1999, encontramos más de 14 derechos culturales; en el proyecto orgánico apenas 2 artículos hacen referencia al tópico y de qué manera, caballero.

Mientras la Constitución Cultural Bolivariana precisa: “La creación cultural es libre” (Art. 98.CRBV, 1999); el proyecto reza: “La creación es libre” (Art. 4. PLOC, 2005). Sencillamente una reiteración mutilada o una simple redundancia. Una ley monótona dista mucho de ser una norma revolucionaria. Y en materia de organizar a los poderes públicos culturales es un desastre.
Vamos a recorrer las 32 parroquias del Distrito Metropolitano con la Secretaría de Cultura de la Alcaldía Mayor, con FUNDARTE, con los artistas y trabajadores culturales por la Constitución, con los cultores populares, tradicionales y contemporáneos, con las nuevas tendencias, con los poetas y artistas visuales, con los músicos y compositores, con los investigadores culturales y promotores, y ahora bienvenido el diputado Cristóbal Jiménez, y la Subcomisión de Cultura y Patrimonio Histórico por una legislación cultural revolucionaria Estamos hartos de escuchar “que la cultura no da votos”, coño, pero como quita. Salud, Crstobal. In Vino Veritas.


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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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