¿Quién es más corrupto…?


Por ahí oí de pasada (no me mereció la pena detenerme a verlos), a unos periodistas en nuestro canal VTV, intentando minimizar la proporción del perjuicio ocasionado al país, por este aberrante crimen contra el patrimonio público de los venezolanos, cuyo esclarecimiento apenas si está en pleno desarrollo, como diría el siempre vigente Walter Martínez; quien seguramente al oír a sus jóvenes colegas relativizar el hecho comparándolo con el famoso caso del chinito de Recadi, de la que creíamos muerta cuarta república, hubiera dicho que estaban haciendo el papel de bomberos intentando aplicar el “control de daños”, asumido con frecuencia por el imperio para tapar sus entuertos y desaguisados.

No me detuve a verlos porque, lastimosamente para los revolucionarios, el problema no es tan simple como determinar dónde se ha robado más, en la cuarta o en la quinta república; o consolarnos con que, a diferencia de la tapadera de la cuarta, haya sido el propio presidente Nicolás Maduro, quien abrió fuego con plomo grueso contra estos delincuentes, no de cuello blanco o verde sino rojo.

Creo que por toda la connotación moral y las implicaciones y consecuencias de este caso en la vida pública de la nación, sería muy triste y lamentable que alguien utilizando el poder mediático del Estado, pretendiera eludir el meollo del asunto; reduciéndolo a una simple operación matemática para saber quién es más ladrón que quién. Saltándose preguntas tan importantes, como por ejemplo:

¿Son estos los valores que en más de veinte años ha inculcado la revolución? ¿Tienen responsabilidad en la comisión de este delito, o al menos en sus efectos para la moral pública, solamente los que materializaron la acción…? ¿Las veces que fueron enrocados de un cargo para otro, en ocasiones con exaltación de sus presuntos méritos, no hubo rendición de cuentas de la gestión que se entregaba, los órganos contralores no vieron nada anormal en sus informes?¿En el propio círculo palaciego y asambleario donde se desenvolvían estos personajes, nadie notó nada, algo en su conducta o modo de vida que no estuviera a tono con la austeridad, la modestia, la disposición al sacrificio por la patria, la aversión al lujo, al dispendio y al derroche, propios de un verdadero revolucionario? Y una prueba de fuego: ¿Abastecían estos sujetos sus necesidades del hogar, con la simple quincenita y una bolsa mensual del Clap nada más, si o no? ¡Hay muchas cosas raras ahí que habría que dilucidar!
Pero les decía que un asunto tan grave como la corrupción administrativa, no se puede tratar con tanta simpleza, viendo al tipo ahora como diciendo ¡y de dónde salió este!; queriendo darle al caso un tratamiento mediático como si se tratara de una mamadera de gallo en el barrio. O inclusive peor, pretendiendo una equiparación ética y moral de la revolución, con los anti valores de la contrarrevolución; que no es posible porque nos manejamos con parámetros totalmente opuestos, inclusive ideológica y espiritualmente.

De manera que descender a ese deleznable terreno ya sería una derrota, una claudicación moral para el sueño socialista; que por cierto, nada tiene que ver con las victorias electorales. La rebelión del 4F falló militarmente, pero moral y políticamente fue una victoria aplastante cuyos efectos llenaron de esperanza a nuestra Patria y a los pueblos del mundo; donde se reconoce a Hugo Chávez desde Venezuela, como líder y co-propulsor de los cambios que se vienen dando en la geopolítica mundial. Así que, por favor seamos un poco más serios, y afrontemos los hechos con toda su crudeza y en la dimensión que realmente tienen.

Ahora bien, hay una esfera fundamental donde este acontecimiento tiene que repercutir asertivamente vigorizando sus justas luchas, porque sin duda los que la conforman han sido víctimas directas sacrificadas en el altar de la insuficiencia presupuestaria, como excusa para relegar sus demandas y dejar insatisfechas sus necesidades, se trata del mundo laboral.
En efecto, ante el clamor de los asalariados y pensionados del país por ingresos justos y dignos, ¿cómo queda el argumento de que no hay suficientes recursos para satisfacer estas demandas, y las apremiantes necesidades en salud, educación y servicios públicos en general? Porque por allí apareció el doctor Hermann Escarrá diciendo, así por encimita, que de acuerdo a las primeras investigaciones, hasta ahora se estimaba en más de 23 mil millones de dólares lo defraudado por esta mafia de delincuentes.

Por lo que no es ocioso preguntarse: ¿Sería por eso que veíamos en televisión a un enfurecido diputado Jesús Faría, decir que para estos reclamos populares no había recursos? ¿Con qué cara lo haría ahora, tendrá moral el airado camarada Faría, para continuar sosteniendo y de esa forma seguir mintiéndole al Presidente frente a la nación entera, que no hay recursos económicos para cubrir la demanda salarial? ¿Ante este cuantioso desfalco que él como diputado tenía la función de prevenir, como le caería un argumento como ese a la menesterosa población? ¿Con qué fundamento justificará ahora su tozudez?

En fin de cuentas que el impacto de estos hechos, justifica ahora más que nunca el justo reclamo del pueblo por sus reivindicaciones sociales y por un salario digno, y así tiene que hacerse sentir. Y el presidente Maduro cuanto menos puede hacer, para mostrar su disposición a corregir lo que haya que corregir, como él mismo lo ha dicho, es abrir sus oídos a otras voces aunque disienta de sus planteamientos. Porque sería una contradicción inexcusable, sentarse a conversar con la oposición apátrida que pidió e intentó la invasión extranjera de nuestro suelo, y hasta habiendo dialogado con agentes directos del imperio, él no pueda o no quiera hablar con la disidencia patriota y revolucionaria; de la que estoy seguro, llegado el momento de un peligro extremo, sus integrantes estarían dispuestos a ofrendar sus vidas por la integridad de la Patria Bolivariana.


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