El Aissami, ¿chavista o delincuente? Recuperemos las expectativas

En el caso, tristemente célebre, de las actividades delictivas de Tareck El Aissami y su grupo de altos dirigentes chavistas en la dirección del gobierno, es necesario aguzar el criterio analítico a fin de utilizar categorías de análisis objetivas que quizás, permitan sacar conclusiones políticamente útiles e intelectualmente válidas, para intentar crear conciencia política entre los seguidores de Hugo Chávez y de la población venezolana en general.

También es necesario plantearlo ya que la derecha utiliza todas estas situaciones para extremar el daño que este grupo de ex-dirigentes chavistas ha desatado y que ha estallado repentina y tardíamente. Claro los revolucionarios socialistas y chavistas, "luchan por la justicia" a lo que hay que agregar en este caso, que deben luchar también contra la traición en sus filas.

Los análisis de alguna manera, unos más otros menos, deben representar la realidad, por lo que hay que evitar generalizaciones, ya que se ve que aun dentro de la misma tolda cada dirigente de izquierda y chavista tiene sus propios valores y principios como en este caso, donde los valores revolucionarios y de justicia social fueron desalojados y sustituidos por ambiciones de riqueza, poder personal, sadismo extremo, a costa del sufrimiento y bienestar de la población venezolana y del proyecto socialista político revolucionario.

En general, creo que estamos ante una dualidad de valores en personas que querían ser reconocidos como líderes políticos aprovechando su capacidad de mimetizarse como defensores de ideales revolucionarios. Por ello El Aissami y su grupo buscaban ser conocidos como chavistas, ya que identificaban su ideología y política con el líder Hugo Chávez y su proyecto de revolución bolivariana. Querían ser vistos como fieles seguidores de Chávez y como defensores de su legado, que se caracteriza por un discurso antiimperialista, socialista y hasta populista.

No solo buscaban ser conocidos como chavistas, sino que lo lograron, consiguiendo además que otros dirigentes no implicados en sus desmanes, en algún momento le brindaran su apoyo para salir de problemas, como en el caso de los ingenieros que los denunciaron a tiempo y que no fueron escuchados. La personalidad pública cubría perfectamente a la personalidad tenebrosa oculta.

Sin embargo, como los valores negativos eran el verdadero leit motiv de su conducta, llego un momento, (después de interminables años) en que no se pudo mantenerlos ocultos y se revelaban más detalles sobre las acciones de este grupo de El Aissami, con vínculos con el narcotráfico, corrupción y violaciones a lo humano, con lo que su imagen pública se fue desdibujando y perdiendo el cariño de la militancia chavista. A pesar de sus intentos por aferrarse a la etiqueta de chavistas, la realidad de sus actividades los llevó a ser vistos como simples delincuentes, manchando así la reputación del chavismo y de la propia dirigencia nacional, que no alcanzó a generar su propio mecanismo de defensa.

No digo que tengan doble personalidad, sino dos facetas, la pública chavista y la oculta tenebrosa, donde esta última es la que le da coherencia a su personalidad.

El sentimiento de autoverificación, la imagen proyectada con el que El Aissami y su grupo querían ser reconocidos como chavistas, era principalmente para mantener el apoyo de aquellos sectores de la sociedad venezolana que creen en el chavismo y poder cometer todas las tropelías que se le ocurrieran sin ser molestados por la autoridad, que no se atrevía ni a opinar. Y ante los señalamientos se escudaban diciendo que eran producto de las élites y del imperialismo norteamericano.

Pero no se pudo más, la dualidad no pudo ser sostenida más tiempo, según dicen en la mitología política caraqueña, por los ataques permanentes de los Rodríguez a su presencia en el gobierno; a medida que se acumulaban las acusaciones y pruebas en su contra, su imagen como defensores del pueblo y del chavismo se desmoronaba y los posicionaban como traidores a los ideales de la revolución bolivariana.

El intento de autoverificación de El Aissami y su grupo como chavistas, se vio eclipsado por las evidencias en su contra y por la percepción pública de que estaban más interesados en enriquecerse y mantener el poder a cualquier costo que en cumplir con los principios de poder popular, justicia social, igualdad, que supuestamente defendían. La personalidad tenebrosa oculta afloró y la personalidad pública ya no pudo invisibilizarla. Cayeron.

Ahora queda, no sé a quién porque pareciera que nadie quiere asumir, continuar la tarea de descubrir y desmontar las estructuras delictivas que ellos habían logrado armar y las cuales se puede presumir que siguen funcionando de alguna manera y que por lo tanto deben ser buscadas y acosadas hasta su exterminio.

El chavismo y los chavistas se recuperaran de este escarnio y estarán como siempre en primera línea luchando por la libertad, la unidad nacional y latinoamericana, la democracia participativa y protagónica y nuevos objetivos de desarrollo avanzado.

 

Oscar Rodríguez E. Caracas, 12 de abril de 2024



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Oscar Rodríguez E


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